Tomb Raider se pilla los dedos

Esta mañana nos hemos encontrado con una mala noticia para comenzar la semana: la nueva entrega de Tomb Raider, prevista para finales de 2012, se ha retrasado al primer trimestre del año que viene. El motivo lo ha dado la misma desarrolladora: "Necesitamos más tiempo para pulir el juego". Y la decisión me parece más que acertada. Ya conocemos esa máxima del videojuego atribuida a mil padres que reza que un buen juego que salga tarde sólo tiene el lastre de la espera adicional mientras que un mal juego lanzado para cumplir con los calendarios de rigor será malo hasta el fin de los días.

Llegados a este extremo, la pregunta es bien sencilla. ¿Por qué narices se empeñan las desarrolladoras en anunciar fechas a bombo y platillo? Es curioso que se lancen a dar por hechas fechas, tan alegremente, cuando son varios los casos a lo largo del año de títulos que llegan a las tiendas con varias semanas de retraso. Ya no hablo de Gran Turismo 5 por miedo a las represalias de la comunidad jugona.

Estamos ante uno de esos síntomas que por un lado demuestran que, la del videojuego, no ha dejado de ser una industria un pelín ingenua que todavía no se ha adaptado a los tiempos que corren. O que no ha querido adaptarse, ojo. Pero el caso no deja de ser gracioso cuando comprobamos que se trata de un error que se viene repitiendo desde la noche de los tiempos.

En España tenemos un par de casos que ilustran bien esta afirmación y los dos remiten a una misma compañía y a un momento muy determinado de nuestra historia jugona. Me refiero a Dinamic y a los estrenos de Fernando Martín y de Game Over. El primero se retrasó casi un año desde la primera aparición en prensa, el segundo tardó casi medio año en llegar a las tiendas. Retrasos derivados de problemas en el desarrollo, que el equipo no supo anticipar, y que les costaron un disgusto a nivel de imagen. Por ello, veintitantos años más tarde, FX Interactive, la heredera de Dinamic, prefiere no poner fechas para sus lanzamientos. Hablando en plata, es una entrada casi asegurada para el hall of fame de las bajadas de pantalones por abrir la boca antes de tiempo.

Nos empeñamos en comparar al videojuego con el cine o con otras artes y se nos olvida que otras expresiones artísticas no sufren de problemas pueriles como estos. ¿Alguien se imagina el último libro de Umbral retrasado medio año porque el escritor lo está acabando de pulir? ¿Películas anunciadas con año y medio de antelación (haberlas, haylas) que sufren continuos retrasos porque el director no está contento con el montaje final?

Llegado el momento, está gran tontería del hype es un arma de doble filo. Seré rarito, pero las ganas que tenía de jugar a Tomb Raider hace casi un año, cuando lo descubrimos, eran cero. No por nada en concreto, de hecho me parece una idea interesante, sino porque quedaba más de un año para catarlo y entre medias había otras propuestas interesantes. En definitiva, más vale una campaña corta, efectiva y que no frustre al jugador, ¿no?