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La saga Contra intenta demostrar su valía en las pantallas táctiles

Control frustrante
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Todos sabemos el buen momento que viven las plataformas móviles, léase los soportes basados en iOS, Android y demás. Es un modelo de negocio que tiene su aparente salida en base a que es raro quien no disponga de un smartphone en la actualidad, amén de que las tablets están cada vez más extendidas a día de hoy. Y así lo han demostrado juegos tan afortunados como Angry Birds o Apalabrados, que han sabido estar en el lugar y en el momento oportunos para hacerse de oro.

 

Como no podría ser de otra manera, los grandes nombres del videojuego no han tardado en darse cuenta de que hay algo más allá de Nintendo, Sony y Microsoft, y han entrado de lleno en una industria en la sorprendentemente que terminan compitiendo de igual a igual con las más pequeñitas desarrolladoras, al no variar apenas los costes de desarrollo entre unas y otras. Por supuesto que títulos como FIFA, Need for Speed o Final Fantasy suenan sobremanera y atraen compradores a cascoporro (o haces como Gameloft y plagias a diestro y siniestro), pero es de cajón el asumir que las mecánicas jugables han de verse alteradas de medio a medio con estas traslaciones, con lo que pueda conllevar en términos de calidad al convertir estas famosas franquicias al universo celular.

 

Need for Speed: Most Wanted. Apetecible es un calificativo que se le queda corto...

Es entonces cuando me topo de bruces con el nuevo remake del clásico Contra, programado por PunchBox Studios para Konami. Me considero un fanático de los clásicos arcade de los ochenta, y más todavía si provienen de mi antaño sacrosanta Konami. Y precisamente, Contra y sus secuelas son de mis videojuegos favoritos, por lo que el advenimiento de este mito de las recreativas a la actualidad se convierte en algo especialmente remarcable para el que esto suscribe... hasta que lo veo funcionar. Porque -y dejando aparte las funcionalidades de un móvil a la usanza del Xperia.Play- eso de jugar a un título de estas características con la pantalla táctil...

 

Creo con convicción que, dejando de lado accesorios tan poco sutiles como iCade, es imposible trasladar la clásica experiencia de los videojuegos bajo estos entornos. He tratado por activa y por pasiva de ser partícipe en lo jugable con multitud de ejemplos que lo han intentado, y ha sido como chocarme contra un muro invisible imposible de sortear. Pongo el ejemplo de este Contra, donde situar el dedo en el imaginario stick no es baladí, pero mantenerlo en su sitio después de cada desplazamiento ya es un reto considerable. Aparte, la naturaleza analógica de un simbólico manejo vía pantalla táctil es bastante desaconsejable cuando se trata de un producto que exige un control digital. Sí, puede ser que servidor sea bastante torpe en este sentido, pero no hay más que ver el siguiente vídeo para que entendáis lo que os digo.

 

Un remake como el de Contra es de lo más atractivo, pero su control nos hace parecer mancos...

Luego están esas cosas que vemos en, por ejemplo, casi todos los shoot'em up para móvil y tablet, que no es otra cosa que el disparo automático. Una muestra clarísima la tenemos nuevamente en este Contra, donde, al contrario que en el original, aquí tenemos que ceñirnos a una cadencia de fuego tan regular como escasa. Un ritmo de disparos que se hace a todas luces insufrible cuando nos enfrentamos a un final boss, por no decir que se torna todo un obstáculo en situaciones comprometidas que exigen disparar justo en el momento adecuado. Un detalle así es horrendo en los matamarcianos, género bastante prolífico en estas plataformas y, añado, curiosos de manejar a base de dedo. Pero yo, que personalmente soy de los que gustan de trastear, gusto en ocasiones de disparar lo justo, de afinar la partida haciendo cosas tipo 'un proyectil por enemigo'. ¿Ahora? Imposible...

 

En definitiva, pienso que por mucho que lo intenten, y salvo que los controles de este tipo tengan alguna revolución notoria, el arcade clásico está abocado al fracaso en estos sistemas. Y conste en acta que tienen su éxito en lo que a ventas se refiere, puesto que el público recuerda los nombres y las glorias del pasado, siendo un atractivo caramelito el jugarlos de esta nueva guisa. Pero la efímera diversión que otorga un control tan frustrante como a todas luces inadecuado apaga la llama de los clásicos, con la única culpa del encabezonamiento de las compañías por no innovar en base a lo que tienen sobre la mesa.


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