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La futura convivencia entre lo digital y lo físico

Comodidad y emoción
Por Brenda Giacconi

Hace unos días, nos despertábamos con la noticia de que Nintendo ha vendido, por primera vez, más videojuegos en formato digital que en físico. Evidentemente, la situación pandémica mundial ha tenido que ver en estos resultados, pero también ha significado un impulso en lo que se venía percibiendo desde hace tiempo: el sector se está acercando cada vez más a lo digital.

 

Siempre que surge esta conversación, hay argumentos a favor del formato físico: a la gente le gusta palpar la realidad de algo que, técnicamente, sucede en un campo plenamente digital. A esto se le añade todavía más valor cuando esa compra forma parte de las versiones coleccionista, es decir, cuando viene acompañada de un libro de arte o una figura. Pero todo esto, al fin y al cabo, son objetos disfrutables que ocupan un pequeño espacio de la casa.

 

Figura de Ellie

 

Porque el formato digital implica comodidad. Es más rápido escoger un título de una lista que buscarlo entre las estanterías de la habitación. Y este punto de vista se traduce en el auge de las plataformas que guardan (y ofrecen) juegos en digital. Las bibliotecas de Steam, los servicios de retrocompatibilidad, PS Now y XBOX Game Pass y hasta la futura posibilidad, aún incompatible con los tiempos actuales, de Stadia y el juego en la nube. Sin embargo, y aunque es probable que veamos estos cambios de manera revolucionaria o que pretenden borrar la esencia de lo físico en el sector de los videojuegos, no olvidemos de que hablamos de una industria cultural. Y como tal, hemos visto, y vivido, este proceso en otras industrias del mismo tipo.

 

Ahora se considera ‘vintage’, pero los vinilos fueron una de las primeras maneras de poder llevarse música a casa, una ilusión que se complementaba con los diseños artísticos de sus mismas carátulas. No obstante, este sector sufrió una evolución que ha pasado por CD y álbumes, aparatos MP3 y IPods y archivos de descarga. Actualmente, tenemos todas nuestras playlists en Spotify, y lo físico se ha quedado en los conciertos, que se basan en la creación de una experiencia agradable, y en la posibilidad de compra de aquellos álbumes que nos han encantado.

 

Y ha pasado lo mismo con los libros, aunque sin tantos pasos. Porque, aunque todavía hay muchas personas que no logran despegarse de los libros físicos y de la sensación de pasar las páginas, cada vez predominan más los ebooks. Pero esos dispositivos no eliminan la opción del formato físico, ya que tendemos a comprar los libros que más nos hayan gustado. Al fin y al cabo, el contenido es el mismo. Pero la sensación es diferente.

 

Estantería de videojuegos

 

Cuando un videojuego te marca de manera importante, duele saber que se encuentra solo en el ámbito digital. Teniéndolo en físico, o comprándolo más adelante, no solo se asegura la posibilidad de jugarlo en cualquier momento (sin arriesgarse a que se elimine de una plataforma online) sino que, además, esos recuerdos toman la forma de algo físico. Las aventuras, los retos, las dificultades, las historias y las emociones suceden en una pantalla, pero todo se concentra en un único CD.

 

Por lo tanto, es obvio que las desarrolladoras cada vez optarán más por el formato digital. No obstante, el formato físico, aunque no con tanta fuerza, seguirá teniendo muchísimo valor en el sector de los videojuegos. Porque es el formato que genera más ilusión a aquellos jugadores que disfrutaron con un título concreto, la representación no abstracta de algo que les emocionó de alguna manera. El futuro del sector no es solo digital, sino que se basa tanto en las mismas percepciones de los jugadores, que ambos formatos convivirán por el usuario. Y yo pienso que, por esto, somos afortunados.


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