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Disney Infinity. Más allá de la creación, El Juego

El viejo espíritu de los ochenta
Por Rafa del Río

Hay un capítulo de Phineas y Ferb que siempre me ha hecho gracia. En él sale un juego de consola en el que hay que saltar y agacharse para esquivar. '¿Y cómo se llama el juego?' pregunta Phineas. 'Saltar y agacharse', responde su dueño, Bufford.

 

La anécdota, como anécdota, es una chufa, pero demuestra lo fuerte que sigue pegando el viejo concepto del videojuego incluso a día de hoy cuando las mentes preclaras de Povenmier y Swampy, los dos genios tras la serie de animación, siguen aferrándose a él en sus creaciones. 

 

1p4Povenmire y Swampy. Seguramente os suenen por Love Händel

 

Sin tiempo para crear.

Éste año, entre otras muchas cosas, los reyes magos me trajeron un starter kit de Disney Infinity 2.0 con un par de figuritas y dos toy boxes, uno de Stitch y el otro de Mérida -la de Badajoz no, la de Brave-. La puesta en escena del juego me fascinó, con una intro jugable espectacular en la que varios personajes Disney mezclaban sus habilidades para demostrar de todo lo que era capaz el juego: Buen doblaje, buena música y, por muy cabrónque fuera el tito Walt, toda la magia de la factoría Disney

 

Ni que decir tiene que la niña se lió a dar saltos con el juego 'de las chispitas' -cosas de su madrina, que tuvimos la suerte de que nos viniera a visitar en reyes y le dio por bautizar el juego al grito de '¡¡coge las chispitas, Rafa, que se escapan!!' Ya os dije lo de la magia Disney-. Me puse a explorar todo el mundo Infinity en forma de juego de bloques, pruebas, retos y decora tu propia casa... y tu propio universo. 

 

Lo reconozco, pronto me quedé descolgado. Me gusta jugar y crear como al que más, pero desgraciadamente el tiempo de juegos es inversamente proporcional a los deberes, las obligaciones y los años cumplidos, y uno cumplió los 37 la semana pasada y ya está mayor. ¿Resultado? Tuve que dejar a un lado 'el juego de las chispitas' para mala cara de mi hija, que me la lió bastante los primeros días.

 

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El viejo espíritu de los 80

El caso es que el otro día me dio por darle una nueva oportunidad y, en vez de entrar en mi universo a seguir trabajando en los apliques del techo y los alicatados del baño, opté por visitar los universos, retos, pruebas y misiones creados por la comunidad...

Y, oh, tío, así sí merece la pena.

En cuestión de minutos recordé el viejo espíritu de los 80, ese al que aluden Swampy y Povenmire, el de 'el juego por el juego' sin preocuparte por nada más. Porque sí, Disney Infinity 2.0 es todo eso, un título en el que crear y jugar como en un cajón de arena, con tus personajes favoritos de Disney, o un puñado de mundos por investigar en los que el argumento no es necesario y todo se reduce a cumplir retos, explorar y, como diría Bufford 'saltar y agacharte' -bueno, y conducir, disparar, disfrazarte... pero ya entendéis el tono-.

 

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El poder de la comunidad

No me malinterpretéis, seguramente Disney Infinity -o LittleBigPlanet o Minecraft- no sea el juego de vuestros sueños, pero cuando lo que buscas es mantener a la peque un rato distraida y, lo que es más importante, compartir tu afición con ella, es un título sobresaliente. Un juego que te permite elegir tu forma de disfrutarlo con la absoluta seguridad de que no vas a encontrar nada que pueda fastidiar su afición futura. 

 

Y ahí entra en juego el poder de la comunidad: Los juegos de Lego me encantan para compartirlos con mi hija, pero son títulos que antes o después se acaban y ya no tienen nada que ofrecer. Disney Infinity, sin embargo, es un título vivo, un juego que se reconstruye a sí mismo gracias al trabajo de todas las personas que invierten horas en hacernos disfrutar a cambio de un comentario amable o una valoración positiva, y esto es estupendo: Es la creación por la creación, el compartir por el mero placer de compartir y el disfrutar con el trabajo de otros sabiendo que siempre habrá algo nuevo cuando mire. 

 

Y eh, algún día, cuando mi hija pueda ayudarme a alicatar los baños de mi universo propio, podremos aportar nuestro granito de arena antes de que sea ella la que decida qué mundos construir, visitar o abandonar... Y a mí, estas tontunas me emocionan.

 

¡Nos leemos!


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