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Hablemos del endgame de Super Mario Odyssey

Luna lunera
Por Julián Plaza

Este artículo contiene spoilers sobre el final de Super Mario Odyssey


Desde su salto al 3D, e incluso antes, si nos ponemos señoritos, toda aventura plataformera de Mario se ha dividido en dos fases. Por una parte tenemos el circuito principal, la aventura desde el primer salto hasta la caída de Bowser y el posterior final junto a Peach que vendría siendo lo que se espera de cualquier juego de la serie. En gran medida es un reto asumible para casi todo tipo de jugador, aunque siempre hay espacio para que los más duchos jueguen para la galería. Nintendo nunca descuida a nadie.

 

Luego está el reto de verdad, el examen final para aquellos que buscan poner a prueba su habilidad en circuitos diseñados específicamente para lucirse. En los últimos lanzamientos de la serie es algo que se ha traducido en nuevos mundos, como en el caso de Super Mario 3D World y sendos Galaxy, junto a la existencia de coleccionables que buscan ese extra de aprendizaje que también contemple conocer al milímetro cada escenario. Volviendo a los ejemplos mencionados, en el primer lugar estaban los sellos y el reto de completar cada sección con todos los personajes, mientras que por el otro lado estaban las estrellas verdes, lo que a efectos prácticos obligaba a pasarse el juego otra vez. ¿Qué viene con Super Mario Odyssey?

 

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Volviendo sobre nuestros pasos


Resueltos los conflictos nupciales entre Bowser y Peach, el juego distribuye nuevas lunas por todos los mundos que ya conocemos, algunas de ellas en niveles totalmente nuevos, nos lleva al Reino Champiñón y se desbloquean dos nuevas paradas cuando alcanzamos una cifra determinada de lunas: La Cara Oculta y la Cara Más Oculta de la luna. A su manera, cada lugar que ha visto la Odyssey cambia una vez más y merece ser visitado, se añade el caramelo nostálgico que es volver al Castillo de Peach como hicimos en los 64 bits y nos esperan dos luchas finales aún por desbloquear. Parece que Nintendo vuelve a cumplir, pero para mí lo hace a medias.

 

En primer lugar porque los dos mundos aún por descubrir únicamente esconden dos pruebas más, una en cada uno. La primera es un boss rush contra la familia Broodal y la segunda, la de la Cara Más Oculta, es la pantalla final del juego, una gincana realmente larga que nos pondrá a prueba. Nintendo vuelve a hacerlo bien en ambos casos pero los dos saben a poco, al ser lo único que encontraremos al viajar con la Odyssey hasta ellos. Las nuevas localizaciones secretas son solo la antesala al reto final y pierden la posibilidad de acoger otras lunas bien escondidas, como sí ocurre en el resto de lugares. No es una cuestión de contenido sino de distribución.

 

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El último ascenso

 

Por otra parte, ahora que me acerco a las 600 lunas empiezo a encontrar algunas que están prácticamente regaladas. Toadette nos ofrecerá un buen fajo en nuestra primera visita al Castillo y, además, ahora cada mundo las venderá a decenas en sus tiendas. Da la sensación de que en Nintendo han querido engrosar la cifra final para que resulte abrumadora, pero a la vez han conseguido que algunas de las últimas lunas sean de todo menos difíciles. Tras el final de Super Mario Odyssey encontraréis muchos motivos para seguir y os garantizo que merecerá la pena hacerlo, pero también toca ser justos y decir, por una vez, que unas cuantas lunas menos tampoco se echarían en falta. 


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