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Juegos de culto, jugadores incultos: La industria como religión farisaica

Lo mío es 'más mejor'
Por Rafa del Río

Decía Mariano José de Larra, o al menos lo decía según mi profesor de literatura, que para escribir un artículo que fuera aplaudido por el incauto había siempre que empezar con la frase de algún genio del momento -mejor si fuera de tiempos pasados-, asegurarse de incluir en el texto un par de latinajos o expresiones francesas y culminar el ataque con una conclusión mordaz que tirara por tierra parte de los argumentos en conflicto por labor de la pura lógica disfrazada de sátira acrobacia lingüística.

 

Me perdonaréis si doy un paso largo ante este planteamiento, por grande que fuera Larra a pesar de su juventud, y dejo a don Periquito tranquilamente dormido en su lecho, ya sea galardonado por los tules de los que tanto hablaba el otro joven talento de Bécquer, o sumido en las más profunda de las odiseas etílicas de Poe. Porque esto va de videojuegos y de la extraña alianza que, en ocasiones, estos tiene con el más fanático de los fervores pseudo-religiosos.

 

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Obras de culto

A lo largo de la historia una serie de obras de arte han sido dadas en ser denominadas 'obras de culto' por los entendidos, estudiosos y ocasionales pícaros del tema, atribuyéndoles una cualidad cuasi-mitológica en su elaboración, su desarrollo o su papel como hito en la evolución de su determinada rama. Puedes hablarme de Crimen y Castigo de Dostoievsky, de Las señoritas de Avignon -cabreo mediante de tales señoritas- de Pablo Ruiz Picasso, del Guggenheim de Frank Ghery o de La Metamorfísis de Kafka.

 

En los videojuegos, como es obvio, también surgen las obras de culto. SpaceWar! es una obra de culto en tanto en cuanto a que fue el primer videojuego 'moderno' creado con la intención de simular una experiencia lúdica que, a su vez, fue distribuido por varios sistemas. A su lado podemos hablar de Pacman como primer videojuego que busca un público diferente. Tetris, Cabal, Super Hang-on, Operation Wolf, Wolfenstein, Zelda... títulos que colocaron la primera piedra de un género o que supieron cambiar la forma de pensar del mercado y del que después beberían sus herederos más directos en busca de extender una más que necesaria evolución de la industria.

 

Con el paso de los años, una vez más que demostrada la naturaleza artística y cultural de nuestra afición, los 'videojuegos de culto' han ido brotando como champiñones, equivaliendo su significado al del propio cine o la literatura en tanto en cuanto a que hablamos de ellos como productos que han logrado alzarse con el culto popular ya sea por su producción, su desarrollo, su tecnología, sus temáticas o su importancia histórica. 

 

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Obtención del culto popular

Lamentablemente, y por feo que esto os pueda sonar, el culto popular es frágil. Un vídeojuego puede ser considerado obra de culto por su estupenda facturación o por su estupenda narrativa, como puede ser el caso de Darkness. Puede ser considerado obra de culto por su forma de llevar la jugabilidad al extremo rompiendo la cuarta pared como el caso de Shenmue. Puede ser considerado obra de culto por llevar a las plataformas de juego un género profundo y diferente como puede ser el caso Bioshock Infinite, y puede ser considerado obra de culto simplemente por su diversión o por su jugabilidad, como puede ser el caso de tantos y tantos títulos de los ochenta o de la nueva generación indie que no seré yo quien le ponga nombre.

 

Pero decía que lamenteblemente el culto popular es frágil, y también hay obras de culto que, desgraciadamente, no merecen tal mención y sin embargo reciben esa alabanza inmerecida por parte de quienes ven en ellas un espléndido logro personal como usuario. No hace falta que ponga nombres, seguro que todos sabéis a lo que me refiero. Porque sí, el culto popular es frágil, y en ocasiones, el invidiuo que rinde culto a la obra lo es más.

 

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Videojuegos de culto, jugadores incultos

Ese es el título que he decidido para este artículo porque creo que se adapta bastante bien a la realidad que vivimos ahora. No me voy a quejar del lector de Mundogamers, sois auténticas joyas en esta mina de carbón ya casi agotada que es internet. Incluso cuando aparece un troll es más un troll del deseo que uno de esos grandes y chungos de El Señor de los Anillos, así que a ese respecto nada que objetar. Sin embargo, saliendo de esta reserva de buenrollismo sí que encontramos sujetos que confunden culto con fanatismo, y afición con integrismo. 

