Game Dev Tycoon y su acertado uso de la Switch
Greenheart Games cautivó allá por el 2012 con la sencillez de su, para entonces, nuevo título: Game Dev Tycoon. Un simulador de programador de videojuegos que nos propone revisitar la historia del sector poniéndonos en la piel de un avatar que funda su propia empresa. Como ocurrió con muchos de los grandes nombres de la actualidad, empezamos la aventura en el garaje de casa, creando entregas basadas en texto o con píxeles arcaicos para las plataformas de PC y Govodore 64 (una versión inventada de la Commodore 64 del 1982). Dicho relato de emprendimiento nos llevará por el nacimiento de las consolas de nuestra infancia, a las que tendremos la oportunidad de ampliar el catálogo con juegos propios.
Pero no se trata de una ardua tarea basada en conocimiento informático, sino que es una sencilla elección de características básicas como el género del juego, el tema y la plataforma en la que se va a distribuir. Como era de esperar, estas decisiones se complicarán junto al avance de la industria, que pedirá mejoras a nivel de gráficos y narrativa obligando al usuario a mantener un equilibrio que le puede recompensar con una compañía de cientos de empleados, varias áreas de trabajo y millones de dólares en juego. Han tenido que pasar 8 años para que Game Dev Tycoon diera el salto a Nintendo Switch, y este paso, que combina las mecánicas propias del juego con las funciones de la consola, es genial. Hay muchos estudios que portean sus juegos sin tener en cuenta las capacidades de la máquina nipona: la versatilidad de los joy-con, la hibridación sobremesa-portátil o, el gran olvidado, el panel táctil.
Tiendo a pensar en la gran cantidad de obras que podrían haber funcionado mucho mejor incorporando la posibilidad de utilizar la pantalla táctil, ya sea para añadir acciones diferenciales o solo para poder pulsar botones y facilitar ciertas tareas al jugador. Game Dev Tycoon se centra en esto último, pues su única complejidad manual consiste en darle a botones del juego. Claro que toda la diversión en una entrega de estrategia radica en qué botones son los acertados, pues una mala combinación de género y tema en la plataforma menos indicada puede conducir a la bancarrota. Al fin y al cabo, como todo se centra en la capacidad de análisis, acción y adaptación del usuario, las teclas de la consola quedan en segundo plano.
Tratándose de un juego en el que unas pocas acciones nos obligan a esperar un rato para ver el resultado, queda genial poder realizar casi todo en la pantalla táctil de la Switch. De este modo, se puede dirigir la empresa desde cualquier parte y labrar su mismo futuro con el simple movimiento de un dedo. El entretenimiento viene con la excitación de saber si ese movimiento era el adecuado y las consecuencias positivas o negativas que eso conlleva.
Probablemente suene a artículo simple, pero he encontrado extremadamente cómodo el poder monitorizar el estudio de videojuegos con la pantalla táctil, centrándome exclusivamente en mis acciones en la partida sin la necesidad de tener las manos constantemente pegadas a la consola. O quizás era mi manía por probar el panel táctil con cada título de Switch que estrenaba, lo que se quedaba en una chavala que le daba toquecitos inútiles a una máquina. Pero los colores alegres del juego, la sencillez con la que trata un sector tan complicado y los botones que tanto llaman la atención hacen que me haya sido inevitable hacer esa prueba. Y, por primera vez en mucho tiempo, me he sorprendido para bien.
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