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Videojuegos, masacres, Jacksonville y la viralidad de La Noticia

El juego de la patata caliente
Por Rafa del Río

Ayer fue un día triste para la humanidad, otro más en una larga, interminable lista de días tristes, oscuros, que terminan con familias destrozadas, preguntas sin responder y titulares sensacionalistas en televisión. Ayer, un joven desesperado abría fuego contra un grupo de personas asesinando a tres jóvenes y dejando 11 heridos graves en el camino. Podría haber sido un instituto estadounidense, una reunión religiosa, una manifestación política o un concierto, pero en esta ocasión el escenario de la masacre ha sido una competición de eSports en un centro comercial.  

 

Las noticias no se han hecho esperar, ni los comentarios maliciosos tampoco. De nada importa que el juego protagonista del evento fuera Madden NFL, un título de fútbol americano que poco o nada tiene que ver con las armas de fuego. Tampoco importa la ciudad víctima del ataque, Jacksonville, Florida, una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos con un alto nivel de racismo que poco o nada tiene que envidiar a Charlottesville, Virginia, que el año pasado protagonizaba unas peligrosas marchas racistas que dejaron 20 heridos y tres muertos. Lo único que importa es que el causante de la masacre de Jacksonville, David Katz, era un antiguo campeón del torneo de Madden, y esto demuestra lo peligrosos que son los videojuegos. Aunque no sean de tiros. 

 

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El gallinero cacarea

Los noticiarios y las redes sociales se han llenado de expertos, de entendidos, de iluminados y de gente con ansias de fama. Yo... lo reconozco, con la edad me he hecho viejo para esto. Tres fallecidos y once heridos son, tan solo, la punta de un iceberg de familias destrozadas, parejas angustiadas, personas que no serán capaces de volver a estar en un evento sin repetir la pesadilla y un puñado de terribles 'daños colaterales' en el suicidio compartido de una persona que ha dado armas a la prensa sensacionalista mientras algunos videojugadores sólo se preocupan porque el asunto no les salpique. 

 

Ahora vienen los dedos acusadores y los espejitos de 'rebota rebota'. Por un lado, los becarios que ven hecho su agosto, nunca mejor dicho, con la noticia estrella que les va a tener ocupados y sobresaliendo dando a un sector del público generalista lo que quiere: carnaza y la convicción de que que lo que saben es cierto, que los videojuegos son malos y matan a las personas. Por otro, los concienzudos, los que ven peligrar su afición. Los que se escudan en que los juegos no matan gente y echan las culpas a las armas, a Estados Unidos, al racismo, a los grupos religiosos y a lo que haga falta para justificar y resumirlo todo, al final, a que un tarado ha abierto fuego contra un grupo de desafortunados jóvenes, que esto son cosas que pasan, pero el Call of Duty, o el FIFA, o el Red Dead Redemption 2 que no me lo toquen.  

 

Lo que de verdad importa

No dejo de tener la sensación de que hay un amplio sector de todo este entramado de información al que sólo le importa sonar bien alto y que su mensaje llegue a costa de lo que sea. Un sector que parece emocionarse con la noticia, incluso alegrarse porque le da motivos para soltar bilis, y otro sector que parece más preocupado por no perder su estatus que por lo ocurrido en Jacksonville. Y me da pena. Lo importante aquí es que mucha gente ha muerto, ha sido herida y ha sufrido sin que haya absolutamente ningún motivo para ello. Personas que se despieron de sus padres, sus esposas, sus maridos, sus hijos... y ya no están, muertos o ingresados en un hospital a la espera de sus seres queridos.

Es jodido.

Tampoco el papel de David Katz es deseable. No comulgo con la imagen del tarado ni la del asesino en serie, y tampoco con la etiqueta de intento de fama de alguien que ha terminado suicidándose en su propia masacre personal. ¿Qué llevó a Katz a cometer este disparate? ¿Qué lleva a alguien a cometer un acto así? No, los videojuegos no matan personas, pero tampoco las armas. Son las personas las que matan a las personas. Son las personas las que aprietan el gatillo. Habría que ver qué tensiones llevaron a esta persona en concreto, David Katz, a pensar que matar a un montón de desconocidos y suicidarse era una buena forma de abandonar un mundo que para él se había vuelto hostil. 

 

Las redes sociales y las noticias se llenarán de datos, críticas, juicios de valor y ataques, ataques y más ataques que obvian que tras los nicks que insultamos, reportamos y acosamos hay personas. Personas que un día deciden que ya no pueden más y cometen locuras. Oh, sí, sin armas no hay masacre, pero no es un problema de los videojuegos, de las armas ni de los Estados Unidos: es un problema nuestro, de esta manía que tenemos de hacer del mundo algo malo, sucio, agresivo y violento. Mientras no lo entendamos, mientras no aprovechemos nuestro día a día para hacer de éste un lugar más positivo y sigamos pensando que nuestra superioridad moral justifica pisotear a los demás, el mundo seguirá dando asco. 

 

Descansen en paz 


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