La dificultad dinámica de Metal Gear Solid V es una maravilla

Puede que algunos no os hayáis dado cuenta todavía, bien porque el juego lo sabe implementar de una manera muy natural o bien porque no es una característica que se haya publicitado en exceso, pero Metal Gear Solid V The Phantom Pain cuenta con un sistema de dificultad dinámica que probablemente sea el mejor que hemos visto hasta la fecha en un videojuego. 

Para empezar, no es que el juego sepa analizar nuestra manera de jugar para aplicar una dificultad concreta dentro de un sistema habitual (fácil, normal, difícil o extremo, como en otros juegos de la saga) y que los vaya aplicando según seamos un mejor o peor jugador, sino que es el propio mundo el que sabe adaptarse a nuestra manera de jugar. Quizás explicado así no lo lleguéis a entender todavía, pero si os pongo un par de ejemplos muy gráficos seréis conscientes de ello. 

Yo soy un jugador clásico en términos de infiltración, por lo que siempre voy equipado con mi inseparable pistola de dardos tranquilizantes con silenciador, que resulta efectiva y perfecta para este tipo de misiones: no haces ruido, es un método rápido si apuntas siempre a la cabeza y puedes aprovechar que no causa ningún tipo de daño físico al soldado para extraerlo con el sistema Fulton y que pase a engrosar las filas de tu ejército. Pero claro, los soldados de Metal Gear Solid V The Phantom Pain son de todo menos estúpidos, y si siempre utilizas esa táctica se darán cuenta de cuál es tu método y actuarán en consecuencia, en este caso, poniéndose todos un casco que evitará que puedas disparar a su cabeza en posteriores misiones o encuentros. 

Esta situación hace que el juego sea siempre orgánico, interactivo y obliga al jugador a plantear nuevas estrategias. Llegas a un nuevo punto de infiltración tan contento con tu inseparable y efectiva pistola de dardos, pero de repente te das cuenta de que la fórmula de acción que estabas utilizando hasta ahora ya no va a resultar tan efectiva por sus cascos. En mi caso, como soy muy tozudo, seguí insistiendo, aunque esta vez con algo más de riesgo al tener que acercarme algo más a los soldados para poder dispararles el dardo en la cara o en el cuello, donde también hace un rápido efecto. Pero amigos, siguen siendo más listos que yo, y en posteriores encuentros se vistieron para la ocasión montando un casco integral que evitaba completamente cualquier tipo de disparo en la cabeza. Tenía que afrontar la situación de distinta manera, utilizando cualquiera de las centenas de herramientas y posibilidades que ofrece el juego. 

Lo mismo ocurre con otros factores y con otras armas, por supuesto, y si por ejemplo siempre nos infiltramos por la noche para aprovechar que la visibilidad es menor y que algunos soldados están durmiendo, también se darán cuenta y comenzarán a portar gafas de visión nocturna y a doblar los turnos de guardias en este horario. En definitiva, ninguna táctica va a resultar efectiva siempre y hay que saber adaptarse a un mundo que varía con nuestra manera de actuar. 

Es una locura (como otros muchos aspectos del juego) que invitan al jugador a probar todas esas herramientas y armas que tiene a su disposición, que al final le dan mucha vida al juego. Quizás la táctica de la pistola de dardos tranquilizantes quede en un segundo plano cuando descubras lo efectivo que es utilizar las granadas de gas somnífero que acaba de desarrollar tu equipo de inteligencia... aunque claro, si abusas de ella ya sabes que los soldados comenzarán a utilizar máscaras que inutilizarán su efecto. 

Metal Gear Solid V The Phantom Pain, gracias a su sistema de dificultad dinámico y a otros muchos factores, invita al jugador a ser creativo y a innovar con las múltiples formas de poder infiltrarse. Lo mejor es que todas ellas resultan tremendamente divertidas y satisfactorias.