Titanfall 2 y Zelda Breath of the Wild... ¿Volveremos por sus DLCs?
The Legend of Zelda Breath of the Wild lo hacía hace unas semanas y ahora le toca el turno a Titanfall 2 de intentar seducirnos, en este caso con un DLC gratuito, para que volvamos a enfundarnos el traje de piloto y a efrentarnos a los límites de la física a los mandos de nuestro querido Titan, más que una exo-armadura, un compañero. ¿Justifican estos DLCs por sí solos el regreso a juegos que ya habíamos terminado?
El invento del siglo
Los DLCs son el invento del siglo para las desarrolladoras y distribuidoras del mundo del videojuego. Cuando son de pago, sirven para hacer jugosos ingresos que amorticen de sobra su desarrollo y, en ocasiones, creen picos desiguales que hagan que los jugadores tengan que pasar por el aro y pagar expansión tras expansión -¿eh, BobbyKotick?- si no quieren quedarse fuera de la comunidad. Cuando son estéticos, se convierten en el regalito perfecto de pagafantas y otras linduras a esa elfa noldor de pechos redonditos que en verdad se llama Paco, tiene cincuenta años y es guarda en Carabanchel.
Pero no os engañéis, no sólo los DLCs de pago sirven para hacer dinero. Los DLCs gratuitos son la forma perfecta de colocarnos los de pago estéticos al ayudar a la compañía a mantenernos en la comunidad, sirven para que volvamos a un juego que teníamos abandonado hace mucho y volvamos a caer en las redes de la distribuidora, y de postre son un lavado de cara majestuoso que dejan a la compañía libre de toda culpa ya sea en su forma gratuita o su alternativa: Los DLCs adquiribles 'con dinero del juego'.
¿Y para el jugador, qué?
Quejas aparte y tras unos principios algo infames con DLCs que venían ya en el soporte físico del juego pero había que pagar para desbloquearlos, los DLCs han terminado siendo, en ocasiones, una buena maniobra para el jugador con jugosas expansiones de la talla de las que en su momento pudimos disfrutar en The Witcher 3: Wild Hunt y las sagas The Elder Scrolls y Fallout, contenidos extra con los que expandir su modo cooperativo y mapas y modos de juego para los shooters del momento.
Sean de pago o gratuitos, lo importante para que un DLC sea bueno para el jugador es su voluntariedad, que no sea un contenido que te exija su pago para continuar estando al día en los juegos online y que justifiquen su desembolso, o volver al juego en caso de los gratuitos. No hablo de los de tipo estético porque estos son para quienes deseen comprarlo, al fin y al cabo.
Entonces... ¿Volveremos a Titanfall 2 y Zelda?
Pues yo sí que voy a volver, al menos a Titanfall 2. Que sí, que el DLC salió hace un par de días y podría haber vuelto ya, pero esta semana estoy medio de vacaciones y me toca cumplir con la familia. Ya lo tengo descargado para, mañana, darle amor a un juego que me supuso muchas alegrías y buenos momentos cuando salió al mercado. Es más, con la tontería, seguramente le de una nueva vuelta a su modo campaña, algo que su maravillosa jugabilidad y experiencia de juego me pone los dientes muy largos.
¿Y Zelda no? Pues la verdad es que no lo tengo tan claro. A ver, creo que Nintendo ha sido inteligente, muy inteligente al crear un paquete de contenidos tan sólido como el de The Legend of Zelda: Breath of the Wild y ponerlo en dos entregas a un precio bastante asequible: 19,99 euros, que incluye tanto el paquete que nos llegó hace unas semanas con su modo de juego difícil y sus Master Trials como el que llegará en Navidades con historia extra y tal. Sin embargo, precisamente por esa forma de partirlo en dos a un solo precio no sé si quiero volver o, ya puestos, esperar un poquito y empezarlo de nuevo en noviembre, ya sí con el DLC pagado y olvidados muchos de los grandes momentos que viví en su primera vuelta.
¿Qué pensaís vosotros? ¿Volvéis por los DLCs? ¿Preferís los eventos? ¿Sois de pagar pase de temporada?
¡Nos leemos!
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