E3 2017 - ¿Puede un remake estar en los GOTY?

Si tras las conferencias de la cita angelina Microsoft se ha convertido en la abanderada de la retrocompatibilidad en consolas, Sony ha hecho lo propio en cuanto a los remakes. Tras Ratchet & Clank, el anuncio de Final Fantasy VII: Remake y el inminente Crash Bandicoot N. Sane Trilogy, nos llega la confirmación de que en 2018 recibiremos el tercer estreno de Shadow of the Colossus, contando el original y el remaster HD.

 

Uno de los videojuegos que mejor rescata el concepto de la épica clásica se verá actualizado gráficamente en lo que, a juzgar por lo visto, parece un título que podría tomar el código del original de genDESIGN (el entonces Team Ico). El mismo juego con mejor cara. El trabajo de Bluepoint se parece mucho al que ha hecho Vicarious Visions con la trilogía del marsupial, donde solo se han permitido ciertas licencias en cuanto a coleccionables y cambios cosméticos. En resumen, uno de los imprescindibles de la década pasada regresará el año que viene. ¿Qué hacemos al analizarlo?

 

 

Muchas y muchos pensaréis que la respuesta rápida a esa pregunta debería ser algo similar a ‘analizar qué cambia, repasar cómo aguanta el paso del tiempo y valorar si es un cambio justificado’. Estoy de acuerdo con eso, en parte. Las recientes declaraciones de Sony nos hablan de ‘un remake con el mismo contenido del original, pero donde los recursos se están diseñando de nuevo’. Es decir, hay cambios sustanciales que pueden afectar al control de Wander y de Aggro y, por ende, no estamos ante el mismo juego.

 

Esto es algo que se multiplica exponencialmente con lo que se está haciendo con Final Fantasy VII: Remake. Tetsuya Nomura y Square Enix apostarán por un título que saltará a lo episódico, donde además se abandona el combate por turnos por algo más parecido al ARPG. Tienes la misma historia pero no la juegas igual. No es algo baladí, no cuando en un videojuego el componente principal es tu interacción con la obra y en casos así cambia radicalmente. Todos queremos probar experiencias nuevas, pero dudo que eso quite valor a la posibilidad de jugar mejor, jugar distinto, a las que ya conocemos.

 

 

Lo que vengo a decir es que no tengo claro si los mejores juegos del año deben estrechar el cerco a solo aquellas obras inéditas, genuinas. El año pasado, CD Projekt RED se llevó más de un premio con Blood and Wine, un DLC de The Witcher 3: Wild Hunt que se juega prácticamente igual, pero nos cuenta algo totalmente nuevo. Si hemos dado el salto a considerar que las nuevas historias merecen mención aunque el core del juego no cambie… ¿por qué cuesta tanto plantear esto a la inversa? Me gustaría saber qué opináis al respecto.

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