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Sea of Thieves recuerda al jugador que no pasa nada por morir

El efecto del Ferri de los Condenados
Por Brenda Giacconi

Sea of Thieves se ha consolidado como uno de esos MMORPG al que seguir el rastro tras cada actualización, pues Rare está haciendo un trabajo increíble al introducir nuevas mecánicas, guiños, retazos de lore y, por supuesto, misiones en un mundo tan simpático y fantástico. Porque las aguas de Sea of Thieves están malditas: es imposible salir del lugar, hay decenas de esqueletos andantes, animales acuáticos amenazantes y, cada tanto, aparecen barcos fantasma que comienzan automáticamente una batalla naval.

 

En definitiva, ese mar esconde muchos secretos. Pero también muchas lecciones destinadas a todo tipo de jugadores. A los que les gusta abordar otros barcos, los que husmean en tumbas de grandes capitanes pirata, los que saquean cofres de todo tipo y, el grupo al que me refiero hoy, los que se toman el juego demasiado en serio. Sea of Thieves bebe de otros juegos del mismo género al enviar los usuarios caídos en batalla a un mundo místico y temporal antes de revivirlos en la partida. En este caso, ese sector es un gran galeón oscuro que atraviesa una infinita neblina verdosa en una noche eterna: el Ferri de los Condenados. Y estos breves momentos, ese medio minuto que el jugador pasa en el barco antes de regresar al Sea of Thieves, es crucial tanto en el lore del título como para dar a entender la diferencia entre divertimiento y seriedad.

 

Puerta de regreso al Sea of Thieves

 

Puerta de regreso al Sea of Thieves

 

El Ferri de los Condenados, como su nombre indica, es un lugar al que se accede automáticamente cuando el jugador muere en los mares de la entrega. Ya sea en una batalla entre piratas, en una encarnizada pelea contra un animal acuático o por puro error humano, todas las almas que perecen van al tenebroso galeón capitaneado por un barquero encadenado al timón, lo que hace que nos encontremos con otros jugadores que también hayan muerto en ese momento. Hay muchas teorías alrededor de este suceso, así como de la existencia de un barco de tales condiciones, pero a mí no deja de sorprenderme el “efecto frío” que produce en el juego. Te saca un momento de la inmersión de la partida, te obliga a esperar unos segundos y te ofrece pocas cosas que hacer (aunque ciertamente importantes para algunas misiones) antes de volver al mundo maldito del que provienes.

 

Y esto no es malo, al contrario. Es un efecto necesario para el jugador. Sea of Thieves, como cualquier otro MMORPG, tiene jugadores tóxicos. Es habitual que se lancen insultos, se actúe con poca deportividad y, en definitiva, que se pierdan las ganas de jugar por culpa de unos borregos. Muchas de estas personas actúan así por el fragor de la batalla virtual, y la rápida visita al Ferri de los Condenados calma momentáneamente esa agresividad. Porque es un lugar tranquilo, pero oscuro y siniestro, en el que esperar a que nos revivan. Con suerte, nos encontramos a esos mismos usuarios con los que estábamos luchando, y como en el galeón no se puede hacer nada, tendemos a saltar e interactuar con ellos fuera del combate.

 

Por lo tanto, este momento tan corto y vacío, únicamente entretenido por la presencia de otros jugadores perecidos, baja los humos de la batalla. Claramente, en unos pocos segundos se vuelve al Sea of Thieves y probablemente seguiremos blandiendo la espada y dando cañonazos, pero la actitud es diferente cuando el Ferri de los Condenados se mete en medio de esa experiencia. Qué bien viene visitar el tenebroso galeón de tanto en tanto, y menos mal que el barquero siempre está ahí para recoger nuestra alma. 


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