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Skyrim vende 20 millones de unidades. Queremos nueva entrega.

La única condición
Por Álex Pareja

Skyrim ha conseguido la nada despreciable cifra de veinte millones de unidades vendidas, algo que acredita que es un juego enorme y fantástico, y que queremos ya una nueva entrega de la saga. Sin embargo, pese a las muchas virtudes del último The Elder Scrolls, tan magníficas que ocultaban sus muchos defectos, toca preguntarse cómo debería ser una siguiente entrega.

 

La respuesta no es sencilla. Con una entrega online llamando a nuestras puertas ha de existir una diferenciación entre ése y lo nuevo de Bethesda. Mientras aquel debe esforzarse en que el viaje por un mundo persistente, caminando acompañado, sea entretenido, éste ha de lograr que el viaje solitario al que hemos de enfrentarnos lo sea más que nunca.

 

 

Skyrim es uno de los pocos juegos en los que acusé una falta de poderío técnico en la generación pasada. Sí, el juego es bellísimo pero tiene un gran problema: te deja interactuar de un modo tan rico con todo lo que te rodea que cada lastre con el que te encuentras llama demasiado la atención, en especial, la gente con la que te topas, hablas y matas. En los rostros más bellos es en donde se encuentran más defectos.

 

Curiosamente, la calidad del viaje de un hombre solitario se basa en los encuentros con aquellos que se cruzan en su camino. En el título online, digamos que estos encuentros ya se solucionan por sí mismos, pero son la chicha de un juego de aventuras tradicional. En Skyrim los movimientos robóticos, las extrañas reacciones y la incapacidad de nos personajes no jugador de interactuar con el entorno, los transformában en seres sin vida. Algo no demasiado alarmante cuando jugamos a Fallout u Oblivion pero que se hacía muy patente ante el poderío de Skyrim. Quiso llegar a un nivel altísimo en ciertos aspectos pero se quedo demasiado corto en otros. Sin embargo, esos 20 millones de juegos despachados demuestran que, pese a todo esto, el juego ha funcionado muy bien y que es fantástico.

 

La saga The Elder Scrolls es una de las pocas por las que sí entiendo que se reclamase ya una nueva generación. El trabajo de trasfondo, las historias de sus gentes y la construcción de su narrativa ya está hecho, ahora falta meterle caña a trabajar con un engine que le otorgue entidad a todo ello de una manera realista y, también, que dote al combate de algo de gracia. Si consiguen convencernos en esos dos aspectos, sin duda, las cifras de venta de la continuación se multiplicarán. La expectación de los fans por cualquien mínimo anuncio que se haga tanto de éste como de un nuevo Fallout son sintomáticas de las tremendas ganas de saber lo que Bethesda nos tiene preparado para nuestras Xbox One y PS4. Fus Ro Dah.


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