1. Mundogamers
  2. Noticias

Saber detenerse antes de tiempo

Llegará junto a la película el 12 de julio
Por Rafa del Río

Clint Eastwood dijo en su momento que quería dejar de hacer cine; jubilarse mientras tuviera una buena racha y así evitar ser como un boxeador que no sabía cuándo parar. Gran Torino, Invictus, J. Edgar y Más Allá de la Vida han demostrado que quizá su idea de retirarse no es la misma que tenemos el resto de mortales. Hideo Kojima, otro autor al que venero, comparte esta misma visión de que retirarse es seguir adelante, pero el suyo es el mundo de los videojuegos, lo cual significa repetir el mismo título con distintos números o subtítulos acompañándolo.

 

Sí, el mundo de los videojuegos ama a sus sagas como Adam West ama los caramelos de café con leche. Es cierto que algunos de mis juegos favoritos son secuelas (Silent Hill 2, Half Life 2, Metal Gear Solid 2), pero cuando algo se repite una y otra vez el chiste pierde gracia y al final acabas queriendo pegar un puñetazo al tipo que te está contando la misma historia de siempre. Hay muchos ejemplos de esto, pero hoy querría centrarme en la saga titular: Assassin’s Creed. Confesaré antes de empezar que soy un fan del hijo de Patrice Désilets: me gusta su premisa, me gusta su misterio, me gusta su filosofía y me gusta el detalle y esfuerzo que se pone en cada nueva entrega. Lo que no me gusta es que esta maldita saga no va a terminar nunca. Hace un tiempo Laurent Detoc, el director ejecutivo de la división norteamericana de Ubisoft, dijo que no le importaría alargar la saga hasta diez o más entregas. Fue como sentir una perturbación en la Fuerza: algo iba muy mal. Sin embargo, viendo las sucesivas noticias sobre el desarrollo de Assassin’s Creed 3, los esfuerzos reunidos para llevar a cabo el juego, la titánica ambición del proyecto y el hecho de que siete estudios estuvieran trabajando juntos para crear el que Alex Hutchinson había descrito como uno de los últimos grandes juegos del desarrollo AAA hizo que me replantease mis miedos y creyera por un momento que no, que este era realmente el fin. Y daba la sensación de que lo era: en las entrevistas Hutchinson había expresado cómo el equipo trabajando en el juego sabía que esta podía ser la última oportunidad de trabajar en un proyecto de esta categoría.

 

todo tiene su límite, y los problemas llegan cuando ni siquiera los autores saben cuándo acabar con su obra."

 

Pero no sé por qué me creo las tonterías que dicen en las entrevistas. Con Black Flag a pocos meses de ver la luz y una quinta entrega anunciada, es evidente que Assassin’s Creed no va a ir a ninguna parte. Y es por eso por lo que he decidido dejar de seguir esta saga.

 

Cuando inicio una historia, espero ver su final. Es cierto que el viaje es algo hermoso, pero si su conclusión es incierta entonces no sé cuánto puede merecer la pena el camino. El final da cierre, y no sólo termina la historia sino que nos libera de ella: nos hace sentir alegres y tristes, llenos y vacíos al mismo tiempo. La travesía ha acabado, así que podemos salir y buscar con qué nueva obra malgastar nuestro tiempo. Acompañar a un personaje hasta el final del camino y ver adónde le lleva es una experiencia única; ver cómo ha evolucionado, cuánto ha recorrido, adónde le ha llevado todo, qué misterios había detrás, los amigos que ha hecho por el camino. Pero cada vez creo más firmemente que Desmond no es realmente el protagonista de su propia historia. Es un vehículo narrativo, una excusa para que visitemos otro tiempo. A ojos de un directivo esto es una bendición: la posibilidad de entregar cada nuevo año una historia con unos personajes, época y escenarios distintos, pero con toda la seguridad de recibir el dinero de una franquicia establecida. Si quieren pueden alargarlo para siempre porque siempre pueden inventarse que Desmond tenga que volver al Animus para recordar el color favorito de vete a saber tú quién y tienen trasfondos suficientes: las Guerras Mundiales, Egipto, la conquista de América, la Guerra Fría… Pero nunca vamos a saber qué es de esa guerra entre templarios y asesinos, y cuando llegue el final vamos a estar tan saturados que ni nos importará.

 

Metal Gear Solid 5 The Phantom Pain

¿Es The Phantom Pain redundante? ¿Hemos vivido ya todo junto a Snake?

 

Como he dicho al principio, este no es el único caso. Metal Gear perdió mi interés hace ya varios años. Tras la cuarta entrega, a mis ojos, la saga había terminado, y las dos entregas de PSP y los anunciados Ground Zeroes y The Phantom Pain son juegos con los que puedo vivir sin jugar porque no creo que aporten mucho más a lo que ya he vivido junto a Snake. Casi me duele ver a uno de los grandes autores de este medio limitarse a una franquicia que ha dicho una y otra vez que quería terminar. Quiero ver qué más tiene pensado, cuáles son sus otras ideas y proyectos. Quiero ver qué jugabilidad se le ocurre para sus obras futuras, qué otras inquietudes transmitirá cuando se le de una hoja en blanco. Estoy harto de espías con parches y bandanas. Kingdom Hearts, si no cierra definitivamente con su tercera parte, también será otra saga que se va por el retrete. La gracia del terrible chiste de Nomura es que no sólo ha encontrado excusas para alargar su obra en estos últimos años: es que lo ha hecho en cinco plataformas distintas. Así que no sólo ha enrevesado todavía más su argumento, sino que ha limitado a una colosal fracción de su público para conocer toda su trama de primera mano. No todos tienen tanto dinero como para comprarse una PlayStation 2, una GameBoy Advance, una PSP, una Nintendo DS y una Nintendo 3DS. Y la próxima entrega estará en consolas de nueva generación. Ole tus sagrados cojones, Nomura.

 

Pero hay distintos casos de serialización. Al quejarme de cómo Assassin’s Creed se ha convertido en Call of Duty con otro nombre ha habido voces que se han preguntado cómo puedo ser tan hipócrita para atacar esta saga y halagar al mismo tiempo a digamos, Super Mario. La diferencia entre Assassin’s Creed y Super Mario es que aquí hay una historia que contar. Yo, al menos, estoy aquí porque quiero saber. Este no es un juego desafiante y apenas ha cambiado sus mecánicas desde su primera entrega, así que no estoy por la jugabilidad. Me sentí intrigado cuando al llegar al final del Assassin’s Creed original vi todas esas pintadas en la habitación de Desmond. Me sentí intrigado cuando en el segundo Assassin’s Creed Desmond comenzaba a confundir realidad con ficción. Pero las aventuras o desventuras de Altäir, Ezio o Connor me parecen tan importantes como la vida de Belén Esteban.

 

Hay muchas veces que cuando termina una historia desearías que hubiera durado más. El caballero oscuro o La melancolía de Suzumiya Haruhi podrían haber durado el doble y las habría amado todavía más. Pero todo tiene su límite, y los problemas llegan cuando ni siquiera los autores saben cuándo acabar con su obra.

 

No quiero seguir viendo otra vez la misma historia. No quiero ver cómo una saga se pierde a sí misma mientras se fuerza a ofrecer una nueva entrega cada poco tiempo. No quiero formar parte de ese proceso.

 

No voy a comprar Black Flag.


<< Anterior Siguiente >>