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Zoe Quinn, mentiras, corrupción e integridad

No se aguantará por siempre
Por Toni Piedrabuena

Hace casi dos años Rab Florence sacudió con tanta fuerza el periodismo de videojuegos que, desde entonces, los Doritos y el Mountain Dew son símbolo de la dejadez y las malas formas de aquellos profesionales que lo son todo menos periodistas de videojuegos. Dos años son mucho tiempo y el mundo no podía estarse quieto. Tarde o temprano tenía que volver a ocurrir algo que pusiera en entredicho esta profesión. Hace una semana aparecieron acusaciones hacia Zoe Quinn, autora de Depression Quest, por haberse acostado con cinco personas, uno de ellos periodista de Kotaku y otro sonidista y miembro del comité de Night Games en Indiecade (que ha premiado a Depression Quest, lo cual sólo empeora la situación) y por supuestamente haber exagerado la que fue una de las principales polémicas sobre el acoso femenino en 2013.

 

“Periodismo”.

 

“Videojuegos”.

 

Mi entrada en este mundillo fue bastante más cutre de lo que esperaba. Solicité entrar en una página, me pidieron que les mandase un videoanálisis y voilà: era un periodista de videojuegos. Igual que Bruno Sol, que ya escribía sobre el medio cuando yo todavía no sabía ni mi nombre. Recuerdo la llamada que me proclamó como tal: la recibí en la entrada de mi casa. Fueron apenas cinco, diez minutos. “Periodismo de videojuegos” es muchas veces visto como un colosal oxímoron y esto no es ninguna novedad. En el escritorio de mi Mac guardo un artículo de la Amiga Power de 1995 donde ya se habla sobre análisis comprados. La gente desconfía de la prensa generalista ¿cómo van a fiarse de nosotros, que nos acercamos tan peligrosamente al sensacionalismo?

 

A veces nos olvidamos que somos personas y la gente puede ser de todo. Hay mentirosos, hay cretinos, hay ladrones y hay santos. Hasta ahora me parece que hemos dado por sentado que, salvo los viles directivos de las megacorporaciones en el AAA, todos son unos ángeles inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

 

Salvo Phil Fish.

 

Aunque también él se ha hecho famoso por insultar a la gente.

 

Sí, es difícil defender esto...

 

El doritogate mostró que Lauren Wainwright era una mentirosa cuando negó haber trabajado para Square Enix como PR (cuando en realidad lo hizo) o haber analizado ningún título de Tomb Raider (cuando en realidad lo hizo) además de amenazar a Eurogamer con demandarles si no editaban el texto de Rab para quitar las menciones hacia su persona. Jim Sterling y Total Biscuit han expuesto casos de desarrolladores que borraban mensajes negativos y censuraban a la gente para vender un juego infumable. Es una pequeña dosis de realidad pero, como una gota de petróleo, basta para contaminar nuestros pensamientos y sospechar que, quizás, Zoe Quinn hubiera exagerado realmente. Tras marcharse de Eurogamer por escribir su artículo, Rab llegó a tuitear que se había ganado la enemistad de la prensa británica, a lo que sería de esperar encontrarse con algo de oposición otra vez.

 

Sin embargo ¿implica eso que sea cierto?

 

Las alegaciones de manipulación hacia Quinn se basaban en que todas las pruebas mostradas sobre el supuesto acoso eran dos posts en un foro perdido en internet llamado Wizardchan. He entrado ahí y os puedo garantizar que esa gente le tiene más miedo a una mujer del que ella les pueda tener: muchos hilos tratan sobre ineptitud social, soledad, fracasos en la vida e intentos o deseos de suicidarse. Si ellos me insultaran en un post les abrazaría porque son gente ciertamente miserable y cualquier cosa que me puedan decir se lo han hecho peor a ellos. Quinn también alegó haber recibido llamadas amenazadoras y correo de esos acosadores ¿quién sabe cuánto sería? ¿Quizá una sola caja con un vibrador y un par de llamadas gritando “putón” y luego colgando? Sigue siendo acoso, y no se lo deseo a nadie, pero de ser así no es la invasión a la privacidad que nos habían vendido. No es nada comparado con lo que puede hacer 4chan si se pone en serio. No es nada comparado con las decenas, cientos de amenazas de muerte que recibieron los miembros de Gainax tras terminar Neon Genesis Evangelion. De ser así, implicaría que se ha ganado un nombre basándose en una exageración y que su historia es un hecho aislado a manos un grupo de inadaptados sociales que ni siquiera tienen que ver con su medio (Wizardchan nació como un foro dedicado a El Retorno de las Brujas) y no la manifestación de la vil máquina de odio y machismo que, dicen, es la comunidad de jugadores.

