Timothy vs the aliens: un videojuego con diseño de película muda
Timothy vs the Aliens es uno de esos productos que salen de la mano de PlayStation Talens como Strikers Edge y que cuenta con esas grandes virtudes que tienen los juegos de desarrollo indie… pero también sus grandes defectos.
El juego te sitúa en una especie de Boston ambientado en el interior de una película muda. Tú eres un gángster llamado Timothy que asiste estupefacto a una invasión alien por las calles de su amada ciudad. Decidido a acabar con la amenaza y salvar a aquellos a los que amas, tendrás que hacerte con una pistola y recorrer las calles hasta llegar al núcleo del problema: un inmenso platillo volante que ha aterrizado en el parque de la ciudad.
No hay que darle dos vueltas de tuerca al argumento del juego. Este título de acción con un toque de plataformas, es simplemente eso: un personajillo cartoon que dispara a los aliens que se le van acercando. La clave interesante de Timothy vs the aliens es precisamente el diseño artístico y musical que han querido darle pero en muchos apartados se queda algo cojo.
Para empezar, la ambientación general del juego es en blanco y negro con escala de grises. Los únicos que le imprimen una nota de color son los aliens, los cuales muestran una gama de rojos y verdes que, honestamente, da pena matar. Estos te irán apareciendo por las calles con una simple animación de luz y cast, lanzándose hacia ti programados con unas mecánicas simples y pobres que hace que la dificultad del juego sea muy baja. El único problema te lo encuentras, como en todos los enemigos con esta IA programada, cuando se te acumulan demasiados para las cinco escasas balas del revólver que tienes al principio.
El juego tiene un toque gamberro: Timothy es un gángster, eso es bien cierto y puedes matar a un simple ciudadano dejando que se caiga de una azotea simplemente porque te interesan las llaves, pero les ha faltado mucho cuidar el apartado estético.
El hecho de que un juego esté en escala de grises o esté diseñado en un tono mayoritamente bicromático no es óbice para descuidar las texturas. No hay prácticamente profundidad en los ladrillos o las pareces, la hierba es plana y simple y le falta un mayor toque a los escenarios para que no parezcan todos bloques duplicados y repetidos. El personaje, eso sí, sí que está logrado y conseguido, llegando incluso a texturizar las costuras de su sombrero.
Al ser todo eminentemente en escala de grises, la luz cobra un papel prioritario en este juego que se limita a crear potentes luces directas o difusas sin orden ni concierto y que parecen aparecer en las estancias por obra de magia. No veremos sombras contrastadas con decays debido a las tablas de las ventanas o un uso inteligente de la iluminación para generar un impacto dramático. Olvidaos de un estilo a lo The Artist en videojuego: Timothy vs the aliens empaña todo con una neblina de sombras que desluce mucho el juego y que hace que bebas del color de los aliens con verdadera pasión.
Las animaciones de personajes también se quedan un poco escasas. Timothy no cuenta con su propio trigger de animación a la hora de arroyar una caja. Su estilo cartoon tampoco queda del todo bien reflejado en un set de animaciones al que claramente le faltan un par de horas de desarrollo. En los pequeños detalles también falla: no hay ningún tipo de iluminación ni de efecto visual o de sonido a la hora de coger ítems clave como llaves o los billetes de dólar que flotan incoherentemente por el escenario.
La parte de exploración del juego se estropea debido a que los billetes de dólar te van indicando el camino que debes seguir en todo momento. Las mecánicas generales del juego se reducen a un simple salto y algún puzzle de plataformas tan básico (saltar de una plataforma flotante que se mueve a otra, evitar caerte en una piscina que te asesina o recoger una llave magníficamente iluminada para abrir una puerta dos calles más allá) o a los disparos contra los aliens.
El juego, sin embargo, cuenta con una banda sonora que sí que me ha parecido muy acertada y que me pareció a la altura de los maravillosos genios de Tequila Works con The Sexy Brutale. Es cierto, de cualquier forma, que bajo la premisa de que el juego es “mudo” no incluyen ni un solo efecto de sonido vocal como un gasp o un gruñido de manera que te queda una impresión general de que el juego está inacabado.
Es cierto que se puede completar en 2 o 4 horas y que el juego no tiene grandes pretensiones. Es lo suficientemente entretenido como para pasar esas dos horas delante de la pantalla, pero no para recomendar.
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