Retro Gaming: vicios del ayer en la Gamescom 2012
No han sido pocas las novedades que ha deparado la presente edición de la Gamescom, donde los lanzamientos mas sonados han compartido lugar con algunas ponencias realmente interesantes. Sin embargo, hay una parte del evento que ha pasado desapercibida por los medios, y que, sin ir más lejos, fue muy del agrado de los visitantes que por allí se pasaron en estos últimos días: la exposición Retro Gaming… muy, pero que muy a la usanza de la RetroMadrid Fest que pudimos vivir en las pasadas ediciones de la españolísima GameFest.
Multitud de máquinas clásicas se agolpaban en torno a unas pequeños monitores que parecían adecuarse a la perfección a sus exiguas resoluciones, confortando a propios y extraños mediante sugerentes sillones en pos de que probasen las mieles de décadas pasadas. Así, las vetustas circuiterías de consolas otrora populares y otras semidesconocidas pululaban luciendo palmito entre bastidores, cacareando glorias de otros tiempos mientras que las grandes empresas anunciaban a bombo y platillo sus últimos y multimillonarios proyectos.
Un reluciente un CD32 parecía atraer al público por la particular condición de este ordenador pasado a forma de consola, llamando la atención del personal por el deleite que suponía contemplar tan atractiva máquina con un juego en funcionamiento tan poco propio como aborrecible: Dangerous Streets… un one vs one cuyo mayor mérito es el de haber pasado a la historia del Amiga por el mal gusto general de su hortera diseño, muy digno de Carmen de Mairena. Por suerte también se pudo disfrutar en este hardware de un juego con más solera y a todas luces histórico, como es el original Wing Commander, que sí hizo su agosto contentando a los más viejos del lugar.
Paseando nos encontrábamos con un Amiga 500 luciendo uno de los juegos bandera del sistema y orgullo alemán donde los haya, el gran Turrican de Manfred Trenz. Por otro lado, además de atisbar diversas computadoras de muy distinta índole, resultaba sorprendente probar allí en tierras germanas un MSX, estándar que tuvo muy poco calado en el país. El modelo expuesto era, casualmente, el mismo MSX de primera generación que posee el que esto suscribe, un Canon V20, el cual tenía insertado el cartucho ROM de Yie Ar Kung-Fu 2, uno de los clásicos mitos jugables de una Konami que en 1985 era la reina del lugar. Todo un descubrimiento para las muchas personas que, paseando por la zona, desconocían un sistema que vio nacer muchas de las series y sagas que aún hoy día nos acucian desde tierras niponas.
No podían faltar las videoconsolas de siempre, con Nintendo ocupando un lugar preferente gracias a NES, Super Nintendo, Nintendo 64 y Gamecube, esta última -al igual que PsOne- con un pequeñísimo monitor añadido que la convertía en una curiosa experiencia lúdica de lo más atractiva. Más allá de los sistemas de Sega, de los viejunos Apple o algunos trastos que casi arrancaban a base de manivela, el espacio estaba colmado por arcades recreativos con una presencia mayoritaria de juegos pertenecientes a compañías americanas como Atari o Bally Midway. Así, el público podía disfrutar de partidas con olor a vino a Tapper o agarrar uno de los cuatro joysticks del gran Gauntlet. Todo ello mientras éramos vigilados por un impresionante Pontiac Firebird Trans Am que hacía las veces de Kitt, el famoso “Coche Fantástico”. ¡Para que luego digan que lo retro no está de moda!
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