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¿Es justo eliminar Hatred de Steam Greenlight?

Sobre videojuegos y censura
Por Dayo

“Recordad, los videojuegos son un arte. Pero sólo si te gusta el arte expuesto”. En este escueto tuit George Broussard, cofundador de 3D Realms, habla sobre la eliminación de Hatred en Steam Greenlight (via GamesIndustry International). El título ha sido fruto de controversia desde su anuncio, ya sea por su estilo brutal y ultraviolento o por las acusaciones de afiliación a grupos neonazis de sus creadores. Tras unos pocos días de polémica el debate acabó apagándose, pero ahora que Hatred había sido anunciado en Greenlight y, tras unas pocas horas, borrado, la gente ha vuelto a discutir aunque, en este caso, el debate se centra más en la libertad de expresión y la censura.

 

“El que Valve quite Hatred es como si los cines prohibiesen Asesinos Natos o alguna película similar”, tuitea Broussard, quien también habla con Adrian Chmielarz, fundador del estudio The Astronauts. “Estamos muy por detrás de, por ejemplo, la industria del cine en este tipo de cosas”, a lo que el autor polaco responde: “Tío, estamos detrás de todos: libros, cómics, incluso la condenada televisión. Es una locura”. Esta no es una discusión que se haya limitado a ellos dos. Algunos periodistas y youtubers, como John Bain aka. TotalBiscuit, han dado su opinión al respecto: “Si Netflix puede tener El Ciempiés Humano 2 en su servicio, estoy seguro de que puedes soportar un juego sobre matar a gente imaginaria”, tuiteó Bain. Por su parte Stephen Williams aka. Boogie2988 ha subido un vídeo para tratar el tema en más profundidad: “[Cuando se anunció el juego] hablé sobre cómo no me parecía el tipo de juego que, personalmente, querría jugar, pero que sentía este juego era importante y que la libertad de expresión que protege a un juego así es muy importante”, explica. “Es una desgracia que la gente que crea [que los videojuegos causan violencia] hayan hecho presión de grupo a Steam para quitar este juego o, peor aún, que haya gente en Steam lo suficientemente estúpida como para creer esas idioteces”. Por su parte Jim Sterling se lo toma con filosofía y, en lugar de hablar de censura, habla sobre el criterio del estudio: “Considerando que Steam vende mierda como [Dark Shadows], me sorprende que alguien en Valve recuerde cómo decir ‘no” a algo. Es como que, no sé, ya que Valve tiene el dedo sobre el botón de ‘negar’, quizá vendría bien usarlo en esa estafa rota”.

 

 

Cuando Hatred fue anunciado, me negué a hablar de él porque parecía un juego desesperado por llamar la atención, como ver a un niño despedazar una hormiga sólo para ver qué pasa, para oírte gritar o ganarse un castigo. Lejos de cualquier afiliación o despliegue de violencia, lo que vi en Hatred fue un juego infantil que se tomaba demasiado en serio a sí mismo. El tráiler era tan exagerado en su dramatismo, tan desesperado por hacerse ver “adulto” o “atrevido”, que al principio pensaba que era un título cómico, que el protagonista abriría la puerta y habría payasos, globos y conejos brincando en una pradera de lindos colores. Mantengo mi opinión sobre el juego y, de hecho, el motivo por el que escribo este texto no es por su presencia sino por la discusión que se ha armado a su alrededor, por ese debate sobre la censura.

 

Pongámonos en contexto: hace unas semanas la división australiana de Target, una cadena de supermercados, decidió dejar de vender GTA V tras una petición que había reunido decenas de miles de firmas acusando al título de Rockstar de violencia sexista. Poco después otra cadena, Kmart, decidió hacer lo propio. La discusión todavía sigue, dos semanas después: hay vídeos e hilos por internet hablando sobre cómo la violencia de GTA V no es sexista sino universal en su desprecio hacia la humanidad, se han escrito varios artículos discutiendo la censura de los videojuegos o la capacidad de solicitar esa misma censura y un largo etcétera. Esa gente olvida que estamos hablando de Australia, país que parece querer educar a sus ciudadanos como a niños pequeños y que ha censurado tantos juegos que he perdido la cuenta, pero aún así las palabras “censura” o “eliminación” todavía es un ascua candente capaces de derivar en un incendio y todavía más discusiones.

 

Demos un paso atrás, volvamos a Boogie2988. “Hay librerías por todo Estados Unidos vendiendo libros violentos y controvertidos como Lolita o Rabia, de Stephen King, que por cierto va sobre un tiroteo en una escuela. Netflix es lo suficientemente valiente como para traer una película como El Ciempiés Humano 2, que es increíblemente ultraviolenta y YouTube está dispuesto a ir a juicio para defender el derecho a expresarse de la gente con vídeos ridículamente violentos, desagradables e hiper sexualizados. Necesitamos eso en los videojuegos”, explica en su vídeo. Al decir que iba a escribir esta noticia mi estimado compañero Rafa del Río se apresuró en mencionar tres películas polémicas pero de culto: American Psycho, La Naranja Mecánica y American History X. Ahora es cuando entramos en terreno fangoso y hay que matizar, porque la gran diferencia entre esas películas y Hatred es que tienen algo que decir.

 

Bueno, quizá American Psycho no. Esa no la he visto.

 

 

Hatred es, en el sentido más estricto, violencia por la violencia. Si tiene un mensaje no creo que vaya más allá de “el mundo es una mierda y por eso todos merecen morir”. Gran reflexión, sin duda; contribuirá mucho al zeitgeist. Pero si miras American History X verás una crítica a la filosofía neonazi, una película que habla sobre cómo esa ideología se perpetúa y mantiene a través de ciclos interminables y que sólo acaba cuando una de las partes sufre. Lolita es una obra sobre la lujuria, La Naranja Mecánica habla sobre los límites de la libertad y la reforma de los criminales al mismo tiempo que deforma los estamentos más viciados de la sociedad para mostrar un mundo sin esperanza.

 

En Hatred matas a peatones.

 

Pero tampoco quiero tener una mentalidad decimonónica. No me gusta pensar que sólo las obras que aporten algo tengan una raison d’être porque entonces ¿cuál es el límite? ¿Qué significa “aportar”? ¿Se puede aportar cualquier ideología? No, no me gusta ser tan pragmático porque eso sí que lleva a una mentalidad censora. Y, sin embargo, soy incapaz de defender Hatred. Es cierto que Netflix vende El Ciempiés Humano 2 y que hay versiones sin censurar de películas como Las Colinas Tienen Ojos o El Museo de Cera, pero me importa bien poco su existencia o ausencia. Si censurasen El Ciempiés Humano 2 no creo que a nadie le importase. Si mal no recuerdo hubo una entrega de Saw que sólo se distribuía en cines X porque la película se consideraba demasiado violenta y no vi a nadie diciendo que el cine estuviese muriendo. Hatred tiene derecho a expresarse, pero la diferencia entre escuchar lo que tenga que decir o ignorarlo es nula. En Ratatouille el crítico Anton Ego decía que “la amarga verdad que los críticos debemos afrontar es que, a la hora de la verdad, cualquier producto mediocre tiene más valor que la crítica que lo tilda como tal”. No creo en esa afirmación y Hatred lo demuestra. Su presencia o ausencia es algo que me da igual y si mañana Steam se echa atrás y vuelve a subir el juego a Greenlight eso no supondrá nada para mí. Hatred y yo vibramos en ondas diferentes del mismo modo que ocurre con el cine snuff. Nadie lo echará de menos si no está y a nadie le va a importar que esté. Puedes llamarlo censura si quieres. Yo lo llamo irrelevante.


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