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Warcraft: El Origen, el capítulo piloto de algo muy grande

Yo ya quiero una segunda película
Por Kysucuac

Ayer fui, por fin, a ver Warcraft: El Origen. Vosotros diréis: ¿Cómo que “por fin”? Que se estrenó el viernes, fatiga, que no ha pasado ni una semana. Bueno, deciros que, para mí, y para tantos otros, el estreno de la película de Blizzard es todo un acontecimiento histórico de la industria del cine y del videojuego. Si no estuve sentada en una butaca frente a una gran pantalla el pasado día 3 es porque me tocaba trabajar hasta las once de la noche. Si no, otro gallo cantaría.

 

Pero aquí estoy, gracias doy – quien entienda esta referencia se lleva un minipunto – y fui ayer a verla. He conseguido mantenerme completamente ajena de todo comentario, crítica, artículo o spoiler relacionado con la película, así que llegué a la sala 9 del cine de Príncipe Pío totalmente desnuda. Es una expresión. En realidad, llevaba una falda, unas calcetas, y una camiseta de unicornios. Lo de la desnudez quiere decir que llegué al cine sin saber qué me iba a encontrar, sin dejarme influenciar por absolutamente nada más allá del tráiler. Sobre éste, lo único que puedo decir, una vez vista la obra, es que me esperaba algo completamente diferente. Sin embargo, antes de empezar a hablar detenidamente, dejaré un párrafo al alcance de todos aquellos que todavía no han visto la película y estén decidiéndose a gastarse el dinero o no:

 

Warcraft: El Origen es, ante todo, una película de fantasía épica. Como tal, cualquier amante del género, de los efectos especiales y de paisajes que quitan la respiración, disfrutará de la obra dirigida por Duncan Jones. Para los que tienen miedo de que ésto no sea una buena adaptación del inmenso universo de Warcraft, no tengáis miedo. No es tan mala como los haters dicen. Es más, puedo asegurar que la he disfrutado, que está repleta de detalles para los más fanáticos y que ha retratado a la perfección la mayoría de las localizaciones de Azeroth. Sí, tiene algunos fallos y tampoco es el peliculón del año, pero si me preguntáis por “¿merece la pena ir al cine?” os respondo, sin lugar a dudas: Sí, merece la pena pagar por esto.

 

Empiezan los Spoilers

A partir de aquí, vamos a centrarnos en el hecho de que ya habéis visto la película, por lo que procedo a comentar más o menos todo lo que hace de este filme parte de Blizzard. Y todo lo que no. Voy a repasar, primero, a los personajes principales de la historia, para ver si realmente están conseguidos o no, si ha habido líos chungos o qué leches ha pasado, aunque ya digo que la adaptación ha sido muy correcta, dentro de lo que cabe.

 

El protagonista “principal” es Anduin Lothar, que a los más fans sí les sonará, mientras que a otros más bien no y, en un momento de la película, hasta se confundirán. Y es que se le llama Lothar durante todo el metraje, salvo en dos ocasiones en las que el Rey lo llama Anduin. Claro, alguno llegó a pensar que se trataba del mismo Anduin que conocen por Hearthstone y poco más. Pero no. Sir Anduin Lothar es un guerrero de Azeroth, el gran dirigente del ejército de la raza humana en la Primera y la Segunda Guerra. Principal responsable de la creación de la Alianza, en la película se le ha retratado como un joven carismático, pero con mucha seguridad en sí mismo. Por lo general, es una buena representación del gran héroe de la Alianza, aunque tiene sus momentos. Por ejemplo, la muerte de su hijo parece afectarle poco, gracias a la decisión de poner justo después una escena de Garona metiéndole cuello. De Garona hablaré ahora, no sin antes decir que lo que menos me ha gustado de Lothar ha sido la actuación de Travis Fimmel, que queda un poco floja.

 

La primera vez que escuché eso de “semi-orca” me llevé las manos a la cabeza porque no sabía cómo iba a encajar eso. Debo decir que no leí apenas nada acerca de la película, y no vi nada más allá del tráiler. Por ello, suspiré, aliviada, cuando descubrí que la mestiza no era otra que Garona, la Maestra de la Liga de Asesinos. Semi-orca, semi-draenei, su nacimiento fue ideado por Gul'dan (quien, por cierto, es el personaje más conseguido de todos), algo que también se deja ver más o menos en la película. El pequeño gazapo de la película: la madre de Garona es Draenei, no orca, como se dice en el filme. La emisaria de la Horda cumple con las expectativas, salvo que su historia de amor debería haber sido con Medivh, no con Lothar, y esto me parece un gran fallo (de ahí que, en el tráiler, no fuera capaz de identificarla). Forzar una historia de amor que se cargue algo tan importante como es la relación del Guardián con Garona me parece una falta de respeto.

 

Khadgar es, sin duda, quien más me sorprende. El hechicero es en Warcraft: El Origen un joven prometedor que escapa de las enseñanzas del Kirin Tor, pero el único capaz de darse cuenta de lo que estaba pasando. Como en la historia original, él es quien descubre la traición de Medivh, convirtiéndose en el único capaz de vencer al Guardián de Tirisfal. Debo decir, ya que hablo del mago, que los hechizos están muy conseguidos, que el juego de luces queda genial y el momento oveja es maravilloso.

 

Quien más me ha decepcionado ha sido Durotan, cabeza del Clan Lobo Gélido. Su historia cambia bastante en la película, aún así, él y Draka son una pareja perfecta. Muestran la preocupación por los actos de Gul'dan, pero la forma que tiene Durotan de intentar hacer algo no termina de encajar. Con la aniquilación de su clan, los humanos se quedan solos contra los orcos, mientras que el tráiler mostraba cierta colaboración de unos con otros. Por cierto, para quien no lo sepa, el hijo de esta pareja, Go'el, es Thrall. Lo digo porque había gente en el cine preguntándose que quién era. Qué friki soy.

 

¿Qué ha conseguido y qué no ha conseguido Warcraft: El Origen?

El problema al enfrentarnos a algo como Warcraft es que hay mucho que contar y poco tiempo. Por suerte, a diferencia de lo que los haters quieran decir, el guión, sencillo, consigue que todo el mundo se entere de lo que ocurre, incluso aunque no se sepa absolutamente nada sobre este universo. Así, cosas como el Kirin Tor o las tradiciones orcas son asimiladas por el público con la simpleza de quien afirma que el cielo es azul y no hay más que hablar. Eso, amigos míos, me parece digno de un aplauso. Y en mi sala de cine lo hubo tras acabar la película, como si de un avión se tratara.

 

Warcraft: El Origen ha sabido adaptar y mostrar Azeroth con maestría, dentro de su sencillez, y nos ha traído la más perfecta Ventormenta, la más perfecta representación de los orcos, todo está y es como tiene que estar y ser. Sí, hay muchas cosas que faltan, y otras que no son como nos cuentan, pero no molestan en demasía (salvo lo de la historia de amor fallida, ojo cuidao) y ayudan al público ajeno a adaptarse. Se trata de una obra fácilmente disfrutable por todo tipo de público, sea seguidor o no de este universo.

 

Los pequeños detalles, dedicados a los más gamers, son los que no te dejan odiar nada de la película. El hechizo que convierte al soldado en oveja, el múrloc en el río, la taberna, los idiomas, los pequeños detallitos del juego escondidos y hasta el estandarte del duelo (éste detalle fue el que más me gustó a mí), son pequeñas cosas que te hacen darle con el codo al de al lado y sonreír como un idiota porque, lo quieras o no, has crecido con Warcraft y éste era tu momento.

 

Por delante queda un gran desafío. El camino se abre a un vasto mundo lleno de historias que contar. Podríamos decir que Warcraft: El Origen ha sido el capítulo piloto. Habrá a quien le guste y a quien no, pero con lo que lleva recaudado en menos de una semana creo que las cifras hablan por sí solas. Lo que nos queda esperar es por lo próximo que nos traerán, y estoy segura de que los errores se pulirán y los detalles se mimarán, porque si algo rebosa en esta película es el cariño de aquellos que la han hecho posible. Y sí, esas cosas se notan. 


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