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Un escenario bien cuidado lo es todo

Al menos, en plataformas
Por Kysucuac

No voy a hablar de las ofertas de Steam y de cómo Gabe Newel nos roba nuestras carteras y nos da igual. Voy a centrarme en la joyita que me acabo de comprar, que salió en marzo y ya hemos hablado de ella, pero es que yo no me cansaría nunca de hablar de algo así. Me he comprado Ori and the Blind Forest por 11 leuros y no podía haber hecho una compra mejor.

 

Ya por marzo nos habló de él nuestro querido Boss, el señor Junquera, que lo definía como uno de los imprescindibles del año. No he hecho más que empezar este juego, pero no podría estar más de acuerdo con el jefe. Ori and the Blind Forest es un título precioso en todos los sentidos, si bien su historia tampoco nos cuenta nada del otro mundo. Pero donde quiero centrarme yo es en el punto más fuerte del juego: Sus escenarios.

 

La obra de Moon Studios cuenta con una riqueza visual magnífica, hermosa, bella en todos los sentidos. Los fondos y escenarios en general han sido cuidados al detalle y nuestro protagonista encaja a la perfección en cada uno de ellos. Ori and the Blind Forest parece una película de Miyazaki, una segunda parte de la Princesa Mononoke o, por lo menos, una precuela de ésta. Cada decorado es único y está acompañado por una banda sonora espectacular. No espectacular en el sentido de grande y sacada de cualquier orquesta sinfónica de un gran teatro. Espectacular en el sentido de que te dejará maravillado con cada pequeño detalle, así como lo hace el escenario.

 

Ori no es el único juego “pequeño” que tiene detrás un gran trabajo en lo que a su estética general y sus fondos se refiere. Sin ir más lejos, este cuidado de los detalles me ha recordado al que es ya uno de mis indies españoles favoritos: The Purring Quest. Los fondos pintados a mano me llevan a la conclusión precipitada, pero acertada (y bastante lógica), de que parece que los estudios más pequeños son los que hacen las cosas más a lo grande. Nos encontramos con escenarios cuidados hasta el más mínimo detalle, mientras que con juegos de más renombre nos quedamos esperando algo más.

 

Yo misma dije hace un tiempo que los plataformas estaban muriendo. Sí, seguían saliendo juegos, pero no con la misma fuerza ni con las mismas ganas de antes. Parece que la esperanza queda en manos de los estudios independientes. Klonoa: Door to Phantomile, por ejemplo, de 1997, es un plataformas cuidado al extremo en todo lo que a escenarios y fondos se refiere. Bueno, también en historia – que es donde flojea Ori and the Blind Forest –, pero no vamos a entrar en detalles. Aquí lo que cuenta es esa especie de tendencia a dejar de prestar atención al fondo, como si lo más importante fuera saltar de un obstáculo a otro. Observo una simplificación de los escenarios en bastantes títulos de “renombre”. Pondría de ejemplo a Mario y todo lo que Mario conlleva, pero él siempre ha sido simple. Encantador, pero simple.

 

Tampoco estoy diciendo que los indies hayan superado a las grandes compañía en lo que a paisajes de plataformas se refiere, pero sí que parecen poner más entusiasmo a la hora de crearlos. Que sí, que es lo normal, que los indies se lo juegan todo a una carta mientras que los más grandes ya lo tienen todo medianamente hecho. No sé, a mí me parece que los más grandes también deberían hacer las cosas, precisamente, a lo grande, que para eso tienen un mayor presupuesto y un equipo en teoría más grande y con más experiencia. Ori and the Blind Forest o The Purring Quest demuestran que no se necesita un gran número de personas detrás, sino entusiasmo y ganas de hacer las cosas bien, más por uno mismo que por el dinero. Ay, si aprendieran los más grandes que los más pequeños... son más grandes (?).


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