Kickstarter como última opción para viejas glorias
Koji Igarashi, padre de Castlevania: Symphony of the Night y parte culpable de que se acuñasen los términos Igavania o Metroidvania, monta un Kickstarter tras unos años en el exilio apelando a la nostalgia y le llueven dólares. Casi 2 millones en este momento, concretamente, y ayer nos contaba Rafa su postura sobre el asunto con verdades entre sátiras. Comprendo la postura, apoyo el que Kickstarter sirva para impulsar a nuevas promesas y nuevas ideas, pero este rescate de viejas glorias me parece perfectamente válido.
El caso de Bloodstained me ha chocado como ningún otro Kickstarter. No nos coge de nuevas, es algo que se venía oliendo desde hace mucho y tras ver cómo Konami terminó por echar a perder una de esas grandes sagas con grandes nombres que siempre ha sido Castlevania (no sólo Igarashi, también Michiru Yamane y Ayami Kojima han sido parte de los mejores momentos de la saga), me ha sido inevitable tirar el dinero a la pantalla tras ver la presentación, sin gameplay ni nada.
El 'Shut up and take my money!' no ha sido de forma inmediata, claro. Me han entrado dudas al pensar que en realidad el género Metroidvania no es algo tan impopular ni mucho menos, y puede que haya muchas empresas que no quieran apostar por algo así, pero se ha demostrado que hay mucho público para ellos, bien hechos, como Guacamelee, Ori and the Blind Forest y muchos otros ejemplos. Y mucho más baratos, claro.
Ahí es donde entraba la duda. Con una mayoría absoluta de títulos del género por debajo de los 15€, llega Koji Igarashi y pide 28 dólares para asegurarse una versión digital. 65 para una edición física. Por un lado dudo en si de verdad ofrecerá algo tan superior como para marcar esa diferencia, mientras que por otro, pienso que si saliese mañana a la venta, ya tendría el dinero preparado, y me ocurre lo mismo con otros casos imaginarios (o no).
¿Y si ahora nos dijesen que la única forma de poder disfrutar de un nuevo Metroid es con el dinero por adelantado? Ni me lo pensaría. ¿Cuántos han dicho que ojalá un Kickstarter para Shenmue 3? ¿Y si todas las editoras se han cansado de 'las tonterías' de Hideo Kojima o Fumito Ueda y la única forma que tenemos de disfrutar de sus siguientes obras es mediante crowdfunding? Les lloverían millones de dólares, claro.
Millones que suenan a mucho pero que no son tanto, vistos de otra forma. Pedir 500.000 dólares y recaudar el cuádruple en dos días debe de ser increíble como un desarrollador 'independiente' que se salta muchos de los malos trámites de la industria del videojuego y evita el reparto por tantas manos, pero puestos en número de clientes, 24.000 unidades vendidas es un batacazo de los importantes (y muchas menos en realidad, contando con que algún loco ha puesto 10.000 dólares para irse de viaje a Japón con Iga).
La forma de hacer juegos de Igarashi pudo haber sido rentable, pero quizá en otro momento. Los Metroidvania (o juegos de acción y exploración en 2D, como queráis llamarlos) triunfan, pero hay que reconocer que desde el punto de vista de una empresa, mantener a un tipo que hace juegos que no venden tanto como PES o Yu-Gi-Oh, no compensa. Y ha sido mala suerte para Iga que sus últimos grandes esfuerzos hayan sido entre PS2 y DS, también conocidas como las consolas más pirateadas de la historia y con el público general más alejado de estas propuestas.
Tenemos esa pequeña tara, claro. Queremos innovación y que haya propuestas nuevas, pero cuando nos gusta algo y hay mitos de por medio, queremos mucho más de eso mismo y damos lo que haga falta por ello. Desde luego, habría que estar más pendientes de todo tipo de propuestas que surgen vía Kickstarter y que no sólo haya un boom mediático cuando es un peso pesado el que se suma a esta propuesta, pero esto no es sólo algo propio de los videojuegos.
El que haya 'veteranos' no impide que los novatos triunfen, pero como todo en esta vida, la experiencia y tener cierto nombre es importante, y por injusto que suene, por supuesto que quien está empezando tiene que currárselo más porque no ofrece las mismas garantías, y de hecho, también ha habido casos de veteranos que por falta de garantías y no tener una fama precisamente buena (hola, Silicon Knights), el crowdfunding les ha salido rana.
En resumen, apoyo el que Kickstarter pueda servir también para esto, como último recurso para autores de renombre que quieren continuar haciendo lo que les gusta y lo que saben hacer, por placer y por su público, y no porque quien les paga les haga estirar el chicle. Aunque vaya a acabar siendo carne del Plus o de rebajas de Steam, Iga ya tiene mis 28 dólares.
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