Ventajas de trabajar con una first party sin ataduras

Hace una semana salía a la luz el equipo de desarrollo de Luigi's Mansion 2, uno de los juegos más redondos de 3DS que favorecieron a su gran 2013 para recordar, afirmando que trabajar con Nintendo es todo un placer, al contrario de lo que muchos pueden pensar de una compañía tan hermética, que sencillamente pide a cambio un trabajo bien hecho.

No estamos hablando de un desarrollo independiente ni de todos los problemas que han acontecido a lo largo de esta generación a punto de acabar con el alto coste de los kits de desarrollo y las mil y una condiciones que tenían que cumplir meros desarrolladores de garaje para poder ver su juego publicado, o incluso para ver algo de dinero una vez publicado. Desde luego, Jonathan Blow o Phil Fish odian a Microsoft por esos problemas tras haber sido apadrinados para lo que en su día fueron grandes exclusivas como Braid y Fez. Hablamos del siguiente nivel, de los estudios ya consolidados que trabajan bajo una editora y que, por todo lo visto, prefieren sin duda trabajar con Sony o Nintendo antes que hacerlo con Activision u otras grandes third party.

Un juego como Journey no sólo ha sido posible gracias al esfuerzo y buen hacer de thatgamecompany, sino que Sony, como padrino en aquel momento, les proporcionó facilidades, presupuesto e incluso el apoyo de parte del equipo de Sony Santa Monica para que Journey no fuese un juego cualquiera. Sin prisa, pero sin pausa.

Similar a la situación de thatgamecompany, esto declaraban en Next Level Games, que tras Luigi's Mansion 2 han decidido trabajar en exclusiva para Nintendo, pero de forma externa, sin pasar a ser un estudio interno como ya lo son Retro Studios o Monolith Soft.

Pero Next Level Games no sólo ha hecho juegos para Nintendo con esta comodidad. Next Level Games viene de trabajar también para Activision o SEGA creando juegos como Spider-Man: Amigo o Enemigo, Captain America: Super Soldier o Transformers: Cybertron Adventures.

La diferencia entre unos títulos y otros la podemos comprobar por nosotros mismos viendo la calidad de los juegos, pero tiene una sencilla explicación: «Nos dividíamos hasta en cuatro equipos. Éramos como 115 personas y nos dividíamos demasiado. Así, terminábamos haciendo auténticos juegos de mierda.»

Es una pena que siga habiendo compañías que demuestren preocuparse tanto por el negocio y tan poco por el usuario que espera recibir una calidad a cambio de su inversión, y es de extrañar que viendo el buen resultado que dan estos encargos con el apoyo de las first parties, se siga apostando tanto por los desarrollos third party anuales, limitados por las prisas y las (en ocasiones) malas condiciones para el equipo de desarrollo.

No todo tienen que ser grandes exclusivas como el Bayonetta 2 de Platinum para Nintendo o el Ryse de Crytek para Microsoft. Entre el AAA y el juego indie también hay un gran sector de desarrolladores que sólo necesitan el apoyo correcto.