 

El único texto de un medio prominente que se me ocurre que hable sobre esto está en Forbes. Es un texto excelente pero, en lugar de hablar sobre la propia polémica, se centra la situación del periodismo de videojuegos y la visión que se tiene del mismo. Mirando el panorama es evidente que hay un silencio intencional y que nadie de entre los grandes medios dirá una sola palabra para hablar abiertamente sobre este asunto.

 

El problema llega cuando Internet empieza a interpretar esto: “Si la prensa de videojuegos está compuesta por un grupo de vendidos porque haya publicidad de un juego y luego le pongan notas altas, entonces debe ser también un grupo de nepotistas donde no se permite que nadie acose a nadie de su hermandad. Se cierran en banda y no están dispuestos a atender a razones ¡es evidente que están conspirando!”

 

No.

 

El complot al completo.

 

A menos que trabajes para la Cuore, no vas a escribir sobre quién se acuesta con quién porque eso no le interesa a nadie. Quizá los grandes medios hayan hablado de este asunto en privado, concluido que se están inventando lo de Zoe Quinn y pasado a otra cosa. Pero por cómo lo han decidido afrontar, sólo empeora la imagen. Sólo he visto dos periodistas que hayan afrontado la polémica directamente: Jim Sterling, que pide esperar a que todo termine para ver qué demonios ha pasado, y Stephen Totilo, director de Kotaku, que escribió un breve texto sobre cómo no hay relación entre el hecho de que uno de sus periodistas se haya acostado con Quinn y la cobertura de su título. Pero internet necesita más que unos pocos párrafos ahora mismo: hay que explicarlo todo, desmenuzarlo detalladamente para que no se deslicen por las grietas y vuelvan a sospechar. Es precisamente lo que ha pasado.

 

El resto es silencio o gritos. La prensa da por sentado que Zoe tiene razón o se niega a hablar del asunto, Internet da por sentado que la prensa está compuesta por corruptos y, aunque seguro que hay un par de profesionales con un código cuestionable, también cabe la inmensa probabilidad de que todo esto sea una montaña hecha sobre nada. Es probable que Zoe fuese acosada, que sólo sean amigos y nada más y que en realidad esto no afecte de ningún modo a la cobertura que está teniendo.

 

Pero si hay algo que Internet se niega a hacer, es olvidar o rendirse. Hay decenas y decenas de imágenes y collages relacionando estos eventos, llamando la atención sobre las prácticas de muchos periodistas. Llegados a este punto la situación se nos ha ido de las manos. Esto roza con las teorías conspiranoicas. “Este periodista habló con el creador de Gone Home y luego le dio una buena nota ¡Seguro que llegaron a un acuerdo y es un vendido!” “Este otro ha contribuido a la campaña de Kickstarter de Oculus Rift y no para de escribir sobre el aparato ¡está manipulando la información!”. Además de esto aparecen varios posts supuestamente escritos de forma anónima por desarrolladores independientes o periodistas que critican a Zoe, hablando sobre cómo es una mujer capaz de destruir carreras y que se lanza contra cualquiera que le lleve la contraria. De ser cierto es una acusación grave, pero también podrían ser perfectamente una invención. Hay gente capaz de inventarse una elaborada historia o manipular los hechos sólo para ver cómo arde el mundo. Esos son los trolls de verdad, los que había antes de que la palabra degenerase hasta convertirse en “bromista de pacotilla” ¿cómo puedo fiarme cuando las acusaciones vienen justo de ese bando?

