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eSports y apuestas deportivas

Que no lo llamen deporte
Por Kysucuac

Hay muchísimos debates abiertos que nunca llegarán a una conclusión certera. Dentro del mágico mundo de los deportes electrónicos hay un sinfín de estos debates: ¿Son videojuegos o no? ¿Son una moda? ¿De verdad tienen éxito? ¿Durarán eternamente? ¿Se pueden considerar deporte? Esta última pregunta nos lleva a más debates de lo normal, puesto que considerar deporte a los eSports abre muchas puertas que, quizás, deberían permanecer cerradas.

 

Por un lado está la polémica acerca de los jugadores y las medidas antidopajes, pero no quiero volver a dar la brasa con un tema tan serio. Vamos a hablar de otro concepto muy común en los deportes que, a día de hoy, tampoco sabemos muy bien cómo encajar o cómo hacer que encajen con los deportes electrónicos: las apuestas deportivas.

 

El mundo de las apuestas es extraño para muchos y el día a día para otros tantos, si bien parece que hay una gran cantidad de personas que lo ven a través de un prisma muy negro. Sin embargo, las apuestas deportivas son consideradas algo mucho más allá de un “juego de azar”, centradas más en las estadísticas y en un estudio detallado de cada una de las partes por las que apostar. Hay mucha gente que se dedica profesionalmente a apostar y, lo creáis o no, pueden vivir de eso. Con el éxito de los deportes electrónicos, hay también un número considerable de personas que se dedican a estudiar minuciosamente los equipos y los enfrentamientos para poder apostar por el caballo ganador.

 

Hay dos formas de enfocar este tema. Por un lado podemos preguntarnos: ¿Se puede apostar en los deportes electrónicos?, técnicamente hablando. Es decir, si hay algún tipo de estadística que vaya a decirnos quién tiene más posibilidades de ganar una partida o vamos a dejarlo todo al azar. Y también podemos abordarlo desde un punto de vista más legislativo: ¿Se puede/debe apostar en los deportes electrónicos?

 

Desde luego, sí que hay un porcentaje de victorias muy decisivo en la mayoría de juegos. Por ejemplo, en League of Legends, con un Fnatic vs Unicorns of Love sabríamos por quién apostar ante una mayor racha de victorias, un mejor estado de forma o una mayor experiencia. Fnatic sería nuestro caballo ganador, pero aquí puede pasar lo mismo que un Real Madrid – Celta de Vigo, todos sabemos quién va a ganar hasta que el Celta de Vigo le mete un 0-2 al Madrid. Y sí, ha llegado a pasar.

 

Cualquiera puede convertirse en un analista de cualquier juego competitivo. Yo lo soy, o eso parece. ¿Podría Tita Kysu hacer apuestas basándose en sus conocimientos? Hmm… Podría. ¿Por qué no lo hace? Bueno, quizás porque apostar no sea lo mío, aunque puede que ése no sea el único impedimento. Y ahí entraríamos en los límites de la legalidad, de los cuales hablaremos en el siguiente párrafo.


Que no lo llamen deporte

Hace relativamente poco, el Gobierno de Estados Unidos reconocía a los jugadores de videojuegos competitivos (de alto nivel, claro) como atletas profesionales, uniéndose así a la visión de países como Corea del Sur. Esto se ha notado en las facilidades que han dado a los jugadores a la hora de moverse de una región a otra, pero también se ha notado en otros aspectos, como la formación o, sí, las apuestas.

 

En España se comenzó a apostar por los deportes electrónicos a través de grandes marcas, como Luckia o Bet365. Sin embargo, la Dirección General de Ordenación del Juego decidió, poco antes del Mundial de League of Legends, que los deportes electrónicos no son un evento deportivo apostable. ¿Por qué? Pues porque no son un deporte, y ya está.

 

Eso, o que todavía no se sabe muy bien cómo abordar los eSports en estos términos (que tampoco sabemos muy bien abordarlos en términos generales). Sin duda alguna, podemos considerarlo deporte, igual que encajamos el motociclismo o el ajedrez en dicha categoría. ¿Por qué nos costará tanto abrir la mente? Tiempo al tiempo, ¿no?


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