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RUST: Egoland y su polémica reviven los peores vicios de la televisión pública

¿Hora de regular?
Por Rafa del Río

El streaming y los streamers están cada vez más en entredicho. Mientras un alto porcentaje de creadores de contenido llenan la red con directos y vídeos de calidad, entretenidos e incluso educativos, todavía hay un pequeño sector que escupe sus genialidades directamente a la cara del espectador sin filtro de ningún tipo. ¿Ha llegado la hora de regular los streamings? ¿De quién es la responsabilidad? Tras el desagradable incidente ocurrido ayer en RUST: Egoland parece que toca hablar en serio del asunto. 

 

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La necesidad de rebelarse

Hay mucho de hipocresía en todo esto de los contenidos y los menores como público. Tachar de inapropiados los mensajes que ciertos youtubers y streamers mandan al público juvenil es olvidar lo que toda generación ha vivido en sus propias carnes al ser adolescente. Sí, hay mensajes nocivos y tóxicos en ciertos canales de youtube como también los había en las letras de los Sex Pistols, en los capítulos de Beavies and Butt-Head, en los mensajes antisistema de La Bruja Avería o en las letras de Chimo Bayo. Ser adolescente es querer ir contra el sistema, es querer ser un rebelde, descubrir cosas nuevas que vayan en contra de lo que nos enseñaron nuestros padres y nos demuestren que el mundo es mayor que las cuatro paredes en las que crecimos siendo niños.

 

Esto explica en cierta medida la situación, pero no libra de culpa al streamer que tiene en sus manos la responsabilidad de saber hilar fino en sus contenidos y trazar una frontera entre lo rebelde y lo dañino, entre lo subversivo y lo tóxico. El problema crece cuando, además, estos contenidos no sólo no suponen un avance y una rebelión intelectual ante lo establecido, sino que lejos de eso perpetúa comportamientos nocivos para la sociedad que deshacen décadas de trabajo por la igualdad y el respeto a todos sus miembros. Mi generación, los que vieneron antes y las actuales, sufren un doble periodo de revolución. Uno positivo, que trata de acercar posturas, de aumentar el respeto a todos los miembros de la sociedad y tratar de entender al prójimo aunque no compartas su situación; y uno negativo que es todo lo contrario, una respuesta al positivismo que fuerza la papeleta para resultar aún más odioso y destructivo. En ese lado tienes al tonto de ReSet dando galletas con pasta de dientes a una persona sin hogar u ofreciendo sandwiches con excrementos de gato a niños y ancianos, sujetos como el que llamó cara anchoa a un repartidor, Logan Paul perdiendo los papeles en Japón o Julia Slonska rompiendo una estatua a martillazos en Varsovia para conseguir, a sus 17 añitos, más visitas en su canal. 

 

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Lo peor de la televisión pública vía streaming

Como decía al principio no hay nada nuevo bajo el sol, aunque sí nuevos actores con muy poca preparación y sin ningún filtro que les diga que, a lo mejor, grabarse conduciendo a 240 Km/h no es la mejor idea. Que subir un vídeo rompiendo retrovisores les puede suponer un problema o que antes de hablar a un público que por mucho +18 que pongas sabes que en su mayoría es menor de edad, es interesante tomar algunas medidas como hacer un guión para no meter la pata, meditar qué se va a decir y cómo, o no ponerse hasta el culo de ciertas sustancias que, a lo mejor, no reflejan tu mejor yo. Hasta en lo peor de la televisión pública siempre ha habido una voz consciente que se ha parado a pensar si lo que se emite es lo mejor que se puede emitir. No voy a restar gravedad a esa Trinca que al final de un numerito de supuesto humor vestidos de trogloditas  se tiraba encima de una chica y simulaban forzarla a grito de 'triqui truiqui', o de los muchos chistes racistas, homófobos y denigrantes hacia la mujer que se han contado en televisión durante años. Pero parece que la sociedad está avanzando, que hay comportamientos que ya no son válidos. Es justo por eso que me duele ver que toda esa mierda está yendo a parar a los streamings en manos de unas pocas ciruelas pochas que deslucen el buen trabajo del resto. Y no, no creo que poner +18 a tu canal sea suficiente como medida de seguridad ni como garantía para poder soltar todo lo que se te ocurra.