 

Es una lástima -y una muestra de absoluta incultura- que el hecho de rendir culto a una obra lleve a algunos a ser incapaces de ver más allá de sus narices y a sentirses atacados cuando alguien declara abiertamente que no entedió su importancia o no comulga con sus alabados mecanismos. Debemos entender que cada persona tiene sus gustos y su criterio, y una opinión negativa no debe, en ningún caso, hacernos dudar de nuestra opinión y llevarnos a reaccionar con agresividad ante su autor.

 

Por poneros un ejemplo, una de mis obras de culto es Shenmue, pero eso no quita para que comprenda a quienes se quejan de su ritmo lento, de esa necesidad de esperar a que abran las tiendas, de tener que trabajar durante días en el juego o de la dureza de control del juego. Lo que para mí hace grande a Shenmue puede ser un obstáculo insalvable para otros, y eso está bien, pues por ese motivo la industria es tan extensa y cada día se abren -o se intentan abrir- nuevos mercados y géneros. 

 

Otro ejemplo, el que me ha llevado a escribir este artículo, es Half-Life. Nadie le resta la importancia que tuvo en su momento al incluir otra perspectiva del shooter, con esas zonas libres de enemigos que luego utilizaría el remake de Wolfenstein 3D o el mismísimo Darkness para darnos un respiro y aumentar la intensidad de la narrativa. Nadie niega la importancia de Half-Life como precursor de varios de los elementos más importantes de títulos como Halo, los ya mencionados Wolfenstein y Darkness, Resistance, Operation Flashpoint o incluso Fallout y títulos no FPS como Condemned o la saga Elder's Scroll -que, siendo honestos, debe más a Might&Magic-.

 

Sin embargo, y pese a ser una obra de culto, Half-Life se ha quedado viejo. Se ha quedado viejo con buen gusto y elegancia, y es un estupendo juego al que volver y disfrutar, pero eso no significa que su experiencia jugable no haya sido mejorada por toda una generación posterior. Cosa que también ha sucedido con GTA Vice City o inFAMOUS, por poner dos ejemplos, y que sin embargo, no ha sucedido con otras obras de culto como Beyond Good and Evil, Shenmue u Omikron: the Nomad Soul.

 

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Del rendir culto a la estupidez supina  

El problema surge cuando pasamos de rendir culto a una obra a enamorarnos de ella con un fanatismo pseudo-religioso más parecido al del hincha de un club deportivo que al de una persona normal que simplemente disfruta su afición y sitúa sus favoritismos donde lo cree necesario.

 

El otro día no pude menos que reirme a carcajadas cuando un newcomer me tachaba de 'peasant consolero' al no pertenecer a la 'raza maestra' de usuarios de PC. Pero por hilarante que me resultara la anécdota -mucho más por el hecho de que precisamente esta semana me he hcho con un buen equipo informático y al fin voy a poder disfrutar a tope de Steam, GOG, Origin y sus primas las del pueblo-, lo cierto es que el hecho, en verdad, no tiene ninguna gracia.

 

No me gusta un mundo en el que los poseedores de un ordenador potente, de un coche deportivo o de una casa de tres pisos se creen mejores personas. No comulgo con la idea de que una mayor cuenta corriente es sinónimo de calidad personal -generalmente suele ser más bien al revés-, y me toca los huevos -perdón, alguna tenía que poner-, que el que papá, el rey o el pueblo te hayan comprado un ordenador mega chachi te lleve a pensar que tienes derecho a insultar a los demás.

 

Es una pena que exista este materialismo idiota de creerse más por tener más, pero mayor pena es pensar que al creerte más puedes pisar al resto gracias a tu calidad como 'gamer'. Si unís a esto la necesidad de evangelizar al resto de los pobres mortales para que nos convirtamos a la religión del PC, o del Mac, o de la madre que los parió, la cosa es como para mandar al mundo a la mierda y sumirlo en el invierno 'nucelar'.

 

Así que, hermanos, disfrutad de lo que tenéis y os gusta, estad abierto a las críticas, y no seais tan tocahuevos. Viviréis más, viviremos mejor, y el mercado seguirá creciendo, que es lo que tiene que hacer.

 

¡Nos leemos!


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