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Todos perdemos con la cancelación de Scalebound

PlatinumGames pierde una gran oportunidad
Por Adrián Suárez Mouriño

La cancelación de Scalebound no es solo una pena porque sea un videojuego que da color a cualquier catálogo, lo es porque permitiría a PlatinumGames hacer algo que necesita: salirse definitivamente de su zona de confort y extender su fórmula a otros géneros. Nier: Automata podría haber sido el juego que lograra eso, pero la desarrolladora ha preferido hacer suyo el juego original y transformarlo en lo que ellos mejor saben hacer.

 

Pero Scalebound era rol, subida de niveles, batallas con sabor a ARPG y peleas en cooperativo contra otros enemigos, y todo ello aderezado con una trama que aunque sencilla tendría que estar ahí. La construcción definitiva de este videojuego le habría permitido a PlatinumGames ponerse las pilas en estas cuestiones. Todos sabemos que este equipo es sobradamente capaz de entregarnos combates sensacionales, pero también que flojean en todo lo demás. No acaban de diseñar bien los momentos de no acción, tampoco destacan por escribir historias o narrarlas y no son muy duchos en el género rolero, con Scalebound podrían haberse quitado esa espinita.

 

 

Y digo todo esto porque aunque PlatinumGames es una compañía adorada por todos y amada por sus puntos fuertes, yo esos ya los conozco y le pido más a la desarrolladora. Pocos juegos son tan sólidos como Bayonetta, tan divertidos y espectaculares, pero llevo jugando a varios de PlatinumGames que no saben, no quieren o no pueden ofrecerme algo mejor, más complejo que lo visto en el título de 2009.

 

Vanquish, Bayonetta 2, su Metal Gear, lo que hemos podido jugar de Nier: Automata o sus Transformers son videojuegos divertidos e ideales, responden bien a la propuesta jugable que quieren ofrecernos, pero es una insistencia en lo mismo, y no sé vosotros pero yo quiero más. ¿Cómo funcionaría este sistema de combate en un ARPG? ¿Y con una exploración más rica, y con una intervención mayor de los elementos del escenario, y con dragones? Todas esas preguntas podrían haber sido respondidas con Scalebound, suponiendo la maduración de una desarrolladora grande que tiene que crecer para conseguir ser enorme de una vez.

 

Esta es la gran lástima de la cancelación de Scalebound. Dejémonos de guerras absurdas entre consolas que no favorecen a nadie y pensemos en videojuegos, desarrolladoras y jugadores. Nadie gana, todos perdemos al no poder jugar a Scalebound.


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