Sólo espero que no nos pongan un 4

Ha quedado comprobado que llevar una licencia, bien, al videojuego, es difícil. Recientemente La gente tras el título The Stick of Trtuh: Obsidian y sus creadores, han publicado un diario de desarrollo la mar de interesante, y lo es porque tanto Trey Parker como Matt Stone dan fe de lo difícil y diferente que es un videojuego con respecto a otro medio, hasta suspirar con cierta divertida desesperación: Sólo espero que no nos den un p**o 4 en gamespot.

Ambos han de estar bastante quemados de tanto videojuego basura que ha dado su licencia. Juegos de kart pochos y más iteraciones que son para olvidar cuando, a lo tonto, South Park ha generado un universo propio tan particular como rico, aún sin aprovechar. Lo malo de las licencias es que, en el fondo, son concebidas como sacacuartos, no como prolongación de la marca a un mundo que no es suyo. No es hasta que toma las riendas del proyecto un equipo que ama la franquicia y el mismo videojuego que salen cosas buenas, como el Batman de Rocksteady o los Naruto de CyberConnect2.

Atrás quedan los tiempos de Megadrive y Super Nintendo, y visto lo visto, falta aún mucho tiempo y cambio de mentalidad antes de que podamos jugar a, por ejemplo, una aventura de One Piece en condiciones. Lo peor de todo es que a algunas de estas licencias se les implementan buenas ideas, pero también una realización tan justa que no consiguen ni satisfacer al fan más acerrimo.

Esto acaba consiguiendo que el videojuego no produzca beneficios, y peor aún, que la misma licencia pierda fuerza, con fans hartos de no poder controlar eficientemente a sus personajes favoritos. Algo que no cambiará jamás hasta que, una de dos, o bien un estudio que sepa lo que hace y se respete tome el proyecto, o bien los creadores del nombre original se pongan burros y proclamen que “esta boca es mía”. Por fortuna, ambos factores parecen haberse hermanado en este South Park: The Stick of Truth. Es maravilloso apreciar el cariño y la sinceridad de las almas pensantes tras Kenny y Cartman, conocedores de la dificultad de este medio nuestro y con muy pocas ganas de dejar nada al azar.

Es hora de ponerse las pilas y de no echar más a perder los maravillosos mundos que un mangaka, un director o un autor crea. Tiene mucho que ver con lo que nos contaba Dayo este fin de semana con la desvinculación entre trama y jugabilidad. El videojuego no puede ser tomado a la ligera, tiene sus normas propias, sus reglas y sus condiciones, y para que éstas funcionen con algo concebido para ser disfrutado sin interacción, hay que conocerlas y, sobretodo, hacer las cosas con cariño. Nos lo merecemos. Es por esto que deseo que este South Park salga bien, por Obsidian, por la licencia y por la comunión entre videojuegos y esas historias ajenas a él, pero que tanto amamos.