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Shelter 2. Una madre primeriza sin guía

Con cuatro adorables cachorros que cuidar
Por Adrián Suárez Mouriño

Shelter 2 nos cuenta la preciosa historia de una madre lince que tiene que cuidar a sus cuatro cachorros (que son súper monos los jodíos), guiarlos por las distintas estaciones que componen la vida y luego… Ay, la vida.

 

Shelter 2 me ha gustado mucho porque su mensaje ha calado en mí, aunque más que eso me ha gustado por cómo se me ha contado dicho mensaje. Encarnamos a una madre lince que empieza su andadura por el mundo escapando de unos lobos que se la quieren zampar. Ella está embarazada de su camada, protegerse a ella misma es proteger a sus retoños. Al conseguir huir, vemos a la familia en su refugio, se le pone nombre a los peluches y se empieza a jugar.

 

 

Shelter 2 te hace jugar como una madre, en el de una que no tiene ni idea de lo que tiene que hacer y que todo lo ha que aprender por instinto. En el videojuego no hay indicadores que te adviertan de hacia dónde ir, incluso si tienes que ir hacia algún lado. Tampoco sabrás si tus cachorros están bien alimentados hasta que sea obvio que la van a palmar. Poco a poco vas aprendiendo qué piezas de caza tienen más carne útil, cómo darles de comer y a qué distancia puedes adentrarte en una zona desconocida alejándote de ellos.

 

Ya me fijé cuando jugué a The Vanishing of Ethan Carter. En ambos, el escenario funciona más como un enemigo que como un aliado. En el videojuego de investigación, el mundo abierto consigue que, en más de una ocasión, te saltes las pistas, pases de largo puntos importantes y te pierdas, algo natural si eres un investigador despistado. En Shelter 2 aparecen unos iconos en el mapa cuando agudizamos nuestros sentidos de lince, estos nos señalan zonas nevadas u otras con muchos árboles, como si nos pidieran que fuéramos hacia ellas para investigar, pero sin saber realmente por qué.

 

En esos sitios hay caza distinta, pero también nuevos peligros, unos que no existían en nuestro refugio, allí donde empezamos la partida, entonces ¿por qué lo hacemos, por qué nos encaminamos a una zona cubierta por la nieve si es a todas luces más peligrosa? Por instinto, por ese que aprendemos como madre, aunque allí no exista ningún premio y sí más peligros.

 

El escenario de Shelter 2 se alía con esa carencia de guía y de premio para mostrar, sencillamente, un mundo abierto en el que ir con nuestros hijos, explorar y cazar. Es como si te dejan a ti en la calle; no te van a dar un logro por entrar en un parque y tampoco hay un enemigo esperándote. Simplemente es un parque, quizás te atraque un yonqui, quizás compres unos barquillos en un puesto. Ay, la vida. Cómo es.


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