 

Ayer, y este es el motivo que me ha llevado a escribir sobre esto, un youtuber la montaba en Egoland, el servidor de famosos de RUST. No es la primera ni la segunda polémica, aunque quizá sí la más grave. Una movida que hace que después de hablar del gran trabajo de algunos creadores de contenidos y de dar crédito a su labor en el server privado, me ponga de especial mala leche la situación. Básicamente la historia es que durante un raideo a la casa de la streamer Miss Andie, el agresor, Tense, perdió los pepeles llegando al punto de soltar varias perlas que podéis ver directamente en el vídeo que hay en este enlace compartido por la streamer. Que en los raideos la gente 'juegue' a insultar y agobiar a los refugiados para que terminen abriendo la puerta no es nada nuevo. Que se digan frases como las de este energúmeno y encima trate de protegerse retorciendo lo que ha dicho y sin reconocer en ningún momento lo tóxico del comentario, debería ser ban directo, en el momento y sin tiempo para decir nada más. 

 

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El problema real tras todo esto

O mejor dicho, los problemas, son que seguimos exactamente igual que en 1980 -y supongo que antes, pero no soy TAN viejo-. Por un lado Tense, que no es precisamente famoso por ser un tío centrado y dado a la introspección, suelta su mierda y se queda tan ancho. Todo porque se ha sentido ofendido por una chica que responde y no se achanta. Es más, se nota perfectamente cómo los papeles salen volando al escuchar la palabra 'coño' y el susodicho saca todo su repertorio de buitre chulesco rematando la burrada del 'cuando quieras y si no, también' con su 'oferta de trabajo', que es un reflejo de lo que puedes escuchar cada fin de semana en la puerta de los baños de chicas de una discoteca. El tío piensa que lo ha bordado, no se le ocurre que está metiendo la pata, incluso se cree que no ha dicho nada malo, y ay, amigo, justo ESE es el problema. Como ex portero de discoteca puedo asegurar que así empiezan muchas situaciones desagradables que terminan con estos lumbreras en la parte trasera de una nevera de la nacional sin preguntarse ni una sola vez cuándo la cagaron o cómo. Y no hay otra lectura. 

 

Afortunadamente la cosa no ha ido más allá de las palabras, es lo bueno de internet. Eso no quita para que el daño ya esté hecho. El resultado final es que hoy muchísimos criajos a cuyos padres se las trae al pairo lo que ven en sus ordenadores y móviles y los +18 que aparezcan en los canales, repetiran la frasecita de marras en el cole o el insti: 'tu coño cuando quieras, y si no también'. Porque es 'gracioso', porque lo ha dicho un streamer, y porque no pasa nada: 'sólo era un chiste'. Parece que seguimos en el siglo pasado y el ego está por encima del respeto a los demás, mucho más si ese 'los demás' es una chica, y todavía más si esa chica se atreve a responder como le salga del coño, con perdón.

 

Para mí como padre, como redactor, como hombre y como amante de los videojuegos que llevo siendo desde 1982, esto no puede pasar sin más. Ha llegado el momento de regular y tomar medidas a priori. No me basta con multas y medidas a posteriori cuando el daño está hecho, y no creo que salga nada bueno de tener a miles de chavales en una edad tan frágil pendientes de ver qué nueva canallada se le ocurre al tonto de turno con ganas de conseguir visitas. El baneo automático habría sido lo primero, aunque todo apunta a que Twitch ha tomado cartas en el asunto y le ha cerrado el canal al lumbreras de turno. Al final Egoland nos da la pista del problema en su nombre: profesionales y gente que trabaja bien, sí, pero junto a mucho Ego frágil y mucha chulería que marcan, desgraciadamente, la realidad dentro y fuera de la red. 

 

¡Nos leemos!


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