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La cruda realidad de Damnview: Built From Nothing

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Por Kysucuac

Ayer fui a echar un vistazo a Damnview: Built From Nothing, de los madrileños Brainwash Gang. El título es un sandbox de simulación de una vida cotidiana a la que no estamos acostumbrados en los videojuegos: la vida real. El no poder elegir quién ser, el tener que rapiñar empleo o no tener dónde caernos muertos nos pilla mucho más cerca que cualquier mansión que podamos construir en los Sims 4. Al menos a la mayoría de nosotros. Darnos de bruces con un juego que solo supone un reflejo de nuestra vida, de nuestra realidad, de un capitalismo que nos ahoga y una sociedad marcada por rasgos que no siempre nos gustan nos expone. Expone una parte de nosotros que muchos ocultan y otros muestran con inquietud. Al final, parece que estamos ante un juego que solo refleja nuestra propia vida. Y eso a veces es una put***, ¿eh?

 

En Damnview no elegimos ni personalizamos a nuestro personaje. Somos quienes somos porque así nacimos. Podremos cambiar su ropa, podremos cambiar de empleo, de relaciones sociales. Pero si nacimos siendo un ratón, moriremos siendo un ratón. El propio juego nos asigna a un personaje, de género masculino o género femenino, siendo el animal que sea, y nosotros tendremos que vivir con ello, es lo que nos ha tocado en la vida. Sé lo que estáis pensando: no quiero ser más mierda en un videojuego de lo que soy en la vida real. Los videojuegos están para distraerse. Bueno, tenéis parte de razón, y es cierto en parte que en este caso el videojuego tiene su toque surrealista. Por ejemplo, aquí sí consigues encontrar trabajo.

 

En lo más bajo de la sociedad

Damnview nos hará empezar en lo más bajo de la sociedad, sin nada que hacer con nuestra vida más allá que caernos muertos. No hay dinero, no hay comida, no hay un hogar. Nos tocará buscárnoslo. Tendremos que encontrar trabajo en alguno de los negocios de la ciudad y entablar relaciones sociales con otros. Ya sabéis lo que dicen, los contactos sirven de mucho. Y si te ves en un apuro, un contacto que te sirva para meterte en el negocio de la droga nunca está de más. Pero este no es el típico videojuego en el que te despreocupas de la legalidad y te conviertes en el rey del crimen. Aquí hay unas leyes que debes respetar si no quieres pasar de lavar sujetadores a lavar el suelo de la cárcel con tu cara.

 

Esto no es un GTA, sino una crítica de nuestro propio sistema. No obstante, no está enfocado para que el mensaje lo escuche el sistema, sino para que nosotros mismos lo hagamos. Y a partir de ahí, toca decidir. La cruda realidad de Damnview: Built From Nothing es nuestra propia vida. ¿Qué haremos con ella?

 


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