 

Mirad, tengo que confesaros algo: he sido un niño malo. Descubrí Dead Synchronicity: Tomorrow Comes Today, un juego hecho por españoles y me interesé hasta el punto de que quería escribir algo sobre él. Me puse en contacto con sus creadores y les visité para hacer un videorreportaje sobre el juego y su desarrollo. Algo parecido ha pasado con OMORI, un juego que si mal no recuerdo me descubrieron a través de Twitter y que me llamó poderosamente la atención, así que escribí un par de correos a su creadora y la entrevisté. El análisis de Nihilumbra fue una sugerencia de BeautiFun, mantuve el contacto con su PR y entrevisté a su creador en la Madrid Games Week, además de hablar con él sobre el desarrollo de videojuegos y su estudio.

 

Si lo habéis visto, sabréis que no pienso que Nihilumbra sea lo mejor que nos ha ocurrido desde los sándwiches de Nutella.

 

¿Y si me hubiera gustado?

 

Lo pondré así: ya conocía a Anothink desde hace meses cuando analicé su título The Interview y había charlado con él por Twitter (aunque no personalmente). Él es un youtuber, uno con muchos más subscriptores que yo, y me cae bien. Si su juego me hubiera parecido bueno y el caso de Zoe Quinn se diera en España, alguien podría coger nuestros tuits y ponerlos como prueba de amiguismo cuando la única verdad sería que su juego me parece bueno.

 

Conocer a gente de la industria es algo inevitable cuando eres periodista y vas a eventos, haces entrevistas y demás. Todos queremos llevarnos bien con la gente, así que no hay motivos para ir a malas. Una amiga mía es PR, sin ir más lejos, pero eso no ha impedido que critique, y mucho, las decisiones de su compañía porque intento separar mi vida personal de la profesional. El problema es que Internet está sacando conclusiones muy rápido y está ignorando uno de los principios más básicos que existen: la correlación no implica causalidad.

 

Quizá haya ocurrido. Este es un mundo frío, cruel y lleno de bastardos manipuladores. Cabe la posibilidad de que realmente Zoe se haya acostado con ese periodista para ganarse su favor o que realmente se hubiera hecho la víctima para llegar hasta arriba. Es posible que sea una miserable capaz de acabar con la trayectoria de alguien sólo porque le mire mal. Basta con mirar cualquier libro sobre anécdotas de Hollywood para ver el pozo de mentiras, puñaladas traperas, favoritismos y engaños que es ¿por qué los videojuegos iban a ser distintos?

 

Pero ahora mismo da igual. Da igual porque ninguno de los dos bandos se va a mover. La prensa se niega a hablar de ello porque considera que Internet está plagado de quejicas misóginos e Internet no deja de encontrar nuevas “pruebas” para retroalimentar su idea de que los periodistas de videojuegos somos un grupo insalvable. Pase lo que pase, ahora Zoe Quinn está en boca de todos y muchas de esas voces están hablando mal de ella. Hay fotografías de Quinn desnuda en internet: basta con hacer una búsqueda rápida en Google Imágenes. El acoso ahora es más que real y basta echar un vistazo rápido para contemplar el odio de ese grupo vocal hacia Quinn. Cualquier rastro que pudiera haber, de existir, parece haberse perdido y ahora lo único que queda es un puñado de gente gritando en torno a nada. Hace unos días dije que el mejor movimiento era no jugar y que todos debíamos callarnos. He mentido porque el odio y el silencio han seguido y esto parece empeorar a cada día que pasa. Pero he pagado el precio y ahora estoy deprimido. A cada persona que dice que no es nada encuentro algo que parece probar lo contrario, y a cada sospecha que surge alguien demuestra que esa gente se equivoca. Todo es un lío. Acabe como acabe, ya sea por acoso o corrupción, este es un triste capítulo en nuestra historia.


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