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Xenoblade Chronicles y Final Fantasy VII, dos formas de hacer ciudad a través de sus personas

La beautiful people
Por Adrián Suárez Mouriño

Xenoblade Chronicles tiene pueblos y quiere que hables con sus gentes. Para ello prepara tres rangos que plantea diferencias entre sus habitantes. Hay personas con nombre propio, especiales y que tienen algo que contar relevante. Otras te dan misiones y las terceras son chusma sin nada que aportar. Esto resulta interesante por la manera tan propia y particular que tiene cada JRPG de construir ciudad en base a sus ciudadanos.

 

¿Qué es una ciudad en un juego de rol japonés? Es un espacio en el que el jugador puede recabar información sobre el acervo de esa zona, aprender algo más de la historia del título y profundizar en detalles concretos de la trama. También un espacio en el que compra cosas y mejora su equipo. Para eso sirve una ciudad.

 

En base a esto, si hay mucho que contar, más o menos, cada villa tiene más o menos dimensión y tiene más o menos habitantes. Final Fantasy VII, el original, hace algo genial. Todas sus ciudades están pobladas por muy pocas personas, pero todas tienen algo muy interesante que contar. De hecho, el lore de la serie se acaba hilvanando gracias a estas charlas. Pero Xenoblade Chronicles es un videojuego de grandes dimensiones. Es un título que necesita que sus distancias, pueblos y espacios sean inmensos porque parte del lore es que te pasas el juego recorriendo a Bionis, el gran coloso mecánico.

 

Entonces, claro, sus ciudades tienen que ser grandes, tienen que estar a escala de este ser. Final Fantasy VII podía tener pequeñas villas con pequeños grupos poblacionales porque casi todas eran una suerte de hogar de refugiados, gente pobre o víctimas de  la guerra con Wutai. Gracias a eso, se podía condensar la información en unos pocos, pero eso no vale con Xenoblade.

 

 

La gracia de lo que hace el jugo de Monolith es que con esta jerarquía establece de una forma sutil los estratos sociales: la gente relevante, que al hablar con ellos hace que nosotros mismos también lo seamos. Esto tiene su conexión con el mundo de juego y sus monstruos, pues también hay algunos, los más importantes, que tienen también nombre propio.

 

¿Y por qué lo tienen, porque es gente importante, por qué los monstruos lo son? Ahí empiezan las preguntas sin respuesta que tan necesarias tienen que ser en un videojuego con lore; porque el personaje nunca puede saberlo todo como nosotros no lo sabemos todo de nuestro propio mundo.

 

En mi opinión, tanto Final Fantasy VII como ejemplo de un JRPG con ciudades pequeñas, como Xenoblade Chronicles como ejemplo de mundo grande, son capaces de equilibrar a su manera las relaciones con sus habitantes. Ambos de forma coherente, interesante y ordenada.


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