1. Mundogamers
  2. Noticias

The Last Guardian, cuando antepones el arte a la tecnología

Fumito Ueda tenía claro su objetivo
Por Rafa del Río

¿Qué haces cuando un juego que llevas años esperando cae en tus manos? En mi caso lo tengo claro: camino lentamente, no uso el botón de correr, trato de examinar cada rincón, cada esquina de sus primeros escenarios... Tiendo a tardar tanto en el tutorial que mi mujer y mi hija me miran con cara rara, como si fuera un poco tonto o como si, de repente, hubiera olvidado cómo se maneja un mando o por qué estoy jugando. Esto ha sido y a la vez no ha sido, curiosamente, lo que me ha pasado con The Last Guardian cuando finalmente empecé a jugarlo la tarde del seis de enero tras haber terminado de montar el instituto Piny, la pista de trenes de madera y la batería de percusión que los reyes le habían traido a mi hija. 

 

Y digo que fue el caso porque tardé más de una hora en salir de la primera estancia de The Last Guardian, ocupado en comprender el comportamiento de Trico, los movimientos del niño y toda esa rutina de alimentar, acariciar, trepar a mi bestia comehombres y caminar a su alrededor con esos movimientos animados que nada tienen que envidiar al trabajo de Hayao Miyazaki y Studio Ghibli. También digo que no fue el caso porque, por primera vez, tanto mi esposa como mi hija parecián no tener prisa en verme avanzar en el juego y disfrutaban de cada movimiento, cada salto, cada paso tranquilo, cada caída y cada caricia al hocico de Trico como si fuera un corto de animación en sí mismo. 

 

w2 5

 

El arte vence a la tecnología

The Last Guardian es una obra de arte con todas las letras en su denominación, y no lo digo en base a ese viejo debate ya más que superado de si los videojuegos son o no arte, sino siguiendo las líneas del arte que surgen de sus formas y sus animaciones, en la línea en la que, si aceptamos que el cine es arte, siempre habrá más de esta noble forma de expresión en una película de Ghibli que en una de Spider-Man, diga la taquilla lo que le apetezca decir. 

 

Es en este sentido en el que queda patente que The Last Guardian es arte por encima de todo lo demás, incluida esa historia que a muchos nos suena que ya nos contaron y que nos hace pensar, irremediablemente, en el Fuyur de La Historia Inteminable o en esa transformación de Haku en Dragón durante los últimos compases de Sen to Chihiro -El Viaje de Chihiro- en una de las más hermosas alegorías de paso a la madurez que jamás he visto en una película de animación. 

 

Fumito Ueda tomó su decisión, y lo hizo en base a lo que siempre ha terminado por desear: la creación de mundos casi dibujados, con ese toque nostálgico en el que son las luces y las sombras las que nos hacen compañía en sus vacíos y ruinosos parajes y ese toque que pudimos disfrutar no sólo en los juegos de la compañía: ICO y Shadow of the Colossus, sino también en otros títulos ajenos al estudio como ese primer NieR de Cavia e incluso el Halo: ODST de Bungie, con la obvia distancia de esa opción del arte frente a la tecnología que lleva acabo el estudio de Ueda. 

 

w3 4

 

Trico es el resultado de años de estudio, como demuestra la intro en la que observamos todas las partes animales que, de forma más obvia en algunas que en otras, encontramos en nuestro compañero: su comportamiento animal que nos hace pensar en un zorro o un gato cuando está tranquilo, sus ataques de ira y pánico más cercanos al de las hienas y los cánidos, ese aire de cachorro algo torpón y a la vez fluido y ágil, y el toque personal en cada una de sus plumas, que se mueven al viento de forma casi individual, como las ropas de su amigo humano, envían un mensaje narrativo que conectamás directamente con las emociones y el corazón que con la lógica y el cerebro

 


El resultado final es que lo último de Ueda vuelve a ser una fábula animada, dibujada a mano, creada con mimo y con ternura que ha preferido mantener ese aspecto de ilustración animada frente a lo que la tecnología puede lograr para volver a sorprender con una obra que, con el paso de los años, se volverá inmortal. Es fácil, tras más de una década de haber jugado a Shadow of the Colossus, pensar que Ueda lo ha logrado pero el mensaje ya no es tan potente como lo fue con sus anteriores trabajos. Sin embargo, si miro a mi hija mientras Trico se mueve en la pantalla, si hago un esfuerzo por olvidar que todo esto ya me ha sido contado, desubro que la magia sigue ahí, más potente, más moderna, más profunda y mejor contada, si cabe, que en ese primer cuento de la chica de luz y el niño con un cuerno roto que lograron sobrevivir a su espectacular aventura. Bien por Ueda y por los clásicos que vuelven a renacer. 

 

¡Nos leemos!


<< Anterior Siguiente >>