El contenido expandido de Persona 5 Royal no tiene sentido dentro de su universo

Atención, humano: si has llegado hasta aquí sin haber terminado Persona 5 te recomiendo encarecidamente que te des la vuelta, porque este post está plagado de spoilers. 

 

No pocos saben que Persona 5 Royal esconde una ampliación a la que puedes llegar si consigues el máximo nivel de confidente con uno de los personajes nuevos (el doctor Maruki) antes de noviembre, así como llegar hasta el nivel 8 con Goro Akechi, el asqueroso detective del que tanto me he quejado en redes. Y lo que está claro es que, aunque Atlus se ha esforzado por darle coherencia a esta expansión y darle la sensación al jugador de que todo tiene sentido, hay un enorme gazapo que hace que esta expansión pierda, inevitablemente, parte de su coherencia. 

 

 

En el contenido original del juego, tras derrotar a Shido, descubrías que el verdadero mal se escondía en lo más profundo de Mementos en forma de un dios encarnado de los pensamientos negativos de la gente. Tras enfrentarte en una batalla colosal en la que el Trickster demuestra ser comparable al diablo, destruyes por completo al núcleo de mementos y por tanto, cualquier cosa relacionada con los Palacios. 

 

Persona 5 es muy clara con el tema, y mientras vuelves al mundo real solo para ver que tu máscara y trajes han desaparecido y que Mona ha empezado a desvanecerse en el cosmos universal, acompañarás a tus amigos en una auténtica despedida llena de lamentaciones y tristeza al comprobar que la aplicación del navegador que te permitía entrar en palacios y en el metaverso, ha desaparecido. 

 

 

 

Con esto Persona 5 cerraba perfectamente su hilo argumental al reutilizar precisamente la aplicación del navegador como símbolo de que se han acabado nuestras aventuras y nuestro juego. De una forma recursiva (ya que la aplicación era precisamente lo que abría el argumento del juego), la imposibilidad de volver al metaverso queda patente cuando le desaparece a todos el icono del móvil. Oportuno, cuidado y sin duda coherente. 

 

Pero en su intento de ampliar los contenidos y crear un nuevo villano que, seamos sinceros, es muy interesante y está bien construido precisamente por el hecho de que esconde buenas intenciones detrás de su manipulación de la realidad, Persona 5 Royal incurre en un tremendo fallo ya que, a pesar de haberte sacrificado por acabar con el metaverso, este sigue existiendo solamente por necesidades del propio guion. 

 

 

 

El razonamiento que nos dan en el juego está muy cogido por pinzas ya que establecen que el doctor Maruki ya tenía un Palacio y estaba modificando la realidad antes de acabar con el Santo Grial, lo cual explicaría por qué su laboratorio mental sigue en pie. Pero si eso fuera así ¿es Maruki el único palacio en pie que quedó después de nuestras aventuras? ¿No existen decenas de políticos corruptos, miembros de mafias y otra serie de villanos a cuyos palacios no hemos podido ni siquiera acercarnos? ¿Eso quiere decir que Mementos sigue existiendo aunque haya desaparecido de nuevo el navegador? 

 

Es posible también que Maruki, al modificar la percepción y la realidad de los villanos, haya destruido de esa forma también sus deseos corruptos o sus disonancias cognitivas y de esa forma haya acabado, sin pretenderlo, con otros señores de los palacios, pero de la misma forma que tú sigues obteniendo peticiones de Mementos mientras estás en la realidad de Maruki, es absolutamente imposible que su capacidad de gestionar las realidad de la población haya llegado a captar a todo potencial villano posible. 

 

 

 

Evidentemente, cuando estas cosas pasan, simplemente tomas aire y decides que son concesiones de la historia para poder disfrutar de unas cuantas horas más de diversión, pero todo se habría arreglado de una forma muy sencilla. Si simplemente en el momento en el que vuelves a la realidad y mementos parece desaparecer, dejases la aplicación en su sitio, habrías generado una duda más que razonable que conectaría perfectamente con la historia. 

 

Está claro que esto no destruye por completo un juego en el que he invertido 110 horas de mi vida, pero sí que, al final de todo, lo hace menos perfecto. 

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