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ZeniMax, dispuesta a enfrentarse a Facebook en los tribunales

La magia de Nintendo
Por Julián Plaza

Mayo está siendo un mes interesante para los periféricos y la tan ansiada realidad virtual. Por un lado Sony se sorprende por las ventas de la cámara PS4, por otro, Microsoft relega a Kinect a un 'del salón, el águlo oscuro, tal vez de su dueña olvidada', y finalmente Oculus, que había recibido una potente inyección de pasta por parte de su nueva propietaria, Facebook, se enfrenta a una demanda judicial por apropiación indebida de secretos empresariales

 

Espías como nosotros

Que el espionaje empresarial es una constante en el mundo de los videojuegos no es nada nuevo. No hay más que ver cómo los títulos rivales avanzan a la par para ver que hay algo más que comunicación entre empresas. Pero cuando esa comunicación va más allá de los contenidos de un determinado título y recae sobre elementos que requieren una investigación más profunda, la cosa cambia varios enteros y se convierte en un asunto grave.

 

Eso debieron pensar los responsables de ZeniMax Media, empresa matriz de id Software, cuando la marcha de John Carmarck de id a su nuevo puesto en Oculus VR les llevó a enviar un par de notas formales a la desarrolladora de la realidad virtual y a la compañía de Zuckerberg en las que advertían que Carmarck, quién había sido contratado en agosto, estaba usando tecnología desarrollada en id Software para el prototipo de Oculus Rift, y que la propiedad intelectual de dicha tecnología pertenecía a ZeniMax Media.

 

John Carmack... Y no se me ocurre nada más, a riesgo de demanda.

 

La cosa tiene miga...

Todo empezó a principios de 2012. En ese momento, Palmer Luckey, actual presidente y fundador de Oculus VR, trabajaba de mindundi en un proyecto de realidad virtual con un grupo de investigación en la universidad de  Southern California. Según apunta The Wall Street Journal, John Carmack, que en ese momento trabajaba como programador de ZeniMax Media, se puso en contacto con Luckey, quien le envió un prototipo de sus gafas de realidad virtual

 

En junio de ese mismo año, Carmack mostraba un prototipo modificado de Oculus, tanto en las oficinas de ZeniMax como en el E3 de Los Ángeles, y era grabado en un vídeo diciendo haber desarrollado un software específico para el producto que convertía a Oculus en un proyecto viable.

 

Carmack presentando su prototipo modificado. Parece una escena de 007: 'No me detendrás, Bond'

 

Mientras tanto, Luckey no perdía el tiempo y fundaba Oculus VR, empresa que sufrió un crecimiento desmesurado incluso para los canones de Silicon Valley. Tres meses después -agosto de 2012-, viendo que Oculus VR estaba aprovechando el software que Carmack había desarrollado en la compañía como trabajador de la misma, ZeniMax trató de cobrar por ese trabajo y la propiedad intelectual que de él se derivaba, sin que se llegara a ningún acuerdo. 

 

Tras meses de negociaciones infructuosas, en verano de 2013, John Carmack abandona id Software y entra a trabajar en la empresa Oculus VR, que posteriormente contrata a cinco trabajadores más de ZeniMax Media. ZeniMax, mosqueada, pide formalmente a Carmack y sus nuevos compañeros que no usen la tecnología de realidad virtual que se desarrolló en sus oficinas.

 

Un mes después, marzo de éste año, Zuckerberg declara su intención de hacerse con Oculus, y en menos de dos meses compra la empresa, como ya sucediera con Whatsapp e Instagram. Los abogados de ZeniMax se ponen en contacto con los de Facebook para hacer valer sus derechos... Y finalmente, ayer 21 de mayo, ZeniMax media e id Software denunciaban a Oculus VR y su fundador, Luckey Palmer, por apropiación indebida de secretos empresariales.

 

Marc Zuckerberg se las ve venir. Suerte que tiene unos ahorrillos guardados.

 

La demanda, cumplimentada en el estado de texas, acusa a Luckey y su empresa de haber usado teconología de ZeniMax para crear herramientas de desarrollo para Oculus Rift, lo que supone una violación del copyright, del contrato, y una clara demostración de competencia desleal

 

Malas mañas no

Y lo cierto es que ZeniMax tiene más razón que un santo. Y no, no lo digo porque sean los papis de Bethesda y me interese que les vaya chachi para ver pronto Fallout 4 en el mercado. Lo digo porque, le moleste o no a Luckey, Carmack y Zuckerberg, es la cruda realidad. Cuando estás trabajando en una empresa, cualquier desarrollo, obra, trabajo o escrito que realices en horas de trabajo o con el equipo de la empresa sin reconocimiento y permiso expreso en contra de la misma pertenece, por contrato y por ley, a la empresa. Es obvio, lo contrario sería como pagar un sueldo a una persona por limpiar tu casa y que, en vez de eso, limpie la del vecino, que es lo que han hecho Luckey y Carmack.

 

Palmer Luckey. Más que afortunado, espabilado.

 

Pero la cosa es aún más sencilla: El propio Carmack reconoció haber desarrollado un software como programador de ZeniMax Media para convertir a Oculus en algo viable, presentó el proyecto en las oficinas de ZeniMax y, para más inri, emigró a Oculus VR junto a cinco trabajadores más del equipo. Está claro que la cosa apesta, que huele fatal, y que aquí hay derecho a una compensación, a una indemnización por los meses perdidos en concepto de intereses y a un par de collejas en forma de multa a Luckey y Carmack por pasarse de listos. Y Zuckerberg... Lo siento, colega, pero como nuevo responsable de la compañía te va a tocar pagar por todo.

 

A ver si así dejas de pedirme el número de teléfono por Facebook, tío cansino.

 

¡Nos leemos! 


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