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Transistor y su elegancia audiovisual

Marca de la casa de Supergiant
Por Álex Pareja

La sensación de distinción y buen gusto es clave en los videojuegos, sobre todo en aquellos que no pueden demostrar a base de fuerza bruta todo su poderío. La elegancia a la hora de vestir una obra para que todas sus prendas resulten armoniosas en conjunto, bellas y coherentes a los ojos del jugador, es básica, disfrutando de la manera en que la historia va traspasando fronteras y consigue conectar con él. Transistor es el mejor ejemplo posible de obra que cumple con su cometido en este sentido

 

Supergiant Games es el estudio encargado de Transistor, que ya había demostrado en el pasado su calidad con Bastion, que también resultaba un videojuego muy competente a nivel audiovisual, sobre todo con la presencia de un narrador ejemplar que destacaba, por encima de todo, por los instantes en que el estudio decidía que estuviese presente. Algo parecido ocurre también en la historia de Red, con varios matices que merece la pena destacar.

 

En Transistor, el jugador toma el papel de Red justo cuando acaba de perder absolutamente todo: sus seres queridos, su compañero sentimental, su ciudad e incluso su herramienta más valiosa, la voz. Toda esta información va asaltando al jugador poco a poco, mientras recorre los escenarios e interactúa con los elementos que lo pueblan. En esta ocasión, una voz habla continuamente con Red, convirtiéndose en la puerta perfecta para que el jugador conozca los detalles acerca de lo ocurrido y también sobre la relación que parecen tener estos dos personajes. Pronto descubrimos que esa voz sale de la espada que Red porta desde el principio del juego, en cuyo interior parece haberse introducido el espíritu o esencia de esta persona, muy importante para ella. 

 

 

La ausencia de voz de Red no solo sirve para definir a un personaje, sino que también se utiliza para proporcionar un papel al jugador. Si nos damos cuenta, nuestra presencia en Transistor comienza justo cuando Red pierde esa facultad, por lo que muchos podrían entender que nosotros mismos nos convertimos en su voz en esos mismos momentos. La mayoría de conversaciones que tenemos con Transistor, la espada, se producen cuando decidimos realizar alguna acción concreta, muchas de ellas opcionales, por lo que tenemos cierta relevancia en la historia y en el juego al influir de forma directa en la relación que mantienen los dos personajes.

 

Los escenarios, la música, la voz de Transistor y su ausencia en Red se fusionan de forma ejemplar para ir dando forma a la historia, que no es demasiado compleja, pero sí profunda a un nivel emocional. Una simple palabra o frase sirve para que el jugador comprenda lo que ocurre, tratanto de interpretar a Red en distintas circunstancias. Si interactuamos en un escenario, por ejemplo, con un póster de un concierto de la protagonista, Transistor reaccionará de una manera concreta, mientras que nosotros tenemos el poder de controlar las emociones de Red: ¿se quedará observando la imagen más tiempo de forma nostálgica tras haber perdido la voz? ¿hará caso a su compañero y se marchará rápidamente antes de encontrar la tristeza? Esa decisión, aunque no afecta al desarrollo de la historia, sí influye en la reacción que tendrá Transistor inmediatamente después.

 

Transistor

 

Aunque Red sea un personaje definido, con su pasado y su personalidad, la ausencia de voz permite a los jugadores convertirse en sus palabras a través de las acciones que realizamos con el mando. Y todo ello es posible por el saber hacer de Supergiant Games a nivel audiovisual, que vuelve a destacar de una manera soberbia. Por ello, después de lo que hemos podido disfrutar en Transistor, tenemos que tener muy en cuenta al próximo trabajo del estudio, Pyre, que llegará el año que viene. El arte de Transistor no solo está en su calidad obvia a nivel visual y musical, sino en la manera en que esos elementos se introducen en el juego y hacen reaccionar al jugador.


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