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La mezcla de géneros en The Sexy Brutale

Zelda, Hitman y Luigi’s Mansion
Por Julián Plaza

Si a finales de año Tequila Works recibe algún premio o nominación, puede que no sea debido a RiME. The Sexy Brutale es una obra que casi ha pasado de tapadillo si la comparamos con la producción más conocida de un estudio español que, más allá de sus líos con Sony, ha gozado de coberturas exclusivas y de portadas en grandes medios internacionales.


Como ya pudisteis leer en nuestro análisis, en esta casa The Sexy Brutale ha disfrutado de un buen recibimiento ganado a pulso y, aunque en mi caso todavía no lo he terminado, me veo en condiciones de suscribir casi cada una de las palabras de Diego. Estamos ante una obra hecha con mimo, autoconsciente e incluso resultona a nivel gráfico pese a estar hablando de un título de perspectiva isométrica, pero hay algo que me llama todavía más la atención: su equilibrio en la mezcla de géneros.

 

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Un espectáculo macabro suavizado por su atractivo arte

 

En la obra de Tequila Works y Cavalier Studios estoy viendo claras referencias a otros grandes exponentes del misterio, el sigilo y la exploración de los que se ha tomado la medida justa para que el juego no llegue al calco ni a la copia descarada. Es un título que rescata buenas ideas y las hace suyas, dándoles una vuelta y adaptándolas a su propio discurso, sin que a primera vista parezca que este ha sido alterado para acogerlas.


Me estoy encontrando con pautas similares a las que siguen los escenarios de Hitman, con patrones que se repiten y secciones a las que hay que acceder teniendo en cuenta cuándo van a estar libres, dónde obtener el objeto que nos da acceso a ellas y qué aprovechar en cada estancia para usarlo a nuestro favor. La diferencia es que aquí no existen los patrones en bucle per se, algo que nos lleva hasta The Legend of Zelda: Majora’s Mask.

 

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Apréndete el mapa, la localización de ciertos objetos y atiende a la línea temporal

 

The Sexy Brutale rescata el concepto de 'Día de la marmota' y nos da doce horas ficticias -traducidas en unos diez o quince minutos de juego- en las que los miembros del casino hacen cola para criar malvas. Tras salvar a cada uno de ellos -aunque al reiniciar el día seguirá muriendo a la misma hora- obtenemos su máscara y un nuevo poder (hola otra vez, Zelda) que nos va a permitir ampliar nuestra percepción para oír conversaciones de otras estancias, tener más control sobre el tiempo y demás. Cada día avanza indefectiblemente hasta la muerte de todos los huéspedes, algo que solo podremos evitar con observación y corrección de los acontecimientos.


Por último no puedo evitar acordarme de Luigi’s Mansion, al trasladarnos a un escenario que ,por perspectiva y presentación, nos obliga a memorizar el mapa y las conexiones entre cada estancia, donde cada una es casi un puzle en sí misma. La observación es un elemento clave de la experiencia y la resolución de sus enigmas gira en torno a ella. En definitiva, si existe una manera de beber de otros referentes con cabeza y conservando tu prisma, es la que refleja The Sexy Brutale.

 


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