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Homefront the Revolution un buen juego que salió a destiempo

La maldición de las prisas
Por Rafa del Río

Siempre digo que soy, ante todo, videojugador. Como tal, casos como el de Homefront: The Revolution me dan pena: juegos grandes, interesantes, con mucha pasta detrás y a los que las prisas obligaron a salir de cualquier manera condenando su resultado y ventas porque ya nadie quería seguir palmando pasta en su desarrollo. La historia de Homefront: The Revolution es triste, un triste cúmulo de tristes situaciones que hicieron que el que tendría que haber sido uno de los mejores juegos de la generación saliera como uno de los peores productos de la época. 

 

Un desarrollo accidentado

Para entenderlo tenemos que irnos a 2011, con una THQ que pone en manos de Kaos Studios -Frontlines: Fuel of War- el desarrollo de Homefront: The Revolution. Lamentablemente THQ se declara en bancarrota un año después, pasando el desarrollo a manos de la gente de Crytek -Crysis- y la distribución a manos de Deep Silver. Como curiosidad, por aquello de las vueltas que da la vida, ambas empresas están ahora en manos de THQ Nordic. 

 

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Con el juego en las manos, Crytek comienza a volar alto y a pensar en hacer algo inmejorable y único. El objetivo es crear un FPS de resistencia nunca visto, un FPS de mundo abierto por zonas en el que ir llevando a cabo una guerra de guerrillas en el marco histórico de una invasión norcoreana a los Estados Unidos y localizado en una distópica Filadelfia del futuro cercano. Grandes planes que no son llevados a cabo cuando, poco después, venden la propiedad intelectual a Koch Media -ahora también en manos de THQ Nordic, la vida-, que coloca a los mandos a Dambuster Studios, sucesores de Crytek UK.

 

Tras un retraso de un año, Homefront: The Revolution llegaría finalmente en 2016 demostrando que el retraso no había sido suficiente ni de lejos. Errores importantes, una IAS muy deficiente, escasez de misiones y de contenidos y un juego que no había cabado de entenderse a sí mismo ni sus distintas fases de desarrollo terminaron dando por resultado una obra que ni siquiera el celo de Dambuster por seguir mejorando consiguió salvar del desastre.

 

212131Homefront The Revolution   Beyond The Walls DLC   Screen 5

 

Homefront: The Revolution es ahora un buen juego

Ahora, dos años, después, Xbox Game Pass regala Homefront: The Revolution entre los nuevos añadidos de mayo, y nos encontramos con un juego decente con algunas carencias más o menos leves y un aspecto potentísimo. El resultado es el de sentir que estamos ante algo muy grande que se terminó con prisas y que ni siquiera el trabajo posterior logró arreglar del todo, pero que tiene potencial de sobra para mantenernos liados varias semanas salvando Filadelfia y haciendo oídos sordos a nuestros compañeros de la resistencia y su escasa IA.

 

La sensación es la de estar en un lujoso palacio expoliado y abandonado, la de ver el esqueleto de algo que podría haber sido maravilloso y que se quedó en interesante, no por ello menos divertido, y como digo, con algunos resultados francamente espectaculares en lo que corresponde a entornos y ambientación, diseño de personajes y trazado de las diversas áreas que debemos liberar en Filadelfia. 

 

Si queréis darle una oportunidad, creedme que la merece a bajo precio, os váis a encontrar una curiosa mezcla de Far Cry, Dying Light y Deus Ex, un FPS que lo que no tiene de táctico lo tiene de divertido, y en el que la historia, si bien no te vuelve loco, sirve de justificación para hacer el cabra en moto, colarnos de tapadillo en los barrios civiles y desatar todo nuestro potencial en las zonas bélicas. Una pena, Homefront podría haber sido el nacimiento de algo enorme, y al final se queda en un juego divertido y recomendable que, a la vez, es una dura lección de lo malas que son las prisas en este mercado del videojuego.

 

¡Nos leemos!


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