The Last Guardian y su narrador del futuro en el pasado

The Last Guardian tiene algo que lo diferencia tremendamente de los títulos anteriores: un narrador muy presente y que habla en futuro-pasado. Él se ubica en el futuro, lo que le otorga conocimiento sobre lo que estamos viviendo al iniciar el juego. Su misión no es la de hablarnos de lo que vemos, sino de lo que estamos a punto de presenciar y de transmitirnos con el tono de su voz cómo lo recuerda.

 

Fumito Ueda es un artesano de los silencios, y no es extraño que haya optado por la inclusión de un narrador humano ahora que nuestro compañero no lo es. Tanto en Ico como en Shadow ot the Colossus era una persona la que recibía el fin último de nuestras interacciones, tanto llegando al final de un puzzle como haciendo suyas las repercusiones del asesinato de los colosos. Esa compañera servía como un espejo que narraba la evolución de los sucesos, todo ello ayudado por otros elementos que se repetían, como en el caso de Shadow of the Colossus es el templo al que regresamos tras liquidar a cada titán. En este juego, las luces que marcan dónde se encuentra nuestro siguiente enemigo señala el futuro.

 

Pero en The Last Guardian hay muchas cosas que cambian: Trico no vive a nuestra merced, el avance por la aventura no puede ser del todo anunciado para mantener la incertidumbre del escenario alta y no es humano, cuenta con su propio código para comunicarse que necesita una interpretación. En ese contexto resulta interesante la presencia del narrador.

 

 

Luego, por supuesto, su uso es también funcional. Se nota que hay un miedo terrible a que el jugador no comprenda qué hacer o se sienta ignorado por el juego. El narrador a veces abusa al aparecer acompañado de cartelones gigantes sobre los botones que hay que tocar para avanzar, y otras veces se adelanta antes de dejarnos averiguar por nosotros mismos algo o de interpretar un hecho.

 

Con lo positivo y lo negativo, lo cierto es que ese narrador que desde el futuro adelanta hechos que sucede en su pasado, con su tono melancólico y avanzando puzzles y sucesos, resulta encantador y es útil para hablarnos de sensaciones, emociones y darnos pistas sin suspender la jugabilidad, construyendo además un marco concreto a una aventura que se intuye que ya ha pasado, y en la que se nos revela que lo nuestro con Trico ha sido bonito, o no.

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