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South Park. Qué maravilloso es reírse con un videojuego

Hablemos del factor miedo
Por Rafa del Río

La vara de la verdad de South Park no solo demuestra, como los Batman Arkham, que una IP ajena a este mundillo, la que sea, puede llevarse de manera fantástica al videojuego. Pone de manifiesto la necesidad que tenemos de títulos de humor de calidad. Nos hemos acostumbrado a que los buenos títulos sean duros, de decisiones difíciles y que apelen a nuestra moralidad. Los grandes éxitos de esta generación son Bioshock, Last of Us, Dark Souls, etc, títulos maravillosos pero con un lenguaje duro. El humor parece relegado a producciones de calidad irregular que se recomiendan como es malo, pero te ríes. Pero se echan en falta producciones como South Park, buenas, íntegras y en las que te partes el pecho, pero siempre disfrutando del juego. Títulos como Naughty Bear o Aliens Colonial Marines, hilarantes por distintos motivos, no son títulos que uno merezca jugar.

 

¿Qué hay de títulos como Monkey Island? Aquel contenía líneas fantásticas que se recuerdan aún a día de hoy, como las peleas de insultos. ¿Todo ha de ser personajes torturados, con un pasado oscuro o una redención como meta de sus actos? Al estar el videojuego en el punto de mira, o existir esa necesidad de hacer de un título una experiencia trascendente, muchas veces se descuida el principio básico tras estas producciones: divertir, tomándose demasiado en serio. Se añoran las producciones alocadas como Boogerman de Megadrive o Conker´s Bad Fur Day de N64. Lo peor, es que no querer incluir humor de manera directa, y sí personajes extrañamente afectados, acaba consiguiendo fabricar personajes tan duros que no son creíbles.

 

 

El humor, cuando se incluye, se hace ahora desde un punto de vista sarcástico. Yo me he reído muchísimo con los comentarios del dueño de empresas Fink jugando a Bioshock Infinite “Sé la abeja”, pero no es entregar ese humor el motivo por el que el juego se ha creado. También lo hemos visto como los guiños de Nathan Drake con el jugador, siendo este un chiste en sí mismo. Gracias a ellos, el buen explorador se siente como un protagonista mucho más creíble que otros de su genero. También los JRPG se esfuerzan en incluir bromas para entregar un alivio cómico al jugador, pero no es por lo que apuesta South Park o Monkey Island.

 

 

Sin duda, es mucho más difícil hacer reír que llorar, más quizás en un videojuego. Es complicado mantener un tono humorístico durante ocho horas sin cargar al jugador y estructurar una historia en base a él, aunque simplemente, como ya apunté aquí, me da que es más el miedo a no poder vender esa aventura épica y legendaria que todos los juegos parecen querer ser. Cuando a veces basta con ser, simplemente, un juego.


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