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SimCity: revivir una franquicia moribunda

Menuda recalificación
Por Jaume Esteve Gutiérrez

SimCity ha salido de la Gamescom como uno de los grandes triunfadores y a nadie le extraña. Todo el que lo ve en directo o lo prueba con sus propias manos habla maravillas de la reinvención del simulador de Maxis.

 

No he sido de los afortunados en ir a Colonia a probarlo con mis propias manos pero me fío muy mucho de los comentarios que estoy leyendo por todas partes. Es más, cuando lo vi en el E3 ya me dejó un poso sensacional y me llegaron rumores de que en un showcase de EA fue de los juegos más solicitados. Un hecho que no es baladí si tenemos en cuenta que para poder desarrollar una partida mínimamente interesante hace falta ponerse un buen rato.

 

La historia de SimCity nos la conocemos todos. La franquicia ha sido un clásico desde que el videojuego es videojuego. Es sencillo rebuscar entre nuestros recuerdos y encontrar retazos, imágenes, referencias a algún juego de la saga en nuestra vida de jugones ya sea a través de los propios juegos o de su presencia en medios. Repito, un clásico en todos los sentidos.

 

Pero este clásico, como tantos otros, comenzó a resentirse con el paso de los años y a convertirse en un producto muy específico para un nicho de mercado. De aquellas primeras entregas abiertas a cualquier jugador (qué bonitos eran aquellos primeros noventa, en los que la simulación no estaba reñida con una curva de dificultad aceptable) se fue pasando a un juego cada vez más complejo, con más matices, más cerrado en sí mismo.

 

EA y Maxis han dejado reposar a SimCity, han puesto a la franquicia en barbecho y se han sentado a pensar qué narices le hacía falta a la saga para volver por sus fueros. La respuesta, el nuevo SimCity. La declaración de intenciones viene con el mismo título del juego, como si de un reboot en toda regla se tratara. Ojo, el título, por concepción, es el concepto que todos conocemos, pero el lavado de cara le está sentando de maravilla.

 

Caos en SimCity

 

Puede que sea ese remozado aspecto gráfico, que nos recuerda a un Instagramer cualquiera tirando de desenfoque a lo bestia, o quizá esa conexión permanente que hará de SimCity un juego donde lo social tenga sentido. A lo mejor todo se reduce a que, cuando lo ves en movimiento, ves un juego donde la simulación tiene una razón de ser, donde las cosas que suceden en la ciudad no lo hacen porque sí, sino porque "cada habitante de SimCity tiene una vida y un trabajo en esa ciudad, y todo lo simula el juego", como me explicaron en el E3.

 

El otro día decía que este otoño me llamaba poco la atención. No os voy a engañar, tampoco me apasionan en exceso los títulos que se nos vienen encima en la primera mitad del 2013. No por fucker, sino porque a excepción de este SimCity o de Revengeance, se repiten muchas fórmulas con las que no comulgo. Pero este SimCity... este SimCity es una cosa totalmente diferente.


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