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Videojuegos y trampas para jóvenes jugadores

Micropagos peligrosos
Por Raúl Rosso

Existen videojuegos que no suelen mencionarse en el circuito de la prensa especializada, títulos de éxito que dada su naturaleza se mantienen en segundo plano aún cuando los beneficios para sus desarrolladores son muy holgados. Los bazares de descarga para smartphones son un hervidero de material de este tipo, con un modelo de negocio que ha ido paulatinamente abrazando la metodología de los micropagos in-game tras haber adquirido la aplicación de forma gratuita como gancho para la obtención de beneficios en un mercado donde existe tal demanda que muchas veces el requerimiento de pasar por caja ya supone de por sí una importantísima tara en las ventas al existir coetáneos que ofrecen lo mismo por menos. O por nada.

 

En los últimos meses me he dado cuenta del tremendo éxito que ha tenido cierto jueguecillo entre los hijos de familiares y amigos. Me refiero al Smurf’s Village, una suerte de Farmville protagonizada por Los Pitufos desarrollado por el estudio Beeline bajo el auspicio de la mismísima Capcom en el que tenemos que gestionar una aldea mientras cultivamos plantas y la decoramos a nuestro gusto. Dado su carácter gratuito ha estado en los primeros puestos de App Store durante mucho tiempo, pero tuvo que lidiar con la polémica de poseer una tienda online dentro de la aplicación con descargas que llegaban a costar hasta 20€. El problema radica en que no todo el mundo tiene configurado el control parental en sus dispositivos tal y como comprobamos en aquella reciente noticia en la que un padre pedía responsabilidades a Microsoft al haber descargado su hijo “sin querer” más de mil libras en contenido adicional para FIFA 12 y Modern Warfare 2.

 

 

Pues con esta misma filosofía se ha lanzado hace escasas semanas Snoopy’s Street Fair, otro juego con las mismas características que el anterior pero protagonizado por los conocidos personajes de Charles M. Schulz. Ya ha tenido más de cinco millones de descargas, y calcando el sistema de su predecesor, posee una tienda online con algunas compras de coste bastante alto esperando a que algún incauto chaval se haga con ellas “sin ser consciente” del cargo, aunque tal afirmación haya que cogerla con pinzas.

 

Ahora analicen fríamente sendos productos. Ambas son licencias basadas en personajes propios de la infancia de los que hoy ya son adultos, aplicaciones que con el gancho de tirar de la nostalgia son descargadas por los papás y compartidas con sus hijos para rememorar viejas aventuras y buenos momentos con los personajes de su niñez. Está todo estudiado al milímetro. Me apena que se recurrarn a artimañas de este tipo por mucho que al fin y al cabo, esto de los videojuegos no sea más que un negocio. Sean cautos con estos asuntos.


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