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De la revista ZX al embrollo de los Doritos

Historias de la prensa
Por José Manuel Fernández "Spidey"

Mucho ha llovido desde que eso de los marcianitos hiciera acto de presencia por estos lares. Paralelamente, las publicaciones que comenzaban a tratar esto del ocio electrónico comenzaban a asomarse tímidamente, desconfiando de un mercado repleto de incertidumbre. Al fin y al cabo estábamos a principios de los ochenta, con una España que todavía tenía la dictadura fresca y con las ideas bastante confundidas. En este sentido, no cabe duda de que la explosión creativa que supuso la llamada movida madrileña ayudó lo suyo a promulgar los asuntos informáticos en las juventudes de aquellos entonces.

 

Situémonos en el año 1983 para ver -no muchos días después de que saliera a la venta el magazine Ordenador Personal- el nacimiento de la revista ZX, dirigida como no podría ser de otra manera a los usuarios de las primeras computadoras domésticas de Sinclair que llegaron a la piel de toro. En ella se trataban principalmente temas de índole “serio”, sobre todo concerniente al aprendizaje del ejercicio de la programación, pero también se hacían algunas referencias a los pocos videojuegos que por aquellos entonces salían para el ZX Spectrum. Sin embargo, la revista sería rápidamente desplazada por otra que, tratando el mismo asunto, asumía con optimismo y magníficos contenidos el tema de la informática más divertida. Había nacido MicroHobby.

 

Revistas de antaño

En su función lectiva, MicroHobby era verdaderamente ejemplar. Enseñaba a programar a sus lectores de forma amena y eficaz, haciendo también hueco en sus páginas del cada vez más abultado catálogo del ya por entonces popular Spectrum. Así, la sección destinada a las reseñas de videojuegos crecía y crecía, y la editorial, Hobby Press, se percató de que el asunto iba a más. Es entonces cuando salió al mercado Micromanía, publicación destinada única y exclusivamente al mundo del videojuego, centrándose en todos los sistemas de ordenadores que convivían en España, o sea, Spectrum, Amstrad CPC, Commodore 64, MSX y, más adelante, Atari ST, Amiga, PC y, de refilón, las consolas.

 

El mercado, inquieto como él solo, no se quedó ahí. Otras editoriales trataron de aprovechar el tirón informativo que promovía la nueva moda de los marcianitos, y de ahí que la editorial Planeta DeAgostini lanzaría la serie Input, con Input Sinclair, Input Commodore e Input MSX, todas ellas basadas en unos fascículos ingleses sobre programación. Simultáneamente, Manhattan Transfer pondría en los quioscos MSX Extra y MSX Cub de Programas, ambas centradas en el robusto estándar japonés. También lanzarían -y de forma muy efímera- la caótica Megajoystick, impreso donde se mezclaban videojuegos de todos los sistemas sin ton ni son. Los ordenadores Amstrad CPC también recibirían sus propias publicaciones, a la usanza de Amstrad User, Amstrad Semanal o Amstrad Sinclair Ocio, revista esta última que, con la llegada de los ordenadores de 16 bits y las consolas se transformaría en Megaocio.

 

Input

Algunas aparecían, otras caían al poco tiempo… en los ochenta el mercado de la prensa del videojuego tenía una actividad sobrecogedora, y era fácil ver en los kioskos toda una sección ocupada por la informática de aquellos entonces, donde los videojuegos tenían un papel muy, pero que muy importante. Ni siquiera en los tiempos álgidos de la primera PlayStation (con publicaciones como PlanetStation, PlayStation Magazine o Playmanía) se pudo vivir algo así… lo cual es decir mucho. En cualquier caso, esta etapa dio lugar a multitud de anécdotas y curiosidades varias, que bien pueden ir desde la triste despedida de MicroHobby (con el Spectrum en su lecho de muerte, dejando sitio para que naciera Nintendo Acción) hasta el peculiar caso de piratería de un jerifalte de las revistas Input, al cual un representante de la distribuidora de Konami en España lo vio vendiendo copias de sus productos en el barcelonés mercadillo de San Antonio. Situaciones que, desde la distancia, se ven no sin cierta melancolía, añorando un tiempo en el que el hecho de tener el papel en la mano era verdaderamente importante.

 

Nada que ver con la actualidad, en la que internet prácticamente ha aniquilado el antaño boyante negocio de las revistas de videojuegos, con páginas web y blogs que llevan al usuario la inmediatez de la actualidad a coste cero. Por ahí únicamente colea una Hobby Consolas que muy poco tiene que ver con la que comenzara en los albores de las consolas de 16 bits, compartiendo espacio con publicaciones como la juvenil Nintendo Acción, PlayManía o, haciendo la competencia a Axel Springer -la actual propietaria de los productos de Hobby Press, que no está en sus mejores días-, la arriesgada (por su precio) Games TM. Atrás parece que hemos dejado la maravillosa (aunque a veces forzada) localización a nuestro idioma de la magnífica Retrogamer o la excesivamente poco independiente Marca Player.

 

revistillas

 

Toda esta parrafada retrospectiva viene a cuento de que, visto lo visto, la prensa del videojuego ha cambiado sobremanera. En muchos sentidos, creemos que con internet ha ganado en libertad y madurez, ha puesto por fin la subjetividad más pura en las pantallas, y ha sido determinante para que, de la mano, la industria productora de software crezca de manera salvaje. No obstante, existe una armonía entre ambas facciones (editoriales y publishers de videojuegos) que prácticamente han terminado navegando de la mano, haciendo a las unas dependientes de las otras y viceversa. Con el paso del tiempo, es fácil determinar quién baila al son de las distribuidoras y quién no, pero se está extendiendo la aniquilación de la objetiva verdad a favor de una armonía empresarial que solo termina fastidiando al usuario final. Recuerdo en las MicroManía de antaño contemplar cómo no había reparos en definir a un lanzamiento de lamentable mientras en el mismo número existía publicidad a toda página de ese juego... y hoy, casos como el reciente Dorito's Gate dicen justo lo contrario, dejando a las claras mucho de lo que ocurre realmente; y os puedo asegurar que en España no es para menos. Afortunadamente, servidor sigue poniendo la mano en el fuego si hay que apostar por la imparcialidad y el buen hacer de MundoGamers... ¡he dicho!


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