Superman, ¿dónde estás? Quiero jugar contigo...

Puede que hoy lo veías como una ponzoña indescriptible, pero yo temblaba de emoción cuando tuve por primera vez en mis manos aquel Superman que Atari lanzara para su 2600. Originalmente vio la luz en 1978, pero en España, como siempre, la cosa tardó lo suyo en salir. En cierto modo fue mejor esperar un par de años más, ya siendo un poco más talludito y habiendo disfrutado de la inolvidable interpretación cinematográfica de Christopher Reeve en el papel kriptoniano más famoso de todos los tiempos.

Y claro, faltó tiempo para meter el cartucho en mi consola. Recuerdo que estábamos alrededor del sofisticado aparato mi padre y yo, y se reía al contemplar cómo su hijo saltaba histérico al ver que el protagonista podía volar. Para mí era algo inédito, casi inconcebible. Era alucinante manejar al pixeladísimo Clark Kent, entrar en una cabina telefónica y transformarnos en Superman. Con tan esquemático conceptualización visual no era fácil vislumbrar el objetivo de este juego, pero al poco salvar Metropolis de las garras de Lex Luthor se convirtió en algo apasionante. Y si perdíamos nuestros poderes por la kriptonita que nuestro némesis ha soltado por la ciudad, siempre podíamos toparnos con Lois Lane y su beso reparador.

En la inocencia de un niño, un cartucho como este Superman de Atari 2600 era lo mejor del mundo. Por aquellos entonces se trataban de conceptos que precisaban de una buena realización, pero que pedían bastante de la imaginación del usuario. De hecho, tanto este Superman como el Spiderman de Parker Brothers eran dos de mis juegos favoritos de entonces, y todo por lo significativo de la iconografía superheróica, cuya traslación al mundo del videojuego era en sí algo muy, pero que muy grande para un crío aún lejos de intoxicarse por los excesos de información y la marabunta audiovisual de las tecnologías del ocio electrónico de hoy día.

Pero el tiempo pasa y la suerte no termina acompañando a Superman. De la misma manera que perdimos al buenos de Christopher Reeve, los fans del más grande de los superhéroes se chocaban una y otra vez con malos títulos que no hacían más que convertirlo en una mofa nada más traspasar su figura a la pantalla del ordenador o de las consolas. El caso más sangrante, como muchos sabréis, es aquel Superman de Titus, una compañía que en su apogeo nos regaló cosas bastante potables y que aquí, con muy poco pudor, se atrevió a lanzar al mercado uno de los peores videojuegos de la historia.

En la sombra quedaron títulos meritorios como el Superman de Taito para máquinas recreativas (un beat'em up bastante decente), el Superman: The Man of Steel de Tynesoft (muy a lo Space Harrier) o aquel de Sunsoft que con el mismo nombre saliera para Megadrive. Notorio es recordar que la vieja Blizzard (sí, los de WOW) programara para las 16 bits de Sega y Nintendo el curioso brawler The Death and Return of Superman. Por último, y a pesar de haber sido bastante apaleado en su momento, me gustaría hacer mención del Superman Returns de Electronic Arts, un desarrollo tremendamente cutre en PS2 pero algo más aceptable en Xbox 360... y oye, que a pesar de los pesares lo disfruté bastante.

Toda esta parrafada es para lamentar que, con el estreno encima de 'El hombre de acero', no tengamos ni un solo videojuego de Superman a la vista, siempre y cuando obviemos su imponente presencia en Injustice: Gods Among Us. Sí, quizás algún jueguecillo para móviles y tal, pero nada enfocado a nuestras consolas o al PC. Hacer movimientos con Kal-El se ha convertido en algo poco productivo para las desarrolladoras, a sabiendas de la mala sombra que otorga la franquicia. Iron Man no le va a la zaga (vaya desfachatez lo de sus juegos), pero creo que el gran Superman debería tener la oportunidad de redimirse pad en mano, y por lo menos intentar transmitir a los jugones aquellas sensaciones que yo sentía con sus superpoderes en mi vieja Atari 2600.