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El cinismo y Ubisoft

¿Cuánto aprenderemos de sus malas prácticas?
Por Dayo

La recepción de Assassin’s Creed Unity parece el desagradable punto final a una retahíla de chascos y polémicas que ha protagonizado Ubisoft en estos últimos meses. “Con Assassin’s Creed Unity, Ubisoft termina por demostrar que cuando una compañía decide hacer juegos como churros, eso es justo lo que sale”, versa un tuit. En Forbes puede leerse un artículo titulado “Enhorabuena Ubisoft: sois los nuevos EA”. Si había un fondo al que la compañía podía caer, parece ser este.

 

Y aún así me pregunto cuáles serán las consecuencias.

 

Mi estimado compañero Bruno Louviers habla sobre cómo el hambre de hoy recompensará mañana y que EA pasó por mucha mierda pero gracias a eso Battlefield Hardline se está retrasando para asegurarse de que funcione como Dios manda desde el principio, pero yo no soy tan positivo. Quizá sea porque tengo un día de esos y he visto demasiado odio, asco y mierda que se han traducido en cinismo. Puede que se haya colmado el vaso finalmente, no lo sé, pero el gran peligro de encontrarnos en esta situación es que no aprendamos de ella. De hecho no creo que ocurra.

 

Ubisoft ha hecho lo que ha querido. Ha impuesto sus formas para los embargos de análisis, ha engañado y buscado excusas una y otra vez para bajar los estándares de sus juegos que, por cierto, tiene anualizados o peligrosamente cerca de serlo. Y aún así Watch Dogs vendió millones de copias y seguramente Assassin’s Creed Unity le siga el ejemplo. Y si no, pues pasará un año y volverá la saga recalcitrada para que los detractores cierren la boca, igual que parece haber ocurrido con Call of Duty: Advanced Warfare.

 

La historia es cíclica y temo que nuestra industria también lo sea. Electronic Arts fue declarada durante dos años consecutivos la peor compañía de los Estados Unidos y hoy, a pesar de que Battlefield 4 siguiera recibiendo parches hasta hace pocos meses si es que todavía no quedan aspectos por resolver, a pesar de su fría visión de los videojuegos como un producto a vender y explotar, vuelven a ser bien recibidos por el público.

 

Quizá sea hora de cambiar los estándares, sacudir la fórmula. Abandonar las expectativas del hype, dejar de ver los videojuegos como algo funcional y contemplarlos como la expresión creativa que son. Recordar las malas formas de la industria para no salir a comprar el juego de una compañía que ha mostrado mala praxis antes de ver la opinión de la prensa, exigir más a la industria en vez de perdonar con tanta facilidad. Hoy Ubisoft es tan odiada como lo ha sido Electronic Arts, pero este intercambio pacífico seguirá y mañana quizá sea Activision, quizá Konami, quizá de nuevo Electronic Arts. Y llegará Dragon Age 6 y Valiant Hearts 4 y el año que viene podremos esperar algo sobre las líneas de Assassin’s Creed Rebellion y ¡mirad, han vuelto los barcos!

 

No.

 

La única forma de romper el ciclo es rompiendo con los patrones que sostienen ese mismo ciclo. Hay que explotar el cinismo, reivindicar la sospecha. Porque si no saldrá Watch Dogs 2 y venderá mejor que el anterior. Y entonces ¿qué habremos aprendido a largo plazo? ¿De qué servirán nuestras voces?


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