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Seamos un poco superficiales

El físico no lo es todo
Por Kysucuac

En cuestión de gráficos, tengo un gusto muy variado. Me gustan los juegos con un aspecto realista, pero también me molan mucho los más infantiles. También me doy por satisfecha ante un título de estética retro, con esos personajes pixelados que hacen las delicias de los más nostálgicos. No soy nada exigente, porque en todos los géneros puede haber de todo, por mucha era de la tecnología en la que estemos, no hace falta que todo sea una gran obra artística a nivel estético, si se compensa de otra manera. No obstante, hay un género al que sí me gusta exigirle un mínimo, si bien con los años me he vuelto más tolerante: El MOBA.

 

Los títulos de estrategia de acción en tiempo real tienen su propio atractivo y no necesitan unos gráficos impresionantes. Sin embargo, quizás por culpa de haberme acostumbrado años ha a Dota 2, ahora les pido un mínimo a todos los que intentan hacerse un hueco en el pequeño gran mundo de este tipo de juegos. De hecho, tardé muchísimo tiempo en atreverme a entrar a League of Legends porque su estética me daba miedo. De verdad, no os podéis ni imaginar lo horroroso que era el juego y su combinación de colores chillones. Los personajes rubios estaban teñidos de rubio pollo (algunos lo siguen estando) y cada efecto era más cutre que el anterior.

 

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Sí, el LoL ha cambiado mucho desde su nacimiento, pero no deja de estar por detrás del resto de MOBAs en lo que a gráficos se refiere. El ya mencionado Dota 2 es un juego con un nivel artístico increíble, y la nueva vista “de cerca”, que rompe con la cámara clásica, es una delicia (inservible a nivel de juego, pero una delicia). Heroes of the Storm tampoco se queda atrás, con unos gráficos dignos de Blizzard (pero no de World of Warcraft, claro). No obstante, del que voy a hablar hoy es del que se lleva el premio al mejor MOBA de todo el catálogo en lo que a gráficos se refiere. Un título que ha sabido combinar a la perfección las mecánicas de los battle arena con la jugabilidad y el aspecto de juegos más “consoleros”. Por supuesto, estoy hablando de Smite.

 

Creado por Hi-Rez Studios y llevado, primero a ordenadores, y después a Xbox One, Smite es un juego que sorprende para bien por varios motivos. Primero, destaca por encima de otros del género por su gran riqueza gráfica, lo definidos que están sus personajes y los impresionantes escenarios que lleva. Además, su cámara al hombro lo hace único entre los MOBA, así como los controles, mucho mejor adaptados para mando de consola que para teclado y ratón. Se nota que la compañía estadounidense se está currando mucho las cosas con este juego. No hay más que ver las cinemáticas de Smite, que son, básicamente, alucinantes.

 

 

¿Veis? Si es que se queda uno abrazando al cubo de las babas. No sólo eso, Smite es de los pocos juegos que no distan mucho de sus cinemáticas. No como League of Legends, que ves sus vídeos (los de ahora, los primeros daban vergüenza ajena), te descargas el juego y cuando lo abres empiezas a intentar subir la barra de gráficos más allá de sus posibilidades. De modo que Hi-Rez no nos vende aire y su juego es uno de los grandes, en muchos aspectos. Su variedad de modos de juego y el cada vez más grande abanico de personajes lo convierten en un MOBA muy disfrutable, no sólo para aquellos amantes del género, sino para los que buscan un juego multijugador como otro cualquiera.

 

La superioridad gráfica de Smite es más que palpable, por ello me sorprende que todavía tenga menos jugadores que Dota 2. El juego de Valve es el que más jugadores tiene en Steam, más de 11 millones, y Smite superó este verano los 10. Le sigue de cerca, pero sabe perfectamente que no puede llegar a la cantidad exagerada de más de 60 millones de jugadores con los que cuenta League of Legends. Y eso contando los que juegan de forma mensual, que el número de cuentas hace tiempo que superó los 100 millones. Malditos smurfs.

 

Sea como fuere, Smite merece nuestra atención, mientras que cuesta explicarse el título de juegos aparentemente inferiores. Como se dice, el físico no lo es todo. ¡Pero es que Smite es más que físico! Tiempo al tiempo, Hi-Rez, algún día llegaréis lejos. Más lejos, digo. Que de momento todo va viento en popa.


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