Videojuegos abrumadores de ayer y hoy
Una de las noticias más divertidas del cierre de 2015 fue la del hombre que decidió denunciar a Bethesda porque, debido a su adicción a Fallout 4, había perdido el empleo y se encontraba en trámites de divorcio. Vivía en Siberia, igual su emocionante vida entre tanto ajetreo de coches y gente tuvo algo que ver, pero el caso es que este héroe del humor anónimo se encontró con un título que sobrepasó sus expectativas y no supo medir bien los tiempos.
Igual no es el mejor ejemplo de lo que vengo a hablar pero sin duda es de los más anecdóticos. Entrando en materia, hay ocasiones en las que por mucho que hayas leído y visto sobre un título te sientes abrumado por lo que termina ofreciendo cuando lo tienes delante. Puede ser una simple cuestión de vastedad, de la extensión y profundidad de su mundo, o por las interminables capas que puedes acabar encontrando en una obra, a priori, accesible y para todo el mundo, pero el caso es que algunos juegos son un bofetón en la cara de aquellos que no se olvidan.
Mi primer encuentro -y el de muchos, supongo- con un videojuego de esa especie fue en 2004, con Grand Theft Auto: San Andreas. Lanzarte a la carretera con A Horse With no name de America sigue siendo una acción que todavía despierta sensaciones al recordarla, por aquel entonces parecía imposible poder dejar una ciudad tras el horizonte y explorar como lo hacías en la obra de Rockstar, ya fuese cayendo en paracaídas o perdiéndote en la espesura. También podría hablar de Red Dead Redemption y ese momento en el que pasamos la frontera, pero el de San Andreas fue más genuino, menos guionizado y, por ende, más chocante.
Pero no todo tiene que ver con la extensión de un mapa y para ello tenemos a Fallout 3, un todoterreno del ‘crea tu propia historia’ en el que podías tirarte horas en uno de sus muchos refugios hasta volver a ver la luz del sol. New Vegas será mejor y, en muchos sentidos, es difícil volver a ellos tras la agilidad que se ha conseguido con Fallout 4, sin embargo ese instante en el que los ojos te hacen chiribitas al abandonar el refugio 101 es arrollador como solo lo puede ser una vez, la primera, aquella en la que te encuentras libre de ataduras ante un horizonte de posibilidades.
Pero en lo que sentirse abrumado se refiere no hay que limitarse a los juegos de mundo abierto, aunque sería un delito no añadir The Witcher 3 o el reciente The Legend of Zelda: Breath of the Wild a esta ecuación, porque es tan o más válido que una obra mucho más ‘cerrada’ te sorprenda de igual manera. En ese saco metería la perfección de las mecánicas de Bayonetta 2, donde una segunda partida es prácticamente obligada, o la profundidad y el equilibrio que percibes en Overwatch pese a ser un juego basado en la filosofía user friendly. En resumidas cuentas, estos son los juegos que me han abrumado. ¿Cuáles son los vuestros?
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