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Shenmue, un sandbox de barrio

en las distancias cortas es en donde el juego brilla
Por Adrián Suárez Mouriño

Shenmue, jugablemente, está muy superado; también el concepto en sí de su mundo abierto o el fluir de sus conversaciones, pero hay algo en él que sigue siendo único y que sabe dejarte con la boca abierta cada vez que vuelves a jugarlo. Los sandbox o títulos de mundo abierto tienen su ambición en plantearte mundos cada vez más grandes. Su premisa es decirte que podrás correr por un lugar diez o veinte veces más grande que el de su precuela; ¿pero cómo están definidas las calles y los barrios de esos entornos? ¿Cómo son los vecinos, cuáles son sus costumbres, dónde viven?

 

Shenmue es capaz de parecer inmenso e incluso inabarcable al dejar al jugador pasear por un par de barrios compuestos de dos calles. La intención de este título es ser uno que para recorrerlo hay que hacerlo a través de todos los que habitan el lugar, porque es el vecino de cada área el que ofrece esa inmensidad que los sandbox buscan en extensión de terreno. Uno, jugando a Shenmue en pleno 2015, sigue abrumado por comprender cómo le afectan los horarios a cada individuo: van a comer, abren sus tiendas, se van a tomar una copa y acuden a su casa a descansar cuando toca.

 

 

Ya al principio del título, Ryo se patea las calles preguntando por Lan Di. Recibe distintas pistas sobre distintos personajes relacionados con él y a va interrogar a los lugareños sobre ellos. La magia a nivel de desarrollo de trama, que consigue esta manera de personalizar a cada personaje no jugador, se muestra en que llegas a saber a quién preguntarle qué en función de su manera de vivir.

 

Shenmue III tiene como uno de sus objetivos ser un mundo abierto tipo sandbox y, claro, eso va en contra de este principio porque ¿se puede llevar este mismo mimo a una ciudad tipo Los Santos? Recordemos que las conversaciones de todo el barrio llegaban a cambiar en función de las preguntas que Ryo tenía para hacerles, consiguiendo recrear una vida de barrio muy lograda. Lo cierto es que me hubiera gustado que por ese amor a la marca se hubiera insistido en hacer un pequeño gran barrio abierto, ese amor por el personaje no jugador y menos presumir por las dimenesiones que se pretenden alcanzar. Shenmue sorprende por lo que se puede hacer en la pequeña escala, tanto que aún fascina hoy, con más de diez años a sus espaldas. Abrir ese escritorio de la habitación del protagonista sigue enamorando, tanto como hablar con la gente del barrio. Que eso no se pierda, Yu.


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