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Tiroteos y masacres: el videojuego como culpable de la violencia escolar

¿A quién beneficia culpabilizar al videojuego?
Por Rafa del Río

Cada cierto tiempo, cada vez que a un ciudadano cero se le ocurre apretar el gatillo o hundir el puñal, los videojuegos, el cine y la música se ponen en el punto de mira de lo políticamente correcto para dar el por qué, cabeza de turco por excelencia, a una violencia sin sentido que es, a grandes rasgos, lacra y consecuencia de las sociedades actuales. De Cyril Jacket a José Rabadan pasando por las asesinas de San Fernando, de Devin Kelley a Omar Mateen o el más reciente Nikolas Jacob Cruz; detrás de cada nombre hay una historia diferente, un método diferente con un mismo resultado, que los medios no dudan en atar con lazo rojo a los videojuegos, el cine o incluso la música. 

 

En pleno debate estadounidense tras los dramáticos sucesos del tiroteo de Parkland en Florida, en el que Nikolas Jacob Cruz acababa con la vida de diecisiete personas, el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump no ha dudado en acusar directamente como detonante de la masacre al aumento de violencia en el ocio actual. Como solución provisional, el líder político estadounidense prometía tomar medidas para aumentar la seguridad escolar concertando una serie de reuniones con las compañías más importantes del cine y los videojuegos.

 

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¿Acceso libre a armas de fuego? Impresora 3D

 

¿Los videojuegos matan gente?

Así lo parece pensar el polémico presidente Trump, quien tras hacerse con la presidencia no ha logrado esconder sus filias y fobias políticas en una carrera que, sin duda, será recordada por la historia durante muchos años y que coincide con una crisis política, incluso democrática, a nivel mundial. Poco después del tiroteo de Parkland del 14 de febrero, Trump argumentaba en una rueda de prensa en La Casa Blanca 'el nivel de violencia en los videojuegos está afectando negativamente a los pensamientos de la juventud' palabras que repetían sus conclusiones tras el tiroteo de Sandy Hook en 2012, cuando tuiteó: 'La glorificación de la violencia en los videojuegos debe ser frenada: ¡Estamos creando monstruos!'. 

 

A nadie se le escapa la doble moral de estas acusaciones al mundo del cine y el videojuego por parte de un gabinete político que defiende el uso de las armas de fuego y su libre acceso, lo que ha hecho que se establezca un juicio paralelo sobre las mismas. La coincidencia en los últimos tiroteos del uso de un rifle tipo Colt AR-15 -modelo que tras vencer la patente de Colt en 1977 cuenta con 15 diseños diferentes realizados por varios fabricantes-, su bajo precio y la asequibilidad del mismo hacen que muchos pongan el acento en la necesidad de prohibir las armas de fuego, mientras otros apuntan a que se salvarían más vidas subiendo la edad de conducir a 18 o 21 años que limitando el uso de las armas. No obstante, a pesar de haber defendido la libertad de tenencia de armas de fuego -un derecho constitucional para muchos estadounidenses-, el 20 de febrero Trump reculaba y reconocía que podría ser necesaria una revisión de la ley que aumentara la edad mínima de acceso a las mismas. 

 

No voy a entrar a defender la inocencia del videojuego y el cine porque es algo que ya hemos hecho muchas veces. Los videojuegos no matan a las personas, ni aumentan la violencia intrínseca del individuo. Si bien pueden afectar a la forma en la que un asesino planee su delito, se ha demostrado varias veces que no hay relación entre el aumento de la violencia en los videojuegos y el aumento de delitos violentos en la juventud, hasta el punto de llegar a la conclusión de que un aumento en la violencia de los videojeugos ha venido de la mano de un descenso de los crímenes violentos en la entrada del nuevo milenio.  

 

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Bailando en la cuerda floja

¿Por qué defiende entonces Donald Trump la relación entre violencia en los videojuegos y tiroteos escolares? La respuesta es obvia y va a la pregunta que os hago en el subtítulo de la pregunta: Porque le beneficia. Como cabeza del partido republicano, amigo inseparable de la Asociación Nacional del Rifle, y como político que en su momento apoyó la búsqueda de culpables 'en ambos bandos' durante las cargas de los supremacistas blancos en Charlottesville, la relación de su actual estado de poder con determinados  factores negativos de la sociedad estadounidense le obliga a buscar cabezas de turco y mediar en contra del acceso libre a las armas de fuego mientras danza en la cuerda floja para no ser destituido en su próximo mandato. 

 

Populismo, algo de lo que en nuestro país sabemos mucho, y que para colmo coincide con el lanzamiento de un juego que ya se ha advertido que no hace mucha gracia por esos lares. Far Cry 5, que se prometía como una dura crítica al nuevo Ku Klux Klan, el puritanismo y el supremacismo blanco, ya se ha visto obligado a modificar su enfoque tirando más de Manson Family y menos de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo en Sus Últimos Santos Días. En un momento en el que Trump está en el punto de mira por sus decisiones políticas raciales y de inmigración, Far Cry 5 y esta cruzada contra el cine y el videojuego le puede sentar bien, muy bien, de cara a los votantes más 'serenos' mientras sigue apoyando a sus votantes más radicales, a los que cuida como oro en paño mientras trata de bailar entre dos aguas de cara a la galería. 

 

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El odio y la indiferencia matan a la gente

No podía terminar el artículo sin decir lo que debería estar claro para todos. No son los videojuegos, el cine ni las armas de fuego lo que matan a la gente. Lo que mata a la gente es la gente, la gente llevada por el odio, como fue el caso de Devin Kelley, que en noviembre de 2017,a la edad de 72 años, asesinaba a sangre fría a 26 miembros de la iglesia bautista en Texas; o como fue el caso de Omar Mateen, que tras jurar lealtad al Estado Islámico asesinó a 50 personas en un club gay conocido como Pulse. ¿Queréis más odio? No tenéis más que echar un ojo a las cargas de los supremacistas en Charlottesville. 

 

Pero no todo es odio, también la indiferencia mata gente. La indiferencia de una sociedad en la que dos chicas adolescentes piensan que podría ser divertido matar a una amiga 'para ver qué pasa', la indiferencia de una sociedad que hace pensar a un adolescente que podría ser buena idea matar a sus padres a machetazos para convertirse 'en alguien famoso', o la indiferencia de una sociedad que coge a un chico como Nikolas Jacob Cruz y le da entrenamiento militar como parte de las políticas patrióticas a pesar de haber sido internado varias veces en centros especiales por problemas psicológicos. 

 

Los videojuegos no matan gente, ni tampoco las armas, ni el cine. Lo que mata a la gente es la gente de esta sociedad fría y raquíticas en principios morales que dedica las tardes al acoso y derribo, al bullying en vestuarios y redes sociales y a establecer bandos, cuantos más mejor, e incitar a los mismos a enfrentarse entre ellos y a quedar por encima. Convivimos a diario con amenazas de muerte y violación, invitaciones al suicidio, acoso, insultos y cualquier cosa que haga que nuestro bando quede ganador y salga en la versión política de 'toma zasca' que más os guste. Cuando la fórmula explota, cuando alguien se suicida o aprieta el gatillo, nos llevamos las manos a la cabeza. ¿Cómo es posible? La hipocresía estandarizada de nuevo milenio y de este hacer las cosas a distancia, como si quien está al otro lado del monitor fuera un ente imaginario, un bot sin conciencia, y no un ser humano. 

 

¡Nos leemos!


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