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We Happy Few se ha convertido en un videojuego interesante

Los Splicers de Bioshock en comunidad
Por Rafa del Río

We Happy Few fue, no voy a mentiros, una gran decepción cuando hace cosa de un año probaba sus primeros compases de juego gracias a su acceso anticipado. Un mundo procedimental de pegolete, repetición de personajes y elementos en pantalla, un pueblo casi imposible de visitar y una historia que no quedaba clara fueron los clavos del ataud personal de un proyecto nonato que logró espantarme a pesar de tener ganas de ver qué podían hacer todos esos antiguos miembros de Bioschock desde su nueva libertad en Compulsion Games. 

 

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We Happy Few ha crecido para bien

Afortunadamente, We Happy Few ha crecido una barbaridad. Tras cogerlo la semana pasada para los momentos en los que no puedo jugar a Kingdom Hearts III con la niña y aprovechar su llegada a Xbox Game Pass -chupito- hace ya un tiempo para darle amor, lo que me he encontrado dista muchísimo de esos primeros pasos en los que la compañía parecía no tener muy claro qué querían conseguir con el juego. Sí, We Happy Few ha tenido bugs, ha pasado varios calvarios y ha querido ser muchas cosas.

 

A día de hoy, al menos en Xbox One X, el juego de Compulsion es una aventura gráfica cargada de humor inglés, con un arco argumental desgarrador y una comunidad desquiciada que bebe de las distopías de Aldous Huxley, H.G. Wells, George Orwell y China Miéville para ofrecer un mundo que bien podría ser el núcleo urbano de una sociedad formada por los famosos splicers de Bioshock. 

 

Y es que en Compulsion no han sido sutiles en sus inspiraciones, ambiciones y referencias, retratando sin pudor una sociedad que bebe de las pastillas Soma y la hipocresía de perfección de Aldous Huxley, el retorcido absolutismo de George Orwell, las desquiciadas sociedades psicotrópicas de China Miéville y el incomparable marco de H. G. Wells. Un todo al que se añade el toque de Ayn Rand a través de múltiples referencias a Bioshock tanto en lo que vemos y oimos como en lo que vivimos a lo largo de sus historias.

 

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Una aventura gráfica moderna

No nos engañemos, We Happy Few no es un juego triple A cargado de texturas novedosas, combates apocalípticos ni super poderes. Sin embargo es precisamente por eso -saltando la valla de la Sci-fi en direccción a la realidad- que We Happy Few es más Bioshock que Bioshock en muchos de sus aspectos. O si lo preferís, es más coherente con lo que trata de contar que ese desparrame de vísceras y pólvora en el que se terminó convirtiendo la saga de los plásmidos. Para que os hagáis una idea, los poderes de Arthur en la primera historia son tan variados como 'Inglés' que le da puntos en 'Reprimido'.

 

Lejos de ser un héroe o un antihéroe, Arthur es tan solo un tipo anodino y sarcástico con habilidades tan sosas como 'pasar desapercibido' al sentarse a leer un periódico o 'Ligereza', que hace que corra un poco más rápido debido a su extrema delgadez. El mayor poder de Arthur es poder recibir una paliza, pero precisamente en eso radica el encanto de un juego que bebe de cosas muy bonitas sin dejarse marear por los cantos de sirena del shooter frenético con PvP.  

 

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We Happy few es una aventura gráfica moderna que no renuncia al sigilo ni al combate, pero tampoco a ese humor negro de las primeras aventuras gráficas de Sierra y Lucas Arts que cuaja a la perfección con la asoladora visión del mundo que pretende y logra mostrar. Es posible que no brille en el combate ni el sigilo y que aún le queden cosas por arreglar, pero no deja de ser el pecado de ser un juego alternativo y querer lucir como algo mucho más ambicioso. Ala hora de la verdad, sus aciertos pesan mucho más que sus virtudes. Un mundo que luce bien, mejor de lo esperado, con algunos momentos dignos de la herencia de sus autores.

 

Historias oscuras, profundas, que mezclan elementos para dar como resultado un enfoque distinto a lo esperado por sus inicios, y una puesta en escena que hará que muchos nos alegremos de que no se haya vuelto a optar por el fusil, la pistola y la gatling gun con poderes piroquinéticos en un juego que es casi más una buena novela que un videojuego al uso. No gustará a todos, pero si tenéis Xbox Game Pass ya estáis tardando en probarlo.

 

¡Nos leemos! 


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