Tomb Raider necesita otro reinicio de saga
Todos celebramos en el año 2013 el regreso de Lara Croft al mundo de los videojuegos. Por fin uno de los personajes más importantes de la historia de este medio contaba con un título a la altura, un reinicio de la saga que volvía a hacernos vivir aventuras con esta heroína de una manera muy acorde a los tiempos que corrían. Se tomó a la saga Uncharted como base donde fijarse, pues el propio trabajo de Naughty Dog ya trasladaba algunos elementos propios de los Tomb Raider clásicos a sus características jugables, pero aportando mucha personalidad propia. A todos nos convenció la mezcla de plataformas, puzles y acción mezclados en entornos pequeños pero abiertos, donde había lugar para la exploración, los contenidos secundarios y las estupendas tumbas.
Rise of the Tomb Raider supuso una mejora en todos los sentidos, pero no dejó de ser una secuela muy conservadora. Mismos elementos y misma personalidad, aunque ofreciendo todavía una aventura que merecía la pena vivir. Sin embargo, la última iteración de la saga está lejos de lo que muchos deseábamos. Shadow of the Tomb Raider es una entrega continuista de más, con novedades casi inapreciables que además no aportan nada a la experiencia (o incluso la estropean). Ha sido, con diferencia, mi peor viaje con esta saga renovada, y creo que los años y haber disfrutado ya de dos entregas muy similiares han tenido la culpa.
Es cierto que el juego es muy irregular y que hay partes que se atragantan más de la cuenta, como Julián ha expuesto perfectamente bien en el análisis, pero creo que el problema se encuentra en el núcleo de la experiencia. Shadow of the Tomb Raider no deja de ser lo mismo otra vez, la misma aventura que ya hemos vivido en dos ocasiones y que incluso utiliza la misma estructura. Claro, las tumbas están bien, el diseño de los puzles también, pero sigue cojeando en los mismos puntos, aportando unas novedades que más bien empeoran la experiencia final, como esa presencia de personajes no jugables con los que conversar, con diálogos aburridos, faltos de ritmo y con unas misiones secundarias muy tristes. La historia no ha sabido engancharme durante tres entregas y se ha perdido la oportunidad de contar una buena historia con tan grato personaje. Quizás sea un punto en el que fijarse en el futuro.
Si de algo me ha servido Shadow of the Tomb Raider es para alertarme. Me ha sabido avisar de que Tomb Raider necesita otro reinicio, otro reboot que vuelva a hacernos sentir esas mismas sensaciones del año 2013. Saber que el juego ha rejuvenecido, que se ha adaptado a los tiempos que corren y que no se ha acomodado como otras muchas sagas que solo saben ofrecer lo mismo una y otra vez para conseguir un beneficio económico fácil.
Al igual que Tomb Raider se fijó en la saga Uncharted hace cinco años, podría hacer lo mismo ahora. Uncharted 4 fue un gran ejemplo de cómo tomar unas bases que habían funcionado en el pasado pero evolucionando la fórmula sin perder la esencia. Una mayor importancia en los personajes y en la historia, en la dirección artística, en el trato de los escenarios... o podría hacerlo con cualquier otra saga, o encargárselo a un nuevo equipo de desarrollo con ideas frescas. Lo bueno de Tomb Raider y de Lara Croft es que creo que podría adaptarse muy bien a casi cualquier interpretación del género de las aventuras, pero debe alejarse de lo que ha estado repitiendo a lo largo de tres juegos. Por nuestro bien, por supuesto, pero también por el suyo.
La experiencia de vivir un nuevo Tomb Raider de calidad, con personalidad propia y que hace justicia a su protagonista ha sido genial, pero Shadow of the Tomb Raider evidencia que esta fórmula ya está desgastada. Lara Croft y Tomb Raider merecen un nuevo reinicio de la saga, otro que vuelva a hacer que los jugadores se sientan satisfechos controlando a un personaje tan icónico.
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