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Videojuegos, ninjas y samurais. Por qué tenemos tantas ganas de Sekiro

Quedan 18 días
Por Rafa del Río

He sucumbido. A poco más de dos semanas y media del lanzamiento y con muchas, muchas ganas de que llegue el 22 de marzo, Sekiro: Shadows Die Twice ya es oficialmente el segundo videojuego que compro este año 2019. Un año que está siendo, para el bolsillo de la gran mayoría de los usuarios, un auténtico suplicio. Motivos para comprar Sekiro hay muchos. Para la gran mayoría será una forma de continuar la experiencia de la saga Souls de From Software desde otra ambientación. Para mi amigo y compañero Mou, es tan sencillo como necesitar seguir vivo respirando ese aire que es la obra de Hidetaka Miyazaki hecha, si no carne, sí videojuego. En mi caso, y en el de muchos de vosotros, El Motivo, lo que me ha obligado a hacer la reserva del juego es ese Japón feudal que tanto echo de menos en los videojuegos y que NiOh me acercó con cariño pero sin profundizar todo lo que yo habría deseado. 

 

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Ninjas y samurais: la asignatura pendiente de esta generación

Tras ser una de las inspiraciones más obvias del videojuego y con un resurgir de éxito en anteriores generaciones, el Japón feudal parece ser el gran ausente de esta última generación de consolas. Desde 2013 hasta ahora, hemos tenido que contentarnos con un único título estrella, un NiOh que a pesar de sus amagos históricos ha quedado lejos del afán de los más puristas y que se ha salvado por una concepción de la esgrima y el combate muy bien plasmada y un fugaz vistazo por encima del hombro a la propia From Software para partir de unos cimientos sólidos sobre los que sobreescribir su forma de replantear un género del que Team Ninja fue, años ha, alma mater

 

William y Team Ninja se quedan solos en un escenario en el que aún resuenan los golpes de espada y brillan las chispas del acero en memoria de títulos como Tenchu: Stealth Assassins, Shinobido: Way of the Ninja, Ronin Blade, The Way of Samurai, Bushido Blade, Kengo: Master of Bushido y demás reinterpretaciones que lo que pierden en realismo histórico lo ganan en epicidad como Onimusha y, mi favorito de todos los tiempos, el brillante Dororo: Blood Will Tell, cuya historia se me antoja punto de partida de este Sekiro inmortal, este Lobo de un solo brazo. 

 

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Necesitábamos Sekiro: Shadows Die Twice

Hablaremos sin falta este mes de todos los juegos mencionados. También de los mangas y animes tras la obra que se acerca y que cuyos nombres podemos ir adelantando bajo títulos de reconocimiento internacional como Lobo Solitario y su Cachorro, Vagabond, La Espada del Inmortal, Ninja Scroll, Dororo e incluso Berserk. Porque esta es la magia oriental, fascinante y exótica de Sekiro: Shadows Die Twice, la rendición de Miyazaki a su propia cultura, a la historia y las leyendas de sus ancestros, lejos ahora de Lovecrafts, medievos occidentales y caballeros negros.

 

Hay varios motivos para reservar Sekiro: Shadows Die Twice pero en verdad, si lo pensamos bien, esto es como La Leyenda del Anillo: todos se reducen a un motivo único, forjado en el fuego de las entrañas del hype al rojo vivo para unirlos a todos y sumirlos a su voluntad. Una voluntad que es la necesidad, la casi obligación de ver cómo ha crecido From Software, cómo van a aprovechar todo lo aprendido para darnos no sólo un juego con su sello de calidad o su particular forma de hacer las cosas, sino también una obra en la que al fin se enfrentan a su propia cultura para aprobar, seguro que con nota, la asignatura que esta generación tenía pendiente. La de estos ninjas y samurais que tánto nos apetecían y que estoy seguro de que van a lograr no sólo colmar nuestros deseos, si no también hacer resucitar, de cara a la próxima generación, un género tan necesario como hermoso y evocador. 

 

¡Nos leemos!


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