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The Last of Us bate récords en cuanto a despropósitos absurdos

Antes de Left Behind
Por Álex Pareja

Los genios de Naughty Dog pueden meterse en líos por un par de detalles de esos que son tan tontos que en verdad son difíciles de prever. No mucho después de que Ellen Page saltara a la palestra con el asunto de su parecido con la anterior Ellie (ya se sabe, el monopolio de cara de niña lo tiene ella), es ahora el diseñador Cameron Booth el que les acusa de usar su mapa del metro de Boston en The Last of Us sin permiso alguno y, por supuesto, sin retribución.

 

Después de que Booth pusiera el grito en el cielo en su Tumblr, parece ser que la cosa se ha solucionado después de una conversación amistosa en la que, todo hay que decirlo, no se sabe a ciencia cierta en qué ha quedado la cosa. Probablemente alguna compensación económica habrá tenido que ver en el asunto, porque el diseñador ha pasado de la queja pública a alabar el trabajo y la seriedad de Naughty Dog. En fin...

 

El mapa en cuestión. A día de hoy hay que andar con pies de plomo a la hora de utilizar recursos para tu juego.

 

Por otra parte, The Last of Us vuelve a estar en el ojo del huracán sin que apenas sus productores hayan podido respirar entre polémica y polémica. Os cuento: en el juego aparecen determinados carteles publicitarios en las paredes que anuncian a una empresa de control de plagas. Si a uno le da por marcar el número de teléfono sito en dichos anuncios -que ya hay que estar aburrido- tendremos al otro lado del auricular ni más ni menos que una línea erótica. Una broma que, según comentaba Neil Druckmann (director creativo del juego), intentaron 'suavizar' con el clásico 555 que suele aparecer ante los números telefónicos en las películas, pero que dado el caso de ser una línea 800 de pago, sigue funcionando el asunto.

 

Aún no se sabe si esta tontería puede costarle a los de Naughty Dog un disgusto, que ya sabemos cómo se las gastan en los Estados Unidos con estas cositas, tan del gusto de los juzgados y tal. De cualquier manera, este tipo de circunstancias son más que susceptibles de caer fuera de control cuando se está desarrollando un videojuego, donde los artistas gráficos utilizan distintos recursos para generar una cantidad ingente de material no siempre factible de supervisar en todos los ámbitos. Aunque no lo parezca, hay que tener mucho cuidado a la hora de buscar recursos visuales, y detalles como todo lo que le está pasando a los creadores de The Last of Us es un buen ejemplo de ello.

 

En serio, hay que estar muy, pero que muy aburrido para coger el teléfono y ponerte a llamar.

 

Naughty Dog ha comentado que retirará estos carteles, siendo de suponer que lanzará una actualización para ello. De otra manera, y como uno no disponga de conexión a internet para su PS3, dudo mucho que la popular desarrolladora mande a un operario para arrancar los citados carteles. Con todo, y en relación a los números calientes en el mundo del videojuego, el caso de The Last of Us no es ni mucho menos el más rocambolesco. Pero para encontrarse con el objeto que tengo en mente hay que retroceder ni más ni menos que a finales de los años ochenta, cuando la no siempre afinada casa Martech lanzaba un discreto juego de acción llamado Vixen.

 

El programa en sí, publicado para Spectrum, Amstrad, Commodore 64 y Atari ST, era del montón, siendo su particularidad el estar protagonizado por una moza asalvajada látigo en ristre (a lo Belmont), la cual estaba representada en la carátula por una modelo real vestida con un bikini de leopardo. Lo más potente del asunto es que, en su versión inglesa, el juego lucía en la portada un texto que incitaba a llamar a un número de teléfono para hablar con la protagonista del juego: 'the Vixen hotline'. Alucinante.

 

Vixen, de Martech y distribuido en algunos países por Electronic Arts. ¡Mujeres bravidas para los frikis